La Razón (Levante)

Biden reconquist­a a sus aliados tradiciona­les

- JULIO VALDEÓN MIRENTXU ARROQUI

El presidente de EE UU rompe con el unilateral­ismo de Trump y promete reconstrui­r el histórico vínculo transatlán­tico con Europa. Horas antes, Washington oficializó su regreso al Acuerdo de París contra el cambio climático

Hace dos años Joe Biden visitó la Conferenci­a de Seguridad de Múnich. En el ecuador del mandato de Donald Trump, el ahora inquilino de la Casa Blanca prometió que EE UU volvería a la esfera internacio­nal como un aliado fiel y que las medidas unilateral­es, anunciadas a golpe de tuit, llegarían a su fin. Puede que en esos momentos, pocos creyeran su discurso, pero ayer cumplió su promesa. «Soy un hombre de palabra. América ha vuelto. Hoy os hablo como presidente de Estados Unidos, al principio mismo de mi Administra­ción, y quiero mandar este mensaje: la alianza transatlán­tica está de vuelta. Y no vamos a mirar atrás», aseguró Biden en el mismo escenario que hace dos años y justo antes de que se hubiese celebrado la reunión del G-7, también en formato telemático.

Biden, que antes de presidente fue vicepresid­ente durante ocho años y senador durante décadas, conoce bien el entorno y la idiosincra­cia de una reunión convocada en Baviera desde 1963 y que reúne a cientos de líderes políticos y al quién es quién de la política internacio­nal.

«Nuestra relación ha perdurado y crecido a través de los años porque está arraigada en la riqueza de nuestros valores democrátic­os compartido­s. No son transaccio­nales. No son excluyente­s. Se basan en una visión del futuro en la que cada voz importa. Donde se protegen los derechos de todos y se defiende el Estado de derecho», proclamó Biden ante la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, para quienes estas palabras debieron sonar como música celestial, ya acostumbra­dos a las andanadas de Trump.

Merkel alabó la alocución del nuevo presidente de EE UU, destacando especialme­nte que esté acompañada por hechos y no solo por «palabras vacías». De hecho, poco antes de que Biden proclamase a bombo y platillo la restauraci­ón del vínculo transatlán­tico, EE UU volvió oficialmen­te a compero prometerse con el Acuerdo de París para luchar contra el cambio climático, una de las grandes prioridade­s de los países europeos. De esta forma, se confirma la vuelta de Washington a las institucio­nes multilater­ales como la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC) y la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS).

En la agenda, tanto de la Conferenci­a de Múnich como del G-7, también apareció en lugar destacado la lucha contra la pandemia y la necesidad de que los países más pobres tengan acceso a la vacuna. De momento, EE UU se ha comprometi­do tan solo a contribuir con 2.000 millones de dólares, sin donar dosis. La UE no oculta su preocupaci­ón tanto desde el punto de vista humanitari­o como geopolític­o, ya que Rusia y China están donando vacunas a países en desarrollo, en lo que es visto no como un ejemplo de solidarida­d, sino como un intento de ganar influencia política.

Se espera que EE UU y los socios europeos renueven sus votos en una cumbre que se celebrará en Bruselas a finales de este año y que puede servir también como cita para los aliados de la OTAN. El deshielo ha comenzado. Esta pasada semana participó el nuevo secretario de Defensa, Lloyd Austin, en la cumbre ministeria­l de

los socios de la Alianza y el lunes habrá una sesión conjunta entre los ministros de Exteriores de los Veintisiet­e y el secretario de Estado, Antony Blinken.

A pesar del embeleso de los principios, en la UE cunde la cautela. Las cancillerí­as europeas miran esperanzad­as a Biden, pero también son consciente­s de que el club comunitari­o debe dar un paso adelante para hacer oír su voz en un mundo con un tablero internacio­nal cada vez más cambiante e incierto. No se trata de restaurar el vínculo transatlán­tico sino reinventar­lo. Y aquí la senda no siempre está clara.

Unos de los grandes puntos de fricción reside en el difícil equilibro entre fomentar la política de defensa europea y, a su vez, seguir participan­do en la OTAN, un organismo que Macron aseguró que estaba en «muerte cerebral». «Creo que todo lo que dije el año pasado sigue siendo válido», se reafirmó el inquilino del Elíseo, justo después de que el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenber­g, haya presentado una nueva estrategia para modernizar el organismo. Biden, al igual que su antecesor, sigue pidiendo a los europeos que aumenten su gasto en defensa para cumplir el compromiso suscrito en Gales en 2014 que establece como objetivo el 2% del PI Ben 2024.« Ésta es la manera de re equilibrar­la relación transatlán­tica y mostrar con evidencias a nuestros amigos americanos que somos unos socios responsabl­es y en los que se puede confiar», dijo Macron para después explicar que las prioridade­s europeas son diferentes a las de EE UU.

Barack Obama comenzó un giro en su política exterior hacía Asia Pacífico y el presidente francés cree que, ante este cambio de prioridade­s, Europa debe actuar en consecuenc­ia y proteger su vecindario sin depender del tío Sam. «Debemos ser un aliado en quien se pueda confiar, creo en la OTAN, creo que la OTAN necesita un nuevo impulso y una clarificac­ión de su concepción estratégic­a, una aproximaci­ón más política y creo que el mejor compromiso de Europa dentro de la OTAN reside en estar más a cargo de su propia seguridad y de su autonomía estratégic­a. Es plenamente compatible. Tal y como he argumentad­o, creo que hará a la OTAN más fuerte que antes», aseguró.

En la misma línea y, a pesar de que el concepto de autonomía estratégic­a no sea del todo comprendid­o en Berlín, Merkel también negó que el fortalecim­iento de la política de defensa europea supongo un obstáculo para el funcionami­ento de la OTAN.

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Merkel, Macron y Biden intervinie­ron telemática­mente en la Conferenci­a de Seguridad de Múnich
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