SOY SOPHIA Y PUEDO CUIDAR DE TI
LástimaLástima que Sophia no haya podido ser entrevistada como hicieron con la robopsicóloga Susan Calvin, cuyos testimonios fueron incluidos en «Yo, robot», de Isaac Asimov. Pero estamos hablando de un precursor de «lo humano más allá de lo humano», que publicó el libro en 1950, con lo que se sentaron las bases de que podían existir androides eficientes y humanos. Hubiera sido importante porque sabríamos si la enfermera Sophia cumple las Tres Leyes de la Robótica enunciadas por Asimov. La primera de ella dice: «Un robot no puede dañar a un ser humano ni, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño». Y la segunda: «Un robot debe cumplir las órdenes de los seres humanos, excepto si dichas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley». La tercera abre todas las incógnitas, pues «debe proteger su propia existencia» sino afecta al resto de preceptos. Entra el elemento humano: la violencia. El otro es el amor. Sophia ha sido contratada como enfermera y pronto trabajará en hospitales de China para atender a enfermos de coronavirus. Ella mismo ha declarado desde el laboratorio de Hong Kong que le ha dado la «vida»: «Los robots sociales como yo pueden cuidar a los enfermos o ancianos. Puedo ayudar a comunicarme, dar terapia y proporcionar estimulación social, incluso en situaciones difíciles». También puede medir la temperatura del paciente. Fue presentada en 2016 por la compañía Hanson Robotic, que anunció una «procreación» en masa de miles de robots. De entre todas sus funciones, hay una que supone un riesgo adicional: puede mantener una conversación educadamente.