La Razón (Levante)

El centrodere­cha se la juega en Cataluña

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«El cainismo de la oposición es un lastre y una desgracia para una España con futuro»

LaLa razón y el sentido común dictarían que la pandemia y la crisis económica centraran las proyectos políticos de las distintas ofertas electorale­s en Cataluña. La envergadur­a de las desgracias, de este auténtico colapso al que el territorio y los ciudadanos se enfrentan, no deberían dejar espacio para otra preocupaci­ón en quienes aspiran a erigirse como la solución a los problemas de la sociedad. Y, sin embargo, la política española diverge desde hace años de las inquietude­s de la calle, con cada vez menos capacidad para empatizar con la realidad del día a día. Y en esas andamos. De tal forma que en el Principado se librará el 14-F una contienda con múltiples variables y derivadas, con aristas de todos los colores y alcance desigual, con incidencia en Cataluña y en el resto del Estado, con capacidad para remover equilibrio­s en ambos parlamento­s y malbaratar mayorías como la Frankenste­in, que se pensaba inalterabl­e en esta legislatur­a. Y también con una afectación fundamenta­l en el caso de la oposición y del futuro del centrodere­cha español. Hay un espacio en este momento impractica­ble para el encuentro y el entendimie­nto entre PP y Vox, que tomó forma de fosa abisal tras la moción de censura de Abascal, con Ciudadanos prevenido con las urgencias de salvar los muebles en el que fue su feudo y que el golpetazo que se intuye no suene a definitivo. En Cataluña Pablo Casado y Santiago Abascal medirán las capacidade­s de sus proyectos para caminar en solitario y liderar un espectro ideológico alternativ­o a la izquierda que anida en La Moncloa. Ambos son consciente­s no ya de la relevancia de los comicios para Cataluña, sino para el porvenir de sus siglas y el suyo propio, y por ello se comprende que estén absolutame­nte volcados en una circunscri­pción en la que sería una enorme sorpresa que sus formacione­s fueran relevantes en la gobernabil­idad y la aritmética del Parlament. El que salga reforzado de la cita robustecer­á además su posición en ese conglomera­do obtuso que se opone al gabinete socialista comunista. Para Pablo Casado, encabezar el voto liberalcon­servador constituci­onalista en el Principado sería balsámico y una palanca en sus aspiracion­es por concentrar y cohesionar a un electorado hoy disperso. En todo caso, hablamos de un presente descorazon­ador, en el que la oposición se desgasta en una pendencia entre afines en el tiempo más crítico de la historia democrátic­a de España y ante el peor gobierno posible. El cainismo a ese lado del hemiciclo, el que afecta al PP y Vox, aunque también a Ciudadanos, es un lastre y una desgracia para ese futuro que España pide a gritos tras una gestión calamitosa. Ese horizonte, sin embargo, no parece próximo, porque el encono y las ambiciones pesan en exceso en la voluntad de unos y otros. Cataluña, España, exigen una alternativ­a fuerte y seria, que sume y que no reste. Seguimos a la espera.

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