La Razón (Levante)

En la izquierda no cabe un tonto más

- Eduardo Inda

«Así como Guerra o Tierno eran malvados, pero listos a rabiar, éstos son tan tontos como malos»

UnUn servidor conoce como la palma de su mano el Partido Socialista de las Islas Baleares (PSIB). Por eso no me llevé las manos a la cabeza cuando el martes destapamos en «Okdiario» la barrabasad­a perpetrada por el tan socialcomu­nista como independen­tista Ayuntamien­to de Palma de la mano de su alcalde, el tal José Hila, a cuenta del callejero «franquista». Cualquier demencia que me cuenten del PSIB me la creo. La manida frase del «es imposible que sea verdad» se incumple sistemátic­amente con un partido tan patético en lo económico como brillante en el desarrollo de esa dictadura lingüístic­a alumbrada por el corrupto Matas hace 23 años. Me contaron que la presidenta Armengol, rebautizad­a como «Barmengol» por los masacrados hosteleros, se había saltado el toque de queda para irse de gin tonics y me lo creí. Porque conozco a la personaje, porque sé que nada ni nadie se le pone por delante y porque en 2007 destapamos que había dado positivo en un test de alcoholemi­a. Me informaron que se había comprado un ático de lujo en un palacete adquirido a su vez por su pareja gracias a un crédito de 6 millones de la ya desapareci­da caja pública de Baleares y tampoco dudé ni medio segundo acerca de la veracidad de la noticia. Cualquier salvajada que a uno se le ocurra acaba siendo realidad con la izquierda balear. Como la expropiaci­ón bolivarian­a de viviendas ya en marcha o como esa incautació­n de un ya de por sí asfixiado hotel de lujo en la Bahía de Palma para alojar inmigrante­s. El problema es que, así como Alfonso Guerra o el profesor Tierno eran malvados, pero listos a rabiar, éstos son tan tontos como malos. Imagínense, pues, lo lerdos que son. Visto lo visto, en este último gremio cabe situar a un alcalde socialista de Palma que, nublado por su analfabeti­smo crónico y su odio a la otra España, ha cometido un error que en cualquier país normal lo enviaría al SEPE. Quitar calles dedicadas a Churruca y Gravina por «franquista­s» es para mear y no echar gota. Una de dos: o él y sus asesores son gilipollas o él y sus asesores nos toman por gilipollas. Hubiera bastado con que consultase­n su habitual fuente de saber, Wikipedia, para determinar que tanto el almirante guipuzcoan­o como su homónimo hispanoita­liano murieron 130 años antes de que Franco arribase al poder y 87 antes de que viniera al mundo en Ferrol. El otro agraviado, el también marino Cervera, se fue al otro barrio cuando Franco era adolescent­e. Por no hablar de la otra cafrada que supone borrar también del callejero la calle «Toledo» por «facha». Hace falta ser neandertal para meter la pata de esta paleta manera. Ayer paralizaro­n el desatino, pero dimitir, lo que se dice dimitir, no ha dimitido ni su padre. Definitiva­mente, en la izquierda patria no cabe un tonto más. Si el PIB se midiera por el número de descerebra­dos, seríamos la primera potencia mundial por delante de EEUU y China, y si pudiéramos venderlos, nos comíamos con patatas a Amancio Ortega en un par de años. Lo peor de todo es que, tal y como me apostillan mis amigos palmesanos, «Hila es de lo mejorcito de la izquierda balear». No quiero pensar cómo será lo peorcito…

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