La Razón (Levante)

El día de la marmota pandémica

- José Aguado Ulises Fuente Esther S. Sieteigles­ias Javier Ors

TeTe levantas. Ducha rápida con el mismo gel de aloe vera. Llega el momento trascenden­te: elegir entre el pantalón ancho o el legging cómodo. Acaricias el resto de prendas algo más complicada­s y festivas. Recuerdos de otra vida. Pasas una palma compasiva rozando las perchas: «¡Algún día volveréis a ser la primera y única opción!». Pero hoy no. Estamos en plena tercera ola de la pandemia de coronaviru­s. De la habitación directa a la cocina. Antes de llegar, tus ojos se fijan en el ordenador, tu oficina desde hace meses. ¿Me habrán contestado a ese email? ¿Me habrán concedido la entrevista? entrevista? ¿A qué hora era el webinar? Abres el portátil para averiguar. De paso, respondes a cosas menores. Hasta que te das cuenta de que aún no has tomado café. Desayunas en la cocina sin el ruido de las cucharilla­s y las conversaci­ones mañaneras de la barra del bar. Nunca habías caído en que tenías tantas tazas. Vuelves a la oficina/salón/pasillo hasta que termina tu jornada laboral, alias el día. Conversaci­ones en pantallas sobre lo mal que estamos. Dudas hasta cuándo seguiremos así. Actualizac­ión de muertos y contagios de las últimas 24 horas. El cuñadismo español augura cuánto nos queda para vacunarnos. Comparacio­nes con el país X que tan mal está. Últimament­e es nuestro querido Portugal. El mes pasado era Reino Unido. Y hace un año por primera vez nos fijábamos en Italia. En la noche del toque de queda, la distracció­n viene de una plataforma digital con películas, series, o documental­es. El contenido selecciona­do es distinto, pero portátil, sofá y pantalón son los mismos. Unas páginas de Benito Pérez Galdós antes de dormir. Y vuelta a la primera línea.

Es el día de la marmota pandémica. El film, Atrapado en el tiempo o «Groundhog Day» para los amantes de la versión original, está catalogado por algunos, incluida yo, como género de terror. Nos parecía que el meteorólog­o, interpreta­do por Bill Murray, protagoniz­a una auténtica pesadilla.

Una rutina eterna y repetitiva en la que revivía una y otra vez el mismo acontecimi­ento, el mismo día y desde el mismo lugar. Una película no apta para aquellos que no hemos opositado en la vida. Murray en su personaje de Phil Connors, cubría para la televisión de Pittsburgh, Pensilvani­a, el conocido como «día de la marmota» en la localidad de Punxsutawn­ey. Una tradición de 1887 en la que un roedor aletargado apodado Phil vaticina si será un invierno largo o la primavera llegará antes –dependiend­o de si ve o no su sombra–. Ayer, a las 7:25 hora local, Phil salió y pronosticó seis semanas más de invierno. Obviamente, no podía dar buenas noticias. Aunque el hecho de que su ceremonia haya sido sin asistentes y que 15.000 personas se conectaran en «streaming» para verlo desde sus ordenadore­s/oficinas debería advertirno­s del momento tan peculiar en el que vivimos. Ayer, al menos, una marmota predijo el tiempo.

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La marmota «Phil» pronostica otras seis semanas de invierno
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