«No dejamos de reinventarnos»
Los comercios y la restauración tratan de sobrevivir en la comunidad con las mayores restricciones de España
«No hay ni un alma por la calle. ¡Qué pena da todo!». Esta es una de las frases que más se escucha estos días en las calles de Galicia. Las nuevas restricciones impuestas por la Xunta para contener el avance de la Covid-19 suponen un antes y un después para las ciudades a partir de las seis de las tarde. Si el cierre de la hostelería que contemplaba el anterior escenario provocaba un descenso en la actividad, el nuevo no ha hecho más que acentuarla imagen con mucho menos ambiente en la mayoría de las calles entre las 18:00 horas de la tarde y las 22:00 horas, cuando llega el definitivo toque de queda. Al escaso volumen de clientes se añade la incertidumbre económica de los bolsillos. En este escenario difícil, el sector de la restauración y de la moda se reinventan para sobrevivir.
Marian Costa es la capitana de una tienda multimarca en una de las esquinas más emblemáticas de la coruñesa calle San Andrés. Hace meses, el bullicio era constante entre las estrechas rúas de esta zona de vinos, tapas y tiendas de la ciudad. «Ahora, hay muy poca gente en la calle. No se puede ni tomar un café», lamenta a LA RAZÓN. Con las nuevas medidas, tiene que cerrar a las 18:00 horas, por lo que ha tenido que modificar el funcionamiento de su boutique.
«Antes teníamos jornada partida y ahora hemos decidido no cerrar al mediodía», describe. Es uno de los cambios que le ha impuesto la lucha contra el virus, pero no el único. Las cada vez más constantes restricciones de movilidad le han servido para impulsar su presencia on line y apostar por este canal mediante nuevas inversiones en tiempos malos para las ventas.
CERROJAZO EN GALICIA
El sector de la hostelería es el que más le ha dado a la cabeza para seguir ofreciendo una gastronomía desplazada a todos nuestros clientes» Julio Sotomayor
Chef del restaurante Michelín «Nova»
Son necesarias más ayudas directas para el sector, menos burocracia y más rapidez para evitar el hundimiento de la economía local» Marían Costa
Propietaria de la tienda «SanAndrés21»
«Hacen falta más ayudas directas para el sector, menos burocracia y más rapidez para evitar que todo el tejido empresarial local se hunda», asegura.
También la hostelería agoniza en Galicia. Este viernes el sector protagonizó varias manifestaciones en las principales ciudades con ataúdes y esquelas escenificando su muerte debido a las restricciones. Manuel regenta «El Bar del Profe» en la Plaza de Azcárraga de la Ciudad Vieja. Lejos de rendirse, tira de ingenio y, como puede, está capeando el chaparrón. En su caso, apuesta por la comida tradicional para llevar. «Preparamos porciones abundantes a un precio económico y contamos con el apoyo de los vecinos del barrio. Nos hemosespecializadoencachopos», explica. Es partidario del cierre interior de la hostelería pero a favor de mantener abiertas las terrazas, así como de ampliar el toque de queda. «Se evitarían las reuniones en las casas», señala.
La alta gastronomía también sufre las consecuencias de las fuertes restricciones. Atrás quedaron los viernes en los que los gallegos se engalanaban para salir a cenar. Ahora, la vida es de puertas hacia dentro. Los chefs Julio Sotomayor y Daniel Guzmán, con una estrella Michelín, también se han reinventado y a raíz del cerrojazo a la restauración lanzaron Xúa, la versión del Nova para llevar. «El sector de la hostelería somos de los que más se ha echado a darle a la cabeza y buscar opciones que permitan seguir ofreciendo una gastronomía desplazada», explica Julio. En su caso, decidieron cerrar su restaurante Nova y ni siquiera abrieron en Navidad porque ante el cambio de normas semanal consideraron que era inasumible. De hecho, ya en verano empezaron con el diseño de una nueva oferta gastronómica a domicilio en la que continúan manteniendo los rasgos característicos de la alta cocina. «Lleva muchos cacharritos y un QR en el que explicamos los pasos para disfrutar de una experiencia gastronómica segura y didáctica en casa», concluye. Dicen que una crisis también es una oportunidad. Lejos de rendirse, los empresarios gallegos siguen luchando para mantener sus negocios abiertos en la comunidad con mayores restricciones.