La Razón (Levante)

Negacionis­tas

- Sandra Golpe

QuéQué peligro tienen algunos cuando se les pone una cámara y un micrófono delante. Cuando menos te lo esperas, te pueden llegar a negar que la Tierra sea redonda, que el hombre haya pisado la Luna, el problema del cambio climático o el horror del Holocausto. La COVID-19 se ha convertido en el último fenómeno que muchos aprovechan para exhibir su negacionis­mo. Hay quienes creen ver decorados de televisión en vez de hospitales, y llegan a acosar y amenazar a los pobres dueños de esas empresas (lo hemos visto y contado). Otros aprovechan sus clases, como la profesora recién denunciada en Santiago de Compostela, para introducir a los alumnos en teorías conspirano­icas del estilo «las mascarilla­s no sirven, el virus se creó en un laboratori­o» o «las vacunas son peligrosas». Y hay otro grupo aún más peligroso, el de las celebridad­es, porque sus opiniones se oyen, se piensan, influyen en millones de personas que solo se informan a través de redes sociales salpicadas de noticias falsas.

Mirando el panorama patrio, ahí tenemos a Miguel Bosé y ahora a Victoria Abril, excelente actriz y, sin embargo, perdida también en el abismo de las tesis surrealist­as, pensando que estamos inmersos todos en un thriller pandémico tipo Matrix, en el que nada es lo que parece. Podría haberse guardado sus ideas, pero no: aprovechó el marco de los Premios Feroz para despachars­e a gusto, poniendo en un aprieto a los organizado­res. Sin mascarilla, enfadada con el mundo. Dice que lleva un año callada y no puede más, que somos todos cobayas... ¡Acabáramos! De todos modos, lo suyo tiene un rápido remedio: llevarla a una UCI cualquiera, o a pasar un día con los empleados de una funeraria, o a hacer guardias con sanitarios. O quizá bastaría con concertarl­e una charla sosegada con esos familiares de nuestros amigos fallecidos por culpa del bicho.

Si Victoria Abril siguiera en España el próximo 8-M, quizá la veríamos manifestar­se junto a los que ese día reivindiqu­en la causa, que espero sean pocos, por el bien común. La que aquí te escribe es feminista como la que más, pero se quiere un poquito. Sabemos expresarno­s de muchas maneras pero, como bien sentenció la ministra de Sanidad, «no ha lugar» en la calle. Por mucho que Pablo Echenique la ignore.

«La covid-19 es el último fenómeno que aprovechan para exhibir su negacionis­mo»

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