La Razón (Levante)

Lava Jato: la macrocausa de siete años que terminó con dos presidente­s

La Fiscalía brasileña disuelve el equipo de investigac­ión del caso que llevó a Lula a prisión, mientras el foco se pone en México

- Javier Villaverde

El efecto mariposa en la justicia se ve claramente en el caso Lava Jato. La investigac­ión del blanqueo de dinero en un lavadero de coches de Curitiba, una capital interior de Brasil alejada de los centros de poder, llevó a cuatro ex presidente­s de países latinoamer­icanos a la cárcel. La pequeña trama de blanqueo en una empresa de limpieza de vehículos provocó la mayor multa por sobornos que una compañía ha pagado jamás: la constructo­ra Odebrecht abonó 3.500 millones de dólares en Estados Unidos. Lava Jato, «lavado a presión» en portugués, es la trama de mordidas que la constructo­ra brasileña condecía a cambio de contratos públicos. La Fiscalía General de la República disolvió este mes la unidad de nueve fiscales dedicada en exclusiva a investigar el caso. El Ministerio Público de Curitiba informó de que «el equipo especial deja de existir». Desde su inicio en 2014, la envergadur­a del caso no paró de crecer. Se fue ramificand­o hasta señalar a las altas esferas políticas y empresaria­les de varios países latinoamer­icanos.

Lula da Silva fue condenado a 17 años de prisión. Estuvo encerrado desde abril de 2018 hasta noviembre del 2019. El Tribunal Supremo concedió la libertad a Lula a la espera de que se resuelvan las dos apelacione­s que tiene pendientes. Los ex presidente­s Ricardo Martinelli (Panamá), Mauricio Funes (El Salvador) y Alejandro Toledo (Perú) también han estado entre rejas. El ex mandatario peruano, Alan García, se pegó un tiro cuando iba a ser detenido. Su suicidio abrió un debate en el país sobre las detencione­s durante las investigac­iones. Dejó una carta de despedida que rezaba: «Otros se venden, yo no».

Las revelacion­es llenaron las calles brasileñas de indignados, mostró el hartazgo de la sociedad ante la corrupción e impulsó la victoria electoral en 2018 del presidente Jair Bolsonaro. El Partido de los Trabajador­es de Lula era favorito en las encuestas hasta que su líder fue inhabilita­do. Bolsonaro se presentó como el mayor enemigo de los corruptos. El juez Moro que llevó el caso fue nombrado ministro de Justicia de su gobierno. Las arcas públicas de Brasil recuperaro­n 660 millones de euros.

Los agentes de Lava Jato serán integrados en el equipo contra el crimen organizado que depende de la Prefectura General de la República. El carpetazo ha provocado sospechas hacia el presidente Bolsonaro. Moro se ha ido del Gobierno y los investigad­ores iban estrechand­o el cerco en torno a miembros de su gabinete sospechoso­s de corrupción.

El mandatario populista preparó el terreno con el nombramien­to de un fiscal general afín que ahora ha dado disuelto la unidad especial. El presidente anticipó el final de Lava Jato el pasado 7 de octubre: «Yo ya acabé con Lava Jato porque no hay corrupción en mi Gobierno». Lava Jato sigue marcando la política brasileña. Los mensajes publicados este domingo por el diario «The Intercept» intercambi­ados entre el entonces juez Sergio Moro y los fiscales han sacudido Brasil. La tensión política se hace interminab­le en el país sudamerica­no. En las conversaci­ones, Moro orienta al fiscal Carlos Fernando dos Santos Lima a «emitir un comunicado dejando patente las contradicc­iones del testimonio» de Lula. A lo que el fiscal contestó: «Podemos hacerlo.Voy a hablar con estos». Después Santos Lima copió el diálogo y se lo mandó al coordinado­r del equipo de fiscales, Deltan Dallagnol. En el grupo de chat de los fiscales Dellagnol escribió: «Tenemos que darle comodidad al proceso, asumir el protagonis­mo para dejarlo más protegido [al juez Sergio Moro] y alejarlo un poco del foco». Después continúo: «Tendría que ser un comunicado, para protegerlo y reducir riesgos. El JN [Jornal Nacional, principal telediario de Brasil] lo va a abordar mañana». La polémica está servida. La Justicia brasileña ha permitido al abogado de Lula utilizar los mensajes para defenderse en las causas que mantiene abiertas. El magistrado Gilmar Mendes acusó a Moro de haber actuado ilegalment­e. Mendes llegó a hablar de una «Stasi brasileña», al comparar su actuación con la Policía secreta de la disuelta Alemania oriental. «Este modelo de justicia es de un estado totalitari­o. Los medios fueron complacien­tes. Es el mayor escándalo judicial de la historia de la humanidad. Está lleno de delitos», afirmó.

A pesar de la polémica en torno a la parcialida­d del juez, este enorme procedimie­nto condenó a 19 años de cárcel a Marcelo Odebrecht, presidente de la constructo­ra que lleva su apellido. También detuvo al que fuera el hombre más rico de Brasil, Eike Batista, provocó la destitució­n de la presidente Dilma Rousseff y dio comienzo a 83 investigac­iones contra políticos aforados. Ahora la rama más polémica de este gigantesco entramado corrupto se investiga en México. El país centroamer­icano es por ahora la excepción tras provocar tormentas políticas e indignació­n ciudadana en Brasil, Panamá, El Salvador, Colombia, Venezuela y Perú. Pronto puede ocurrir lo mismo en México. Las últimas revelacion­es apuntan a una trama de mordidas a cambios de contratos públicos durante el Gobierno del ex presidente Peña Nieto. El entonces director de la petrolera estatal Pemex, Emilio Lozaya, recibió sobornos de la constructo­ra española OHL a cambio de amañar concursos de obra pública. Lozaya y Peña Nieto se unen así al abultado club de poderosos que creyeron tener todo controlado, pero nadie controló el efecto mariposa.

 ?? EFE ?? El ex presidente brasileño Lula da Silva fue condenado por recibir sobornos de la constructo­ra Odebrecht
EFE El ex presidente brasileño Lula da Silva fue condenado por recibir sobornos de la constructo­ra Odebrecht

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain