El fin de la buena voluntad
El autor de este libro, Jean-Pierre Barou, marca desde la primera línea su tema y enfoque a las claras: «La literatura puede suplantar a la historia en su propio terreno. España, con su terrible guerra que nos sigue atormentando (...) nos sitúa mejor que ningún otro conflicto en esta vía inaugurada por Thomas Mann». Une así nuestra contienda, que pervive entre nosotros a día de hoy, con la actualidad política y con uno de los máximos intelectuales de la Europa de la primera mitad del siglo XX, uno de tantos que se manifestaron en contra del avance del fascismo, en todo el continente y en España en particular en lo que nos atañe ahora. El título del libro, «La guerra de España: reconciliar a los vivos y los muertos», originalmente publicado hace seis años, está inspirado en una cita de Georges Bernanos, católico y monárquico, que vinculó la guerra, todo un preludio de la tragedia universal para él, con «la desaparición del hombre de buena voluntad». Tradicionalmente, se ha destacado mucho cómo diversos intelectuales anglosajones vinieron a España para conocer el conflicto a ras de suelo, de ahí que sea muy bienvenido una perspectiva diferente, la de autores de otras lenguas, en especial, desde Francia y un Mann que entregará a André Gide su texto panfletario «España», que vio la luz en 1937. Barou crea una malla de relaciones ideológicas entre diversos escritores, colocando al mismo Mann como voz de alarma del significado de lo que había estallado el año
anterior, con Gide repitiendo su mensaje, con Bernanos amplificándolo, y con Albert Camus dándole el colofón, con palabras como estas de 1948: «Las primeras armas de la guerra totalitaria se mancharon con sangre española». Presenta así un cuarteto de diferentes sensibilidades poliìticas que coincidieron en un análisis moral de aquel conflicto, enlazándolo con nuestro sesgo cultural trágico, que va desde «Fuenteovejuna», de Lope de Vega, hasta «Yerma», de Lorca.