Cien años de Piazzolla, genio peleón del tango
Un espectáculo rinde homenaje al genio en el centenario de su nacimiento
Dejó para la posteridad más de 500 composiciones y su figura es hoy un tótem de Argentina. Aunque, como suele sucederle a las personalidades más grandes, el camino de Astor Piazzolla no fue fácil hasta renovar el alfabeto del tango y añadirle unas cuantas letras no antes imaginadas. Este año se cumplen cien del nacimiento del genio de Mar del Plata y un espectáculo le recuerda en Madrid en el marco del Festival de Arte Sacro: «Más que un homenaje, una fiesta, y una mirada hacia el lado más espiritual» del compositor, como, según explica Federico Lechner, director del espectáculo, es menester en este certamen. Los pases del concierto se han ido multiplicando el sábado (Alcalá de Henares), el 21 (Alcobendas), 23 (Madrid, Teatros del Canal), 27 (San Lorenzo de El Escorial) y 28 (Parla).
La calle y el jazz
Junto a Lechner se presentan Claudio Constantini (bandoneón), Sheila Blanco (voz), Toño Miguel (contrabajo) y Daniel «Pipi» Piazzolla (batería), este último, nieto del gran maestro y que participará en marzo en el acontecimiento musical de Argentina en 2021, el homenaje que se rendirá a su abuelo en el Teatro Colón de Buenos Aires. Según Lechner, ante la desmesurada obra del maestro, la selección incluye «desde la dulce melodía del ‘‘Ave María’’ hasta la gravedad de ‘‘La Muerte del Ángel’’, pasando por el costumbrismo del ‘‘Chiquialín’’ de Bachín. Hacemos una selección de piezas sque on una muestra de la originalidad de la música de Piazzolla, que atraviesa géneros desde lo tanguero y trasciende cualquier localismo». No en vano, Piazzolla fue educado en el Nueva York de los años treinta, entre la calle y la música, añorando Argentina. Y mientras aprendía de Rachmaninov, Gerschwin o Bach, soñaba con su tierra, incluso demasiado joven para sentir nostalgia de nada. Pero allí, entre la calle y el jazz, el joven Piazzolla se fue abriendo camino con el bandoneón escondido en el armario, tocándolo secretamente. «Se crió en una pandilla en la que estaban Jake LaMotta y Sugar Ray Robinson,
«Piazzolla se crió en Nueva York, en la pandilla de Jake LaMotta, y con él aprendió a defenderse», dice su nieto Daniel
con los que se dedicaba a hacer trastadas, y ellos después fueron campeones mundiales de boxeo. Y así es como aprendió a pelear y a defenderse», explica el nieto del bandoneonista. Y puede que con ellos aprendiera a pelear, algo que tuvo que hacer el resto de su vida.
Estudió en Europa armonía y música clásica, y, en los años 50 y 60, sus tangos escandalizaron a los puristas, que los consideraron «esnobs». «Ya sabes cómo son y lo que dijeron aquí de Camarón. Pero, al margen de esas amarguras, es que yo creo que nada en la música de Piazzolla es esnob, sino todo lo contrario. Es una música hecha para disfrutar, para sentirla y vivirla de manera inmediata», explica el pianista, que recuerda que «lo aburrieron tanto con el tema, que cedió y dejó de decir que tocaba tangos. Decía que lo suyo era solo música de Buenos Aires». «Le tocó vivir una época muy especial en la que cambiar cualquier cosa, no solo la música, era un problema. Además, él estaba solo. No es como sucedió con la bossa-nova, que había 20 o 30 músicos tratando de innovar», dice Piazzolla.
Pese a las críticas, no cedió. «Al revés, decía que toda esa pelea le hizo popular. Pero salía en la portada de los diarios todos los días y le insultaban por la calle, así que imagínate... Él se defendía, no le hacía ascos a la pelea, le gustaba. Era tremendo. Alguien que se había criado en el Nueva York de las bandas y el boxeo... Y encima la gente lo buscaba, hablaban mal de él y, claro, explotaba», ríe Piazzolla.
«Le aburrieron tanto con las críticas en Argentina que dejó de decir que tocaba tangos», comenta Federico Lechner
DÓNDE: Teatros del Canal. Sala Verde.. CUÁNDO: Martes, 23 febrero. 19:30
horas. CUÁNTO: entradas agotadas.