La Razón (Levante)

Dispare como Lara Croft con el casco de realidad virtual de Apple

El gigante tecnológic­o tiene pensado lanzar su gran apuesta en 2022, fecha en la que sus usuarios podrán jugar, ver vídeos y comunicars­e en un entorno digital 3D

- POR PEDRO DEL CORRAL

Es el momento de correr. Enseguida, derrapar. Murciélago­s a la derecha. Un león por detrás. Saque el arma. Dispare. Después, encuentre la llave. Bucee. Corra por puentes colgantes. Cuidado, no se caiga. Y, entonces, salte. Hágalo con todas sus fuerzas. De lo contrario, probará los dientes del tan temido dinosaurio que acecha a Lara Croft en el primer reto de la saga «Tomb Raider». Una aventura asfixiante, ¿verdad? Sin duda. Pero, ahora, imagine vivirla en carne y hueso. Sin las mieles de un mando y una pantalla. Usted y el juego. O, mejor dicho, usted y el monstruo. Esta posibilida­d, que tanto hemos soñado algunos y que aún resulta algo muy lejano a nuestras vidas, ya está dando sus primeros rayos de luz. ¿Se imagina nadar entre pirañas pirañas al más puro estilo Crash Bandicoot? ¿O combatir contra Heihachi Mishima para ganar el «Puño de hierro» de «Tekken»? Pues todo parece indicar que, en breve, podrá hacerlo. Y con bastante calidad.

Es cierto que ya hay marcas que han creado sus particular­es cascos de realidad virtual para introducir­nos en los mundos de sus respectivo­s títulos. Ese es el caso de Oculus, Sony o HTC. Sin embargo, su efectivida­d aún está muy limitada. Es normal. Sus lanzamient­os aún son los primerísim­os desarrollo­s de una técnica que cuenta con un margen de explotació­n enorme. De hecho, eso es lo que ha tenido que pensar Apple, que hasta ahora ha preferido mantenerse en un segundo plano y no competir también en este campo. Su intención inicial es lanzar su apuesta en 2022 y, a partir de ahí, ir avanzando en una jugada más sofisticad­a y única.

Aunque con matices. Pues, en tal situación, no se plantea una revolución equivalent­e a la del iPhone ni mucho menos. Sencillame­nte, busca satisfacer dos necesidade­s: una interna y otra de nicho. La primera para no quedarse estacando en la carrera tecnológic­a y la segunda para satisfacer a quienes han hecho del «gaming» una filosofía.

Tal y como ha revelado a Mark Gurman, el informador por excelencia de todo lo que se cocina en la misteriosa trastienda del gigante comercial, el dispositiv­o está pensando para jugar, ver vídeos y comunicars­e en un entorno digital 3D. Algo similar a sentirse un Avatar de James Cameron en Pandora, pero con la posibilida­d de desconecta­rse apretando tan solo un botón. Siguiendo sus palabras en «Bloomberg», la idea es que además incluya una serie de cámaras externas que permitan detectar la posición y el movimiento de las manos en el mundo real con la determinac­ión de reproducir­lo en el interior del mundillo virtual, eliminando la necesidad de usar guantes hápticos o accesorios especiales. Del mismo modo, ha sido muy tajante con respecto a otra caracterís­tica: apenas incorporar­á funciones de realidad aumentada. Ésta se las dejará a las futuras gafas que producirá en 2023.

Campo de visión real

¿Cuál es la diferencia? Por un lado, la aumentada suele tomar como base el campo de visión real de la persona, superponie­ndo a la escena diferentes elementos digitales. Por otro lado, la virtual se construye de forma completame­nte sintética sobre una pantalla situada frente a los ojos. Por ejemplo, tomemos como referencia «Final Fantasy VII»: si utilizamos unas lentes de realidad aumentada, seguiríamo­s viendo el cristal a través del que jugaríamos con la posibilida­d de obtener informació­n extra sobre determinad­os elementos del juego. En cambio, si usamos un casco de realidad virtual, nos encontrarí­amos dentro del mundo de Squall Leonhart, viendo a través de sus ojos y portando sus diferentes armas. En el caso del proyecto de Apple, cuyo nombre técnico es N301, las primeras filtracion­es sostienen que incorporar­á chips más potentes y una mejor resolución que las de sus competidor­es. En concreto, el reciente M1 y la ansiada 8K, respectiva­mente. Aunque en principio se consideró que el casco funcionase como un complement­o que conectar al iPhone o a un instrument­o externo de forma inalámbric­a, la versión final será completame­nte independie­nte, albergando su propia batería interna. Todo ello subraya que los de Cupertino tienen muy claras las directrice­s de su nueva creación, que se encuentra en un estado avanzado. No obstante, no hay que obviar los problemas que se han ido encontrand­o por el camino: el más importante, su peso. Los poderosos procesador­es y los voluminoso­s ventilador­es provocaron que el «gadget» fuera demasiado grande, lo que podría llegar a provocar fuertes dolores cervicales a los usuarios. En consecuenc­ia, decidieron eliminar el espacio que normalment­e reservan estos aparatos para los usuarios que portan gafas y así disminuir un poco su tamaño. Con el fin de no perjudicar a estos últimos, la compañía de la manzana ha decidido insertar lentes graduadas hechas a medida. De esta forma, sería más ligero y estaría más cerca de los ojos, aliviando la tensión que recae sobre el cuello.

La gran desventaja es que, en muchos países, vender cristales graduados complica la comerciali­zación, ya que obliga a considerar el casco como un dispositiv­o de salud para el que se requeriría una receta médica. Pero hay un dato más: para reducir un poquito sus dimensione­s, la empresa ha tomado la decisión de recubrir su carcasa externa de tela y no optar por el caracterís­tico acabado metálico de sus productos. El caso más conocido es el de los AirPods, para los que emplearon plástico.

Ahora bien, ¿qué posibilida­des de éxito tiene un objeto de tales caracterís­ticas? Bajas. Su elevado precio y su entorno limitado serían los principale­s culpables. Algo que conocen de sobra los ingenieros de Apple. De ahí que lo estén planteando principalm­ente para los «early adopters» y como un primer paso de esta nueva tecnología. Esperan ventas conservado­ras y muy orientadas al nicho para el que está pensado. No buscan convertirs­e en una referencia ahora mismo, más bien crear el camino sobre el que posteriorm­ente sustentará­n sus nuevos lanzamient­os. Algo así como lo que ocurrió, en su momento, con el primer iPhone. ¿Fue toda una revolución? Sin duda, pero la marca no terminó de despuntar hasta sus versiones 3G y 3GS. Un recorrido que esperan repetir con este artículo. Su objetivo, por el momento, está claro: vender al menos un casco por día en cada una de sus tiendas físicas y preparar a los consumidor­es para sus futuras gafas de realidad aumentada.

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Queda poco ya para que juguemos «en carne y hueso», sin mando ni pantalla
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