La Razón (Levante)

Pedro Carrasco: la «herencia maldita» que enfrenta a las dos mujeres que más quiso

Después de veinte años de la muerte del púgil, su viuda y su hija se retan en los tribunales

- J. S.-Madrid

Hoy se cumplen veinte años del fallecimie­nto de Pedro Carrasco. Aquel 27 de enero de 2000, según me contó en su momento su esposa, Raquel Mosquera, no acudió a comer con ella, tal y como tenían previsto. No respondía a sus llamadas telefónica­s y se despertaro­n las alarmas. Raquel dejó su peluquería de Las Rozas y se fue a su apartament­o del Paseo de la Habana madrileño. Eran las cuatro y media de la tarde y, al abrir la puerta, se encontró una trágica escena: el cuerpo de Pedro yacía en el suelo, había muerto a los 57 años por un ataque al corazón.

A los pocos días acudí al local de Mosquera para darle el pésame. Fui muy amigo de su marido y tenía una amistosa relación con ella. Estaba desolada y nerviosa, presa de la desesperac­ión, le costaba reconocer que no volvería a ver jamás al gran amor de su vida. En un momento dado, sacó de la parte de atrás dos muñecos de peluche: «Te los regalo para tus hijos, los guardaba Pedro para sus nietos, pero llévatelos tú». Ya intuía que su relación con la madre de los niños, Rocío Carrasco, no iba a ser buena. Como así ha ocurrido. Hoy, la viuda y la hija de Carrasco están enfrentada­s en los tribunales. La segunda ha demandado a la primera cuatro veces y están a la espera de juicios. Rocío considera que Mosquera ha develado en los platós de televisión «secretos personales», y pide una indemnizac­ión de cientos de miles de euros. Pedro era conocedor de los desafueros entre ambas y en una ocasión me confesó que «estoy muy preocupado porque no se entiende, sufro mucho porque las quiero a las dos por igual y no sé cómo enderezar el problema».

Buen fajador y aguerrido boxeador en los cuadriláte­ros, era un tipo sencillo y muy sensible en la vida personal. Un hombre extraordin­ario que se hacía querer con facilidad.Como ejemplo, el cariño que le demostraba su ex mujer, Rocío Jurado, después de su ruptura. Se les veía tan enamorados que costó entender aquel fracaso matrimonia­l. Intentaron salvar su unión hasta lo imposible, pero resultó inútil. Tras cinco años casado con Raquel, no cumplieron el sueño de convertirs­e en padres.

Murió con tan solo 57 años, nada hacía presagiar tan fatal desenlace. Una semana antes me encontré con él cerca de su lugar de trabajo y estuvimos hablando, y tomando un refresco, en un bar de la calle Príncipe de Vergara. Le vi feliz, enamorado y con ilusiones. Quedamos en vernos a finales de enero para comer, y me tocaba pagar porque perdí una apuesta deportiva con Pedro. Siempre sonriente y amable, nunca le vi hacer un mal gesto.

Admiración absoluta

El día de su boda en Alosno con Raquel fui uno de los invitados. Me remonto a agosto de 1996, y todo el pueblo se unió a la fiesta. Pedro era un ser admirado y querido, un ídolo para los suyos. Y una leyenda del boxeo para todos. Si hoy levantara la cabeza y viera los problemas judiciales de Rocío y Raquel, sufriría más que nadie en el mundo. Su bondad era infinita, huía de escándalos y desafueros. Generoso y fiel, volcó los últimos años de su existencia en hacer feliz a su esposa peluquera.Su prematuro adiós a la vida levantó ríos de tinta y múltiples comentario­s en radios y television­es. Y ni uno solo le recriminó nada. Todo fueron elogios y muestras de un cariño y una admiración absoluta.

 ?? GTRES ?? Pedro Carrasco junto su última mujer, Raquel Mosquera, en las Navidades del año 1996
GTRES Pedro Carrasco junto su última mujer, Raquel Mosquera, en las Navidades del año 1996

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain