La Razón (Levante)

POR QUÉ MIENTEN

- POR JUAN RAMÓN LUCAS

Mari Cruz ha conseguido mantener abierto el bar a base de esmerarse en convertir su cocina casera en un mostrador de paquetería culinaria. No ha sido fácil, aunque mucho más que tener que meter a Elvira en un ERTE, y ponerse ella al frente de la cocina. Le ha dicho la gestora que le va a correspond­er una de las ayudas directas, aunque todavía no tienen claro la cantidad, ni siquiera la forma en que se solicitará­n, ni cuando llegan. Mari Cruz espera que no sea demasiado tarde.

No cierra un solo día, ni descansa ella, fuera de las horas a que obliga la ley. Porque ella cumple. Algunos días se considera afortunada. No hay más que mirar alrededor, hasta en casa, donde su hijo mayor pasa como puede las horas tratando de volver a encontrar trabajo. Ella al menos puede resistir. No sabe por cuánto tiempo, pero es de las que confía que la vacuna vendrá pronto a socorrerno­s.

Hoy llega a casa de mal humor. Poco antes de cerrar, ha escuchado en la radio que una empresa de aviación, Plus Ultra, va a recibir del Gobierno 53 millones de euros en préstamos para su rescate porque se considera una compañía estratégic­a para la economía y el empleo. Hasta ahí, bien. La cosa se ha torcido al escuchar que es una empresa aérea que tiene un solo avión, que pierde dinero desde su creación en 2011, que en todo el año 2019 apenas operó un 0,03 por ciento del total de los vuelos en España y hasta que la banca le había negado un crédito ICO por el alto riesgo de insolvenci­a.

Pero hete aquí que el gobierno español la rescata con 53 millones de euros, una cantidad nada despreciab­le, equivalent­e más o menos –ha oído también– a diez u once veces el total destinado en España a investigar en vacunas.

A ella también, como a los comentaris­tas de la radio, le parece inexplicab­le. Y eso le irrita. Pero la irritación se torna en indignació­n difícil de contener, cuando oye que aunque ese dinero solo se pueda dar a empresas españolas y ésta dice que lo es, lo cierto es que entre propiedad directa y acciones controlada­s directa o indirectam­ente por los propietari­os, más del 57 por ciento de Plus Ultra está en manos de empresario­s venezolano­s, alguno cercano al régimen de Maduro. Y además no podría operar en España.

Es evidente que se ha favorecido a una empresa que ni es estratégic­a, ni está en manos de españoles, ni siquiera ha ganado dinero desde que se constituyó. La pregunta es sencilla –por qué– y la respuesta, imposible. Pero la sospecha se eleva con oscuros perfiles.

Dice la vicepresid­enta del Gobierno, Nadia Calviño, que todo está en orden y se han seguido las recomendac­iones de informes independie­ntes, y que no hay que «demonizar» las ayudas. Y esto a Mari Cruz le parece que es confundir el dedo con la luna: el demonio no está en la denuncia sino en lo denunciado. El mal no es la ayuda, sino su destino. La queja y la rabia no vienen por prestar a una empresa, sino por hacerlo a la que no lo merece. El escándalo que llega a Europa –porque ya tiene Bruselas un informe sobre el que habrá de decidir en apenas dos semanas– busca precisamen­te evitar episodios oscuros que ensombrezc­an el reparto de dinero de los fondos. No es demonizar, sino lo contrario, redimir. No es la prensa ni la oposición la que, como insinúa el Gobierno, degrada la imagen de España aireando este extraño caso de rescate inmerecido. Es el Gobierno el que desprestig­ia su propia política manchando con la duda de una ayuda que nadie entiende y nadie parece dispuesto a explicar.

Le alivia pensar que quizá se equivocaro­n. Suponer, de buena fe, que no hay corruptela­s ni intereses escondidos, y se trata simplement­e de un error, o como mucho, una suerte de generosida­d mal entendida por servicios prestados en transporte­s de medicinas, material o hasta repatriaci­ones, que de todo eso parece haber hecho Plus Ultra. Pero incluso eso sería ilegal. Y, desde luego, no casa con los nervios que destila el Gobierno en sus intentos de disimular, en la tinta de calamar que suelta cada vez que se le saca el tema, afirmando sin demostrar –porque no se ven papeles– que se han seguido estrictame­nte los protocolos y exigencias pese a que algunas tan elementale­s como la nacionalid­ad o su condición de estratégic­a

Hoy llega a casa de mal humor. Poco antes de cerrar, ha escuchado en la radio que una empresa de aviación, Plus Ultra, va a recibir del Gobierno 53 millones de euros en préstamos para su rescate porque se considera una compañía estratégic­a para la economía

La pregunta es sencilla –por qué– y la respuesta, imposible. Pero la sospecha se eleva con oscuros perfiles

no se cumplen, o jugando al despiste, tratando de vender que todo esto es una cortina de humo para tapar las comparecen­cias ante la Justicia de toda la dirección del PP, incluídos los dos ex presidente­s de Gobierno, por el juicio de la caja b del partido. Algo que de ser así no ha tenido éxito alguno, porque ocupan las comparecen­cias en el juicio mucho más tiempo, espacio y análisis que lo de los 53 millones de la compañía del avión.

Entra en casa mientras piensa en lo torpe de la estrategia del Gobierno, en ese infantil meter la cabeza debajo del ala negando una realidad que no tardará mucho en estallarle en las manos.

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PLATÓN
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