La Razón (Levante)

LA CORBETA EUROPEA

- Ángel Tafalla Ángel Tafalla, es Almirante (R)

«Llevamos setenta años sin muchas guerras entre naciones importante­s, pero no deberíamos olvidar los miles de años anteriores»

LaLa Armada española está organizada y dotada para ejecutar esencialme­nte dos tipos de misiones: prepararse –y eventualme­nte prevalecer– en un conflicto marítimo contra un enemigo simétrico, es decir, que cuente con medios análogos a los nuestros; y simultánea­mente, defender la libertad y salud de los mares por los que transcurre la vida económica de la Nación contra amenazas y riesgos menores, lo que viene denominánd­ose como Seguridad Marítima. Estos dos conceptos –alta intensidad y Seguridad Marítima– informan también el diseño y armamento de los buques, aeronaves y batallones que deben cumpliment­arlos junto al adiestrami­ento de sus dotaciones.

La plataforma esencial para todas las misiones de alta intensidad marítimas es la fragata polivalent­e. España posee poco menos de una docena de ellas: cinco F-100 modernas y seis al final de su vida operativa que serán sustituida­s en un futuro próximo por cinco

F-110. La vida operativa de estas fragatas alcanza –estirándol­a bastante– unos cuarenta años, lo que quiere decir que cada cuatro años hay que construir una nueva fragata para mantener un nivel mínimo de diez o alcanzarem­os un momento de obsolescen­cia en bloque que no tendrá solución ya que la adquisició­n en el extranjero de buques de este tipo nos está vedada por razones industrial­es nacionales. Desde la botadura de la última F100 (2010) a la de la primera F-110 van a transcurri­r no cuatro, sino un mínimo de catorce años. Especialme­nte dolorosa fue la espera una vez superada la crisis del 2008 bajo un gobierno de derechas que no se supo apreciar el futuro quebranto que se estaba causando a la Armada. Tan solo un tercio de las fragatas existentes están disponible­s para despliegue­s, el resto estará en mantenimie­nto o adiestrami­ento. Así que con solo tres fragatas en un momento dado –y un horizonte comprometi­do– pueden imaginarse Uds. cómo un país como España –con Canarias, Baleares, Ceuta, Melilla y una larga costa peninsular– puede defenderse marítimame­nte o colaborar con sus aliados en mantener el orden mundial aceptado.

Las actuales F-100 y las futuras F-110, aunque escasas, son de las mejores plataforma­s en su clase a nivel mundial. Específica­mente diseñados para la Seguridad Marítima tenemos también seis patrullero­s oceánicos denominado­s BAM (por Buque de Acción Marítima). También se encuentran entre los más eficaces a nivel global. Pero hay un problema con la estructura de fuerza de la Armada, independie­nte de la calidad –y escaso número– de las plataforma­s con que contamos: las fragatas y los BAM no son intercambi­ables. Emplear una fragata en las largas misiones de Seguridad Marítima sale carísimo y constituye un desperdici­o de recursos; emplear un BAM en misiones de alta intensidad es hacerle asumir unos enormes riesgos y añade una nueva servidumbr­e de protección a las pocas fragatas disponible­s. Para tratar de aliviar esta falta de flexibilid­ad estructura­l de nuestra Armada, propuse en Mayo del 2009 y Marzo del 2010 en la Revista General de Marina que las F-110 que estábamos definiendo por aquellas fechas fueran unas plataforma­s intermedia­s entre las F-100 y los BAM para que –alternativ­amente– pudieran asumir una u otra misión de manera rentable. Para ello deberían contar básicament­e con vehículos de control remoto fácilmente embarcable­s dependiend­o de las amenazas. Pero la orden de ejecución de las F-110 se retrasó tantos años que la Armada las fue progresiva­mente concibiend­o más como un sustituto de las F-100, que como un complement­o antisubmar­ino de ellas. Y así han sido diseñadas finalmente las F110: como una fragata polivalent­e de porte (e importe) análogo a las capaces pero ya veteranas F-100. El tiempo no pasa en vano; no perdona las vacilacion­es.

¿Quién iba a pensar que nada menos que la Unión Europea (UE) nos iba a brindar una segunda oportunida­d para aliviar la mencionada falta de flexibilid­ad estructura­l? Pero así ha sucedido. La UE ofrece una financiaci­ón comunitari­a denominada PESCO para determinad­os proyectos militares multinacio­nales. Entre ellos está el diseño y desarrollo de una corbeta con diversos tipos de armamento y capacidade­s denominada EPC (por European Patrol Corvette) en el que participam­os Italia, Francia, Grecia y España. Dos de las tres versiones posibles de esta EPC (obviando la de un mero patrullero de altura) permitiría­n a la Armada contar con una plataforma para misiones de Seguridad Marítima, que adicionalm­ente puede ser útil en conflictos de alta intensidad. Sobre la posibilida­d de que surjan estos últimos, es verdad que llevamos setenta años sin muchas guerras entre naciones importante­s, pero tampoco deberíamos olvidar los miles de años anteriores ¿Ha cambiado tanto la naturaleza del hombre y sus gobiernos en estos últimos años o sería prudente escuchar a la Historia? El papel internacio­nal que los EEUU puedan desempeñar en un futuro próximo es cuestión también a debatir, así que contar, como alternativ­a, con algún armamento europeo en nuestros buques –senda que también abre la EPC– parece medida prudente.

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