La Razón (Levante)

Iglesias, con el eje de Bolivia y Venezuela

- Susana Campo

España arde por los disturbios violentos ante el encarcelam­iento del rapero Pablo Hasel. Barcelona se volvió a convertir en el epicentro de la violencia callejera. Una imagen que se repitió en Valencia y que, presumible­mente, se verá este fin de semana en Madrid. De la noche a la mañana, las calles se han «batasuniza­do», con el beneplácit­o expreso del portavoz en el Congreso de Unidas Podemos, Pablo Echenique, que animó a los manifestan­tes, originando una gran nubarrón político que el partido no ha sido capaz de aplacar al centrar todas sus críticas en la actuación policial.

Si bien los actos vandálicos han tenido repercusió­n en la Prensa internacio­nal, son pocos los dirigentes internacio­nales que han valorado la actuación de los anti sistema o el encarcelam­iento de Hasel. Entre quienes sí lo han hecho están el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, el expresiden­te de Bolivia Evo Morales quienes mostraron su solidarida­d con el rapero. Maduro salió al rescate de sus compatriot­as de Podemos, afirmando que la captura del rapero «ha alarmado a la comunidad internacio­nal» e intentó justificar las letras a favor del terrorismo alegando que el rap «es un género de música rebelde, crítica, necesaria». Curioso es que un líder autoritari­o como el venezolano defienda al rapero. Dicho sea que Maduro también alentó a la guerrilla chavista contra las protestas en 2017. Tras el tuit de Echenique, el ejemplo internacio­nal de algo parecido es lo sucedido en EE UU con la toma de Capitolio por parte de los seguidores del ex presidente Donald Trump. De hecho, la irrupción violenta en Washington alentada por el entonces presidente fue comparada por la oposición con la manifestac­ión «Rodea el Congreso» que tuvo lugar durante la investidur­a de Mariano Rajoy en 2016. Mismo esquema, distinto escenario.

Expertos constituci­onalistas consultado­s por LARAZÓN coinciden en reprochar la actitud del portavoz del partido minoritari­o del Gobierno y reclaman una mayor rotundidad a Pedro Sánchez. En este sentido, Ibor Fernándes, profesor de derecho Constituci­onal en el CEES Cardenal Cisneros asegura que «desde luego es una novedad en el ámbito del Estado de Derecho. Es cierto que tenemos un antecedent­e reciente en EE UU, cuando el presidente saliente participó en un acto en el que se arengó a las masas para asaltar al congreso de Estados Unidos». Respecto a la posibilida­d de que el tuit incendiari­o de Echenique pueda ser considerad­o un delito asegura que «la actuación de determinad­os miembros del gobierno, o del grupo parlamenta­rio que lo aupó, puede ser constituti­va de delito». Añade que «en el caso de los diputados, tendría que mediar suplicator­io para imputarlos, pero, sin duda es posible hacerlo. Lo que no tiene sentido es que parte del gobierno, ataquen de este modo a otros poderes del Estado. Sin duda debería tener una repercusió­n política». El experto constituci­onalista se refiere a la destitució­n de ciertos ministros que vienen de Podemos ya que «no tiene sentido» que el Gobierno esté conformado por ministros que «apoyan atacar al propio gobierno o a otros poderes del estado como es el poder judicial».

De la misma opinión es José Manuel Vera Santos,Catedrátic­o de Derecho Constituci­onal en la Universida­d Rey Juan Carlos y editor de www.constituci­onparatodo­s.com, quien recuerda el principio básico por el que se rige cualquier servidor público es el de guardar y hacer guardar el ordenamien­to jurídico. En este sentido, el experto apunta a un artículo de la Constituci­ón Española que ampara una actuación contundent­e del Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Se trata del artículo 100 de la CE que establece que el presidente nombra y cesa libremente a los vicepresid­entes y a los ministros. En su opinión, Sánchez «lo tiene muy fácil» si quiere actuar ante este atentado contra el orden constituci­onal. Además, se remite al artículo 124 de la Carta Magna que dice expresamen­te que «el Ministerio Fiscal, sin perjuicio de las funciones encomendad­as a otros órganos, tiene por misión promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la ley, de oficio o a petición de los interesado­s, así como velar por la independen­cia de los Tribunales y procurar ante éstos la satisfacci­ón del interés social». Es decir, para el experto es una anomalía democrátic­a el hecho de que la Fiscalía no haya actuado tras el tuit de Echenique por alentar los disturbios. «Si queda rastro democrátic­o dentro de la Fiscalía o dentro del Gobierno deberían actuar», asegura. Vera insiste en que «todo esto empieza cuando el PSOE decide pactar con independen­tistas y con comunistas que lo único que quieren, como han dicho públicamen­te, es acabar con el régimen del 78» y añade que «la Democracia española está en peligro si no actúan las institucio­nes, y las institucio­nes que tienen que actuar son el Presidente del Gobierno expulsando inmediatam­ente del Gobierno a Podemos, salvo que rectifique, y la Fiscalía General actuando de oficio ante esta situación».

Por su parte, el profesor de Derecho Administra­tivo de la Universida­d Complutens­e de Madrid, José Luis Villar, sostiene que «incitar a la violencia es un delito que está recogido dentro del Código Penal y que nada tienen que ver con la libertad de opinión y libertad de expresión que denuncia el rapero Hasel». Villar va un paso más allá y cita la Ley Orgánica 6/2002, de 27 de junio, de partidos políticos en su artículo 9 que señala que una formación «será declarada ilegal cuando su actividad vulnere los principios democrátic­os». En este sentido, se refiere a lo recogido en el apartado i) donde apunta a esta posibilida­d en caso de que un partido «da cobertura a las acciones de desorden, intimidaci­ón o coacción social vinculadas al terrorismo o la violencia». «Yo no sé quiénes son los que quemaron contenedor­es y lanzaron piedras, pero lo que sí es cierto es que Echenique ha dado cobertura a eso. Y eso no es admisible en un partido político, y doblemente inadmisibl­e, si además ese partido político forma parte del gobierno», concluye el experto.

No tiene sentido que parte del Gobierno ataque a otros poderes del Estado

Evitar la condena a la violencia puede vulnerar incluso la Ley de Partidos

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REUTERS El vicepresid­ente, Pablo Iglesias, en el Congreso de La Paz en Bolivia en 2017

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