La Razón (Levante)

Hasel es el Gobierno, el Gobierno es Hasel

- Eduardo Inda

«Los demócratas, la gente de bien, contemplan anonadados cómo el mundo se vuelve del revés»

PabloPablo Iglesias es lo que es gracias a la irresponsa­ble actuación de prácticame­nte todos los medios, que le rieron las gracias, le dieron cobertura y, lo que es peor, regalaron apariencia de normalidad a una anormalida­d política, ética y legal como la copa de un pino. Los medios que ahora se quejan amargament­e de la saña que les dispensa este protodelin­cuente, ¡bienvenido­s al club!, no tienen derecho a la más mínima queja. Contribuye­ron a la creación del monstruo. Sin su concurso seguiría siendo el lumpen que nunca debió dejar de ser. En ningún país occidental serio, periódicos, radios y television­es se dedican mañana, tarde y noche a promociona­r como si fuera una suerte de Mandela redivivo a un individuo de extremísim­a izquierda. A un maleante que trabajaba de quintacolu­mnista en Madrid para el mundo proetarra. A un sujeto a sueldo de la narcodicta­dura venezolana y de esa teocracia iraní que lapida mujeres y cuelga gays. A un ser innoble que instaba a los suyos a «salir a la calle a cazar fachas». A un tipejo que rozó el orgasmo en TV viendo cómo unos terrorista­s callejeros pateaban a un antidistur­bios. De aquellos polvos vienen estos lodos. Entre medias, el abogado putativo de ETA, de los GRAPO y de esa banda terrorista FRAP en la que militó su malencarad­o padre, salió elegido diputado y, gracias a la estupidez congénita del centrodere­cha patrio y a la necesidad del amoral Pedro

Sánchez, acabó logrando entrar en el Gobierno de España. Ahora todos se llevan las manos a la cabeza porque el pájaro, en su calidad de ¡¡¡nº 3 del Ejecutivo!!!, respalda sin matices al megadelinc­uente Pablo Hasel. Ahora a todos se le ponen los pelos como escarpias al contemplar cómo el cayetano argentino Echenique, portavoz parlamenta­rio ni más ni menos, muestra «todo» su apoyo «a los jóvenes antifascis­tas que están pidiendo justicia y libertad de expresión». Los luchadores por la libertad han dejaron heridos a más de 50 policías y el día menos pensado matarán a uno de ellos. El mantra goebbelsia­no de esta banda no cuela: al niño de papá Hasél no le han condenado por cantar. No. Le han metido dos años de cárcel por pedir que se ponga un coche bomba a Patxi López, por incitar a la ciudadanía a «clavar un piolet a José Bono en la cabeza» y por invitar a pegar tiros en la nuca a los dirigentes del PP. Esta apelación al terrorismo le costó una primera condena de dos años de cárcel y una segunda de seis meses. El currículum de este hijo de Satanás no queda ahí: le han metido otros 6 meses de prisión por pegar a un reportero de TV3 y dos y medio más por apalear a un ciudadano que declaró en un juicio contra un amigo suyo. Los demócratas de este país, la gente de bien, esa España que madruga y que nada tiene que ver con esta sarta de vagos, contemplan anonadados cómo el mundo se vuelve del revés. Antes los delincuent­es tenían en el Gobierno a sus más enconados enemigos. Lo normal en un Estado de Derecho. Ahora cuentan en el Consejo de Ministros con sus más firmes y valiosos defensores. Que Hasel es el Gobierno está claro, la gran duda es si Sánchez va a consentir que el Gobierno sea Hasel. Que parece lo mismo pero no es lo mismo. De momento, es que sí.

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