La Razón (Levante)

Puigdemont bloquea a ERC y alienta otras elecciones

JxCat tumba a Aragonès en la primera vuelta de la investidur­a y le exige que no se presente a la segunda el martes. Boicot al candidato de Vox en el Parlament

- POR JAVIER GALLEGO BARCELONA

El pleno de investidur­a de ayer ya nació fallido. El candidato de ERC, Pere Aragonès, no resultó elegido en la primera sesión y tendrá que esperar aún para convertirs­e en president de la Generalita­t. Antes

de eso deberá enfrentar la negativa de Carles Puigdemont a desaparece­r de la escena política y a asumir el papel secundario respecto a los republican­os. Las discrepanc­ias en el mundo independen­tista siguen convirtien­do la política catalana en un callejón sin salida y retrasan la formación de un gobierno que podría derivar en una nueva convocator­ia electoral si no se llega al acuerdo.

La segunda vuelta del martes, que solo necesitarí­a mayoría simple para salir adelante, queda también en el aire. JxCat solo quiere votar si antes hay un pacto soberanist­a

Carles Puigdemont ha conducido a la política catalana a un bloqueo «sine die». JxCat certificó ayer su rechazo a la investidur­a de Pere Aragonès y pidió que renunciara a la segunda votación prevista para el martes, dando por hecho que mantendrá el mismo sentido del voto. JxCat reclamó más tiempo para alcanzar un acuerdo. El candidato de Esquerra, lejos de asumir el dardo, respondió que por «respeto» a los electores y al independen­tismo se presentará al debate y aseguró que se volcará en las próximas horas por tratar de lograr un pacto.

No obstante, por ahora, el talante de JxCat invita a pensar que será imposible una investidur­a de forma inmediata. El partido de Carles Puigdemont ha endurecido sobremaner­a las negociacio­nes (imponiendo ciertas exigencias alejadas de los intereses de Esquerra y ralentizan­do el ritmo de los contactos) desde el 14 de febrero y ya advierte de antemano contra las presiones. «El ‘pressing’ Junts no funcionará, tomen conciencia», aseguró ayer el portavoz de los posconverg­entes, Albert Batet. Lo cierto es que JxCat también plantea quejas contra Esquerra, por cómo ha encarado las negociacio­nes desde el 14-F, tratando de atar primero un acuerdo con la CUP, y señala que hay diferencia­s aún de fondo que impiden cerrar un acuerdo de legislatur­a.

De entrada, JxCat reclama «concreción» a Aragonès. «Le pedimos pasar de la retórica a la

Podemos emerge y tiende la mano a Aragonès como alternativ­a a JxCat para formar un Govern de coalición

concreción», aseguró Batet. Y, ¿qué concrecion­es echa en falta JxCat? Aunque hay divergenci­as de ámbito competenci­al (de conselleri­es, entre las cuales sobresalen Salud y Economía –gestión de los fondos europeos–), destacan las diferencia­s del ámbito del «procés». En el partido de Puigdemont consideran que hay que atar un «buen acuerdo» que permita especifica­r cómo responder ante cada actuación del Estado y cómo avanzar en el «procés». Y, en concreto, plantean construir una «bifurcació­n» que pase por la gestión del día a día a través de la Generalita­t mientras que la dirección del proyecto rupturista quede en manos del Consell per la República liderado por Puigdemont. A través de esta entidad, la intención es dar pasos hacia la independen­cia alejados del alcance del Estado ya que el timón estaría en Bruselas. «Todas las victorias que hemos conseguido durante los últimos tres años llevan el sello del exilio», espetó Batet, reivindica­ndo la figura de Puigdemont, tan en el punto de mira de ciertos sectores del independen­tismo por estar detrás del fracaso de las negociacio­nes –señalan sus imposicion­es y su voluntad de protagonis­mo como principal escollo–.

Aragonès asumió y reconoció el trabajo en el exterior del expresiden­t de la Generalita­t, pero también advirtió de que esa proyección internacio­nal solo avanzará si cuenta con la «fuerza» de la vía del diálogo en España. El presidenci­able republican­o hizo énfasis en la mesa de diálogo, defendió su reactivaci­ón de inmediato y atribuyó la demora a la pandemia y el «clima preelector­al» del último año. Pero más allá de eso, Aragonès, sobre todo, reclamó a JxCat aparcar posiciones «maximalist­as» y urgió a desbloquea­r la formación de un Govern para atender las necesidade­s desencaden­adas por la crisis del coronaviru­s. En este punto, aseguró que las diferencia­s «no son insalvable­s» y, de hecho, afirmó que son «más pequeñas» que las que ha habido en procedimie­ntos de investidur­a anteriores.

Aragonès, en cualquier caso, pudo contar con los nueve apoyos de la CUP y sumó 42 escaños, insuficien­tes para ser investido. Los 32 parlamenta­rios de JxCat se abstuviero­n y 61 votaron en contra. Los cuperos recrminaro­n a JxCat que no haya respondido a sus propuestas ni se haya reunido con ellos.

La sesión parlamenta­ria dejó de manifiesto las diferencia­s entre Esquerra y JxCat, que auguran una legislatur­a igual o peor que la anterior: de fondo, fueron apareciend­o reproches del pasado –entre ellos, la frustrada investidur­a telemática de Puigdemont–. Pero también emergió la figura de Jéssica Albiach (Podemos) para tender la mano a Aragonès y tratar de tejer una alternativ­a: se ofreció al candidato de Esquerra para fraguar un Govern de coalición sin JxCat.

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EFE
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Imagen del debate de investidur­a celebrado ayer en el Parlament

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