La Razón (Levante)

Carrerón bancario

- Cristina L. Schlichtin­g

El espinoso asunto de las declaracio­nes patrimonia­les de los políticos desata pasiones entre nosotros, el pueblo de la envidia. Más que sopesar cómo y por qué puede una persona reunir determinad­o capital, lo que hacemos los españoles es comparar nuestra cuenta corriente con los datos publicados. Si el señor o la señora tienen más que nosotros, lo condenamos. En realidad, la pregunta no es cuánto tienen éste o aquél, sino cómo lo han ganado.

A mí, que el ministro Castells sea el más rico del Gabinete del Gobierno, con cuatro millones de patrimonio, me parece divinament­e. Tengo entendido que vie700.000 ne de una gran carrera en Estados Unidos y me alegra que contribuya a la dirección de los asuntos públicos un señor que se desempeña con éxito socialment­e. Lo prefiero mil veces a que, por ejemplo, cobre de mis impuestos alguien como Gabriel Rufián, que apenas ha trabajado en una empresa de empleo temporal, que además prescindió de sus servicios. Si un prócer tiene dinero de origen honrado demuestra, entre otras cosas, que no viene a la política a enriquecer­se ni a meter la mano en la caja. Desconfío por principio de las personas sin oficio ni beneficio, que hacen de repente carrera pública. Gato, gato, que decía mi abuela.

Que una señora como Margarita Robles tenga de patrimonio euros, después de haber sido ministra de Defensa y Exteriores y con una carrera judicial, entre otras cosas como magistrada del Supremo y vocal del Consejo del Poder Judicial, lo único que me certifica es que en nuestro país es muy difícil hacer dinero con una recorrido profesiona­l intelectua­l o liberal. A mí me gustaría que una trabajador­a tan cualificad­a tuviese más ahorros a los 64 años, cuando está a punto de jubilarse.

Lo que me escama, por el contrario, es el carrerón económico que llevan Pablo Iglesias e Irene Montero, que ya acumulan juntos

Si un prócer tiene dinero de origen honrado demuestra que no viene a la política a enriquecer­se ni a meter mano en la caja

el mismo patrimonio que la ministra Robles, 700.000 euros. Y eso que tienen tres hijos. Es literalmen­te imposible que el vicepresid­ente, que ha sido siempre profesor universita­rio y cuyo recorrido después ha sido, sucesivame­nte, la fundación de Podemos, el cargo de europarlam­entario y los puestos como diputado nacional y ministro, haya amasado tamaño patrimonio sin nosotros, los sufridos contribuye­ntes. Literalmen­te –y salvo que sus fondos procedan de Venezuela– hemos pagado cada euro de sus ahorros. Más grave es el caso de su mujer, cuya única ocupación laboral fuera de la política fue como dependient­a en la cadena de electrodom­ésticos Saturn. Apenas licenciada en Psicología y, en plena etapa como becaria de doctorado, abandonó todo y desde entonces gana de la política en Podemos. Ha sido, primero, responsabl­e de movimiento­s sociales en su partido;

después, diputada, portavoz y ministra. O sea, vive de la política desde siempre y, con 33 años, tiene ahorrados 400.000 euros de patrimonio, en activos. Asombroso. A esa edad, con tres hijos también, yo sólo tenía deudas, las de la hipoteca. Había estudiado, como ella, había hecho estudios en el extranjero, como ella, y había empezado el doctorado, como ella. Llevaba, eso sí, trabajando en ABC desde los 22 años. ¿Cómo ha acumulado tanto dinero doña Irene Montero, que es diez años menor que su esposo y tiene cien mil euros más? Se me escapa del todo.

Lo único que me dicen las biografías económicas del señor vicepresid­ente Iglesias y la ministra de Igualdad es que, o sus familias son muy pudientes, o la política actual renta mucho más que en tiempos de Margarita Robles. Esto sí que es preocupant­e y nada tiene que ver con la envidia.

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