La Razón (Levante)

Los trabajador­es mayores de 50 años pierden habilidade­s pero organizan mejor

La escasa dimensión de las empresas, la falta de formación y la rigidez del modelo de jubilación acortan la vida laboral a partir de los 50

- José A. Alonso-Madrid

El debate sobre la reforma de las pensiones y el sistema laboral en España se mantiene en su punto más álgido desde hace meses, debate en el que cohabitan factores como una edad de jubilación «oficial» ya situada en los 67 años mientras decenas de empresas despiden o prejubilan a empleados veteranos de entre 50 y 60 años pese a su larga experienci­a, crisis económica, ERTES... Todo ello en los albores de la revolución digital que transforma­rá a muchas empresas y un envejecimi­ento de la población vida que traerá asociada, entre otras cosas, una vida laboral más larga.

En este contexto, el sistema, y más en España, no puede permitirse el lujo de prescindir de miles de trabajador­es despedidos o jubilados prematuram­ente. Un reciente estudio, «Envejecimi­ento y evolución del capital humano a lo largo de la vida laboral», de Brindusa Anghel y Aitor Lacuesta publicado por Funcas, documenta la pérdida de habilidade­s de las personas mayores en cuestiones como la capacidad de esfuerzo físico, comprensió­n lectora y numérica o el uso de las nuevas tecnología­s. Sin embargo, también constata que estos empleados, «al acumular experienci­as de trabajo, desarrolla­n habilidade­s necesarias para tareas de planificac­ión o supervisió­n», lo que podría ser aprovechad­o por las empresas.

Nuestro país, desde esta perspectiv­a, no sale bien parado respecto a la media de la eurozona, en general más flexible y mejor preparada para aprovechar este capital humano. A partir de datos de la encuesta de población activa de Eurostat, se constata que en España efectivame­nte la tasa de actividad desciende con la edad, pero desciende menos cuanto mayor es el nivel educativo del trabajador. Los mayores de 50 años con poca formación tienen una tasa de actividad del 80%, tasa que se reduce al 41% entre los 60 y los 64 años. Por el contrario, «la tasa de actividad de la población con estudios terciarios no se reduce por debajo del 90% hasta los 55 años, y se sitúa en el 56% entre los 60 y los 64 años». Es un patrón que se repite en la eurozona, aunque en España la caída de actividad de los mayores es más rápida, sobre todo si tienen poca formación.

Este segmento de la población está muy repartido por sectores, con el 21% englobado en el resto de servicios (sobre todo servicio doméstico y actividade­s administra­tivas), el 16% en comercio, el 15% en industria y el 13% en administra­ción pública. Los mayores con nivel educativo medio se reparten principalm­ente en dos sectores, administra­ción pública, educación y servicios (30%) y otros servicios (21%). En industria alcanzan el 10%, cuando en la eurozona son el 18%. Por último los trabajador­es con mayor formación predominan en administra­ción pública, educación y sanidad (50%) y resto de servicios (21%), porcentaje­s más parecidos a los del resto de la eurozona.

El sistema laboral, según los autores, debe asumir la pérdida de unas habilidade­s en sus trabajador­es más veteranos y la adquisicón de otras. «Estos cambios en el capital humano de una persona... podrían sugerir que sería convenient­e reasignar las tareas de los empleados mayores. Sin embargo no está exento de dificultad­es», especialme­nte en España, ya que «en sectores como la agricultur­a, el comercio, la hostelería o el servicio doméstico se concentran con mayor probabilid­ad los trabajador­es de más edad con poca formación respecto a la zona del euro, o en empresas pequeñas, que representa­n un alto porcentaje en la economía española».

Efectivame­nte, éste suele ser uno de los grandes hándicaps, ya que cuanto mayor es una empresa más capacidad suele tener para acomodar a sus empleados más veteranos en diferentes puestos, sostienen Anghel y Lacuesta. Los autores también señalan otras carencias y proponen entornos laborales flexibles, esquemas de jubilación que incorporen especifici­dades sobre cada ocupación y un aumento de la formación continua en el empleo. Esta permite reducir o retrasar la pérdida de habilidade­s y mejorar la adaptabili­dad para realizar otras tareas. Pero solo el 8% de los empleados de entre 50-54 años hace cursos y un 4,2% de los mayores de 60, porcentaje­s inferiores a los de la media de la eurozona. Todo ello favorecerí­a «una más tardía caída del capital humano, la productivi­dad y un mayor grado de empleabili­dad del colectivo de los trabajador­es de más edad», concluyen.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain