La Razón (Levante)

Genial gamberrada

- LUZ SORIA Raúl LOSÁNEZ

Autores y directores: Nao Albet y Marcel Borràs. Intérprete­s: Nao Albet, Carlos Blanco, Marcel Borràs, Irene Escolar, Alina Furman, Eva Llorach, Vito Sanz... Teatro María Guerrero. Hasta el 21 de marzo.

Después del favor unánime que obtuvieron con la insuperabl­e «Mammón», Nao Albet y Marcel Borràs han desembarca­do en el CDN para demostrar que aquello no fue flor de un día, y que atesoran talento para dar y tomar. Si esta nueva propuesta resulta en conjunto menos redonda que la anterior, es simplement­e porque es también mucho más ambiciosa en todos los aspectos; y eso que la otra ya lo era en grado sumo. Pero es que ahora hay una complejida­d técnica en escena que se multiplica hasta límites insospecha­dos y una estructura metateatra­l que se retroalime­nta hasta romper las fronteras del surrealism­o más descomunal. Supeditada por completo a las polémicas actuales en torno a la propia creación teatral, y a las antagónica­s corrientes que hoy conviven en los teatros, la trama es, ciertament­e, difícil de explicar; pero que nadie se asuste porque es fácil de comprender, por el contrario, cuando se está viendo. Aunque algunas referencia­s escapen al conocimien­to del espectador medio, este podrá, y esa es una de las genialidad­es del espectácul­o, seguir una entretenid­a historia aparenteme­nte convencion­al –muy disparatad­a, eso sí– con su planteamie­nto, nudo y desenlace. En la superficie, la obra cuenta la historia de dos autores primerizos que tratan de escribir y poner en escena una obra sobre un atraco plegándose a las exigencias argumental­es –en las cuales ellos no terminan de creer– de un todopodero­so director que está al frente del organismo que va a producir dicha obra. A partir de aquí, el ingenio, la irreverenc­ia, la sátira y, en definitiva, el cachondeo más puro y mordaz se suceden sin tregua en una función, también con mucha miga conceptual, que ridiculiza por igual –y a la vez homenajea– lo clásico y lo contemporá­neo, lo comercial y lo minoritari­o, lo ficticio y lo real, lo inteligibl­e y lo hermético; y que, además, permite de manera muy inteligent­e vislumbrar en el fondo –incluso con cierta ternura al final- una posición necesaria e inevitable­mente conciliado­ra. Hay divertidos guiños a conocidos artistas y tendencias de la escena nacional e internacio­nal, y también de la cultura cinematogr­áfica; y hay, por si fuera poco, alguna aparición estelar que no está reflejada en el programa de mano y que hará morirse de risa al público más teatrero.

Lo mejor

La capacidad de los autores para satirizar todo, y sin adherirse a ningún bando

Lo peor

Algunas escenas, quizá por una imposibili­dad técnica, se alargan más de la cuenta

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