La Ley Trans, discriminatoria y sin validez internacional
El borrador de la ley impulsada por Irene Montero choca frontalmente con la normativa del COI y numerosas federaciones
El borrador de la ley para la igualdad de las personas trans incluye medidas en el ámbito sanitario, educativo, laboral y también en el deportivo donde choca frontalmente con las normas del COI y numerosas federaciones internacionales. Hace ya un año el Partido Feminista alertaba sobre uno de los puntos más polémicos. Se advertía sobre la prohibición de «los controles de identidad sexual y/o de género en el ámbito deportivo» por considerar que afectaría a los logros obtenidos por las mujeres en dichas competiciones. La ley establece que los deportistas se regirán bajo su propia identidad y no bajo reglas biológicas, lo que según las feministas supone una gran desventaja para las mujeres que no disponen de las mismas condiciones físicas que una atleta que se identifique como mujer, pero su «sexo biológico» sea el masculino. La implantación de la ley en nuestro país también podría suponer que una atleta trans campeona en su disciplina a nivel nacional no pudiera defender su título fuera de España.
En el contexto actual, la realidad es que las altas instituciones deportivas no comulgan, de momento, con la tesis del Ministerio de Igualdad. El COI establece que quien quiera participar como mujer tiene que declararse mujer y que no puede cambiar de género al menos durante cuatro cuatro años para la práctica deportiva. Además, fija en un tope de diez nanogramos de testosterona por mililitro de sangre como el máximo que puede tener una mujer para poder participar en pruebas femeninas. Otras federaciones, como las de atletismo, tenis y ciclismo, son más estrictas y han rebajado ese límite a la mitad. Y otras, como la de rugby, prohíbe a las trans jugar con mujeres.
El debate de la transexualidad no es nuevo y lleva años generando una gran polémica. El caso más mediático es el de la atleta surafricana Caster Semenya que, en un último intento, decidió en octubre llevar su caso al Tribunal Europeo de Derechos humanos en respuesta a la negativa recibida por parte de la Federación Internacional de Atletismo para participar en pruebas femeninas, porque obtiene una «ventaja injusta» dada su «intersexualidad». El organismo dictaminó en 2018 que las normas federativas son necesarias para asegurar una competición justa entre las atletas que participan en distancias que van de los 400 a los 1.500. Semenya no cejó en su empeño de seguir luchando para que la dejaran correr con mujeres y apeló la decisión al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), que también rechazó su recurso en 2019. La surafricana (con hiperandrogenismo, no es trans) tiene prohibido correr entre 400 metros y la milla si no se medica para bajar a cinco nanogramos por litro de sangre su nivel de testosterona.
La intensidad del debate ha provocado un movimiento de protesta a nivel mundial que llevó en mayo a la publicación del manifiesto de Save Women’s Sports que fue firmado por destacados deportistas. La ex tenista estadounidense Martina Navratilova, reconocida lesbiana, es una de las más de 300 firmantes de una carta promovida por la citada organización para pedir que se limite la competición a las «mujeres biológicas». Su web se
Las altas instituciones deportivas no comulgan, de momento, con las tesis del Ministerio de Igualdad
abre con una idea clave de su fundadora, la levantadora de pesas norteamericana Beth Stelzer, que dice que defender a las mujeres en el atletismo no es un tema partidista ni religioso. «Si permitimos a varones competir en deportes femeninos, habrá deportes de hombres y deportes de ambos sexos, pero ya no habrá deporte femenino», señala.
El COI empezó a plantearse alguna cesión a la ideología trans en 2015, pero tras el aplazamiento de los Juegos de Tokio asociaciones de mujeres deportistas aprovecharon para pedir que se replanteara un asunto que, en su opinión, amenaza con destruir el deporte femenino. Desde este movimiento se advierte de que la aplicación de los dogmas «trans-inclusivos» ha provocado que «deportistas varones que entre otros varones serían mediocres, arrebaten fácilmente medallas a mujeres atletas».