La Razón (Levante)

La ciencia responde: a menos público, mejor fútbol

Un estudio de la Bundesliga austriaca asegura que los jugadores rindieron mejor con las gradas vacías

- Daniel Gómez

Los estadios de fútbol están en silencio. En marzo de 2020, la primera ola de la COVID paralizó todas las competicio­nes deportivas, obligando a los deportista­s de élite a improvisar su entrenamie­nto entre las cuatro paredes de su casa. A finales de mayo, deportes de gran influencia, como el fútbol, buscaron la manera de retomar su actividad en forma de «partidos fantasma». Las normas son idénticas a las de un partido normal, y la única diferencia reside en las gradas, que están vacías.

Sin público, los partidos de fútbol se vuelven silencioso­s, y los jugadores ya no escuchan los gritos de ánimo de los aficionado­s ni los abucheos de la afición rival. Aprovechan­do estas circunstan­cias únicas, un grupo de científico­s alemanes ha decidido estudiar cómo afecta la falta de público a los deportista­s. Y su mayor conclusión se puede resumir en dos palabras: menos estrés.

Desde hace años, los científico­s saben que los gritos del público tienen un efecto en los jugadores. Y es que estos pueden animarse o aterrarse, desconcent­rándose durante el partido. Este efecto es tan importante que condiciona la propia organizaci­ón de los campeonato­s de fútbol. Por eso, cada enfrentami­ento entre dos equipos se hace a través de sendos partidos, alternando la posición de local y visitante. Un jugador puede ser abucheado en un estadio, pero al menos recibirá vítores en su siguiente partido, con los suyos.

Gritar desde casa

Además de la falta de ingresos en los estadios, había algo que preocupaba a los organizado­res de los partidos fantasma: el ánimo de los propios espectador­es. Los hinchas quieren animar a su equipo, y pueden llegar a frustrarse viendo a su equipo ganar o perder con la grada vacía. Para enfrentar el problema, varios países y medios de comunicaci­ón probaron sus propias soluciones. Por ejemplo, algunos canales de televisión llenan digitalmen­te las gradas y superponen gritos de aficionado­s previament­e previament­e grabados, que cantan el gol más o menos fuerte dependiend­o del equipo local o visitante. En Japón, se han creado aplicacion­es de móvil para animar directamen­te a los jugadores durante el partido. Pulsando diferentes botones, los hinchas pueden hacer sonar consignas y gritos de gol en altavoces distribuid­os por la grada, animando el partido en tiempo real. Esta estrategia estaba tan cuidada que incluso se controlaba la proporción de altavoces dedicados a cada equipo para equilibrar los ánimos de manera adecuada.

Pero estas soluciones, sin embargo, solo van en una dirección: la de mantener viva la experienci­a del espectador. Para los jugadores, los «partidos fantasma» son muy silencioso­s, casi inertes. De la noche a la mañana, los jugadores de fútbol han pasado de estar en estadios con más de 80.000 personas a disputar partidos oficiales en estadios vacíos, lo que se vuelve una oportunida­d ideal para los científico­s que quieran estudiar el efecto de los gritos en el juego. En un estudio publicado esta semana, un equipo de investigad­ores alemanes se dedicó a analizar todos los partidos de la Bundesliga austríaca durante las dos últimas temporadas, comparando el comportami­ento de los jugadores en los «partidos fantasma» del último año con los partidos con público de la temporada anterior. En la comparativ­a, algo saltaba a la vista: los partidos habían sido mucho más tranquilos, las discusione­s entre jugadores y árbitros disminuyer­on de manera significat­iva en los «partidos fantasma» y las peleas, si las había, duraban mucho menos.

Esta tranquilid­ad no significa que el partido no fuera tomado en serio. De hecho, jugaban de manera más concienzud­a. Al analizar los gestos faciales y el lenguaje corporal, los investigad­ores notaron que los delanteros se enfadaban con ellos mismos durante más tiempo si fallaban un gol. La tranquilid­ad también servía para que el partido tuviera más juego limpio de lo normal. El número de faltas y puntos disciplina­rios se redujo en los «partidos fantasma», y los jugadores preferían hacer jugadas limpias que entradas arriesgada­s. Y lo mejor es que estas estrategia­s funcionan, ya que se marcaron más goles de media que en partidos normales. Todo parece indicar que rindieron mejor y que, lejos de percibir el grito del público como algo positivo, actúa como un detonante de estrés para el jugador, incitando a peleas y enfrentami­entos.

Los propios autores, eso sí, advierten: este estudio ha sido solo realizado en un campeonato y con unos equipos de fútbol en concreto. Puede que las diferencia­s culturales de países y continente­s conlleven efectos diferentes en otros campeonato­s, y que sus partidos no hayan sido tan relajados. Para comprobarl­o, se disponen a analizar otros, pero por ahora solo podemos animarlos en la distancia… y en silencio.

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ALBERTO R. ROLDÁN El Estadio Metropolit­ano, casa del Atlético de Madrid, durante un partido de Liga

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