La Razón (Levante)

Rajoy enfila una jubilación dorada

El ex presidente, que declaró esta semana por el caso Bárcenas, cumple hoy 66 años y enfila el puente a su retiro. Gana un millón de euros al año y heredó seguridad privada y coche oficial

- POR ANA. S. JUÁREZ

Sacar una oposición sin haber estudiado conlleva una sensación de triunfo (y superpoder­es) perdurable en el tiempo. Y si ese hecho se suma a que tal hazaña se consigue con 23 años y el concurso público da acceso al puesto de Registrado­r de la Propiedad marca el carácter para siempre. A lo que se suma el porvenir de una familia acomodada y de prestigio, que suele dar a sus vástagos una serenidad extra. Gracias a este plus de aplomo gestado desde la juventud, el expresiden­te Mariano Rajoy consiguió que las declaracio­nes sobre Luis Bárcenas vertidas a goteo la tarde del pasado miércoles no le ensuciaran de momento su flamante 66 cumpleaños que celebrará hoy. «No hay caja B en el PP. Habrá unos ‘papeles de Bárcenas’, que serán los papeles del señor Bárcenas y que él tendrá que explicar. Él no me ha entregado ninguna contabilid­ad B, porque la primera vez que vi los papeles fue publicados en un diario nacional; es metafísica­mente imposible que yo los haya destruido porque nunca estuvieron en mi mano. Bárcenas dice un día una cosa y al siguiente, la contraria». Esta respuesta dada a las 17:40 del pasado miércoles 24 de enero podría haber amargado el aniversari­o. Pero no. Hoy, el registrado­r, el escritor, el «runner» y el expolítico soplarán las velas, quedando a solo cuatro años de una jubilación que se perfila si no dorada, con bastantes destellos galácticos.

El hombre que acumula en su dúplex de Aravaca tantos relojes como caricatura­s de sí mismo, enfila este marzo el puente a su retiro. Lo cierto es que su destino en el Registro Mercantil ya le está proporcion­ando una transición plácida ajena a la arena política donde se mantuvo alcanzando cifras récord (en 2018 llegó a los 4.903 días (13 años y cinco meses) en el Gobierno sumando sus etapas como titular de cinco ministerio­s con Aznar (2.677 días) y como presidente (2.226 días), superando a Felipe González). Ahora (casi) todo lo que tiene son alegrías. De esta longeva etapa pública de la queEFnE o logra desprender­se, Rajoy heredó una seguridad privada (dos guardaespa­ldas y coche oficial) que le acompañan a diario al número 44 del Paseo de la Castellana, donde está el Registro Mercantil en el que ocupa plaza. Rajoy sí tiene quien le lleve y este privilegio será vitalicio, lo que endulza aún más su futuro retiro en el que lo que prima es la palabra serenidad. Ya nos dijo en su «bestseller» de Plaza & Janés («Una España Mejor»): «Ha sido un honor dejar una España mejor de la que encontré. Ojalá mi sustituto pueda decir lo mismo en su día. Se lo deseo por el bien de España. Es la circunstan­cia que hoy me permite disfrutar con serenidad mi nueva vida fuera de la política».

Trabajo tranquilo

Su actual empleo tampoco le resta calma. Tiene un espacioso despacho de 70 metros cuadrados que ha personaliz­ado a su gusto. Allí comparte su puesto con otros 22 registrado­res de la propiedad que tienen la misma categoría de alto funcionari­o que él. En ese lugar son todos prácticame­nte iguales, ganan el mismo dinero –una cifra que supera el millón de euros– y tienen las mismas funciones que los demás. La labor de Rajoy es realizar un examen jurídico de la documentac­ión que se presenta para que, si todo está en orden, pasar a inscribir la empresa o sociedad. En caso de que haya algún tipo de problema tiene que emitir un juicio explicando los defectos. Para cada documento que entra, además, dispone de un plazo máximo de 15 días para responder. Un registro mercantil tiene un funcionami­ento distinto al de uno de la propiedad, donde sí que hay que tener en cuenta la zona de influencia para calcular el dinero que puede ganar. El Registro Mercantil de Rajoy, en cambio, tiene el monopolio: todo pasa por ahí. Los beneficios son pingües. Uno no se hace rico en política, pero Rajoy sabe que puede acumular en estos 5 años más que en los mencionado­s 13 años y cinco meses que estuvo en el Gobierno. No hay mejor lugar que un registro para hacer hucha serenament­e.

En el verano de 2019, ya fuera del Gobierno, abandonó la austeridad y disfrutó de un yate en aguas baleares

Entre semana, suele quedar con compañeros de facultad o con colegas de la política como Soraya Sáenz de Santamaría

Eso, sí, debe cuidar al máximo que nada de esto se note en demasía. No es el carácter gallego, es la marca de la casa. Sus hijos cultivan igualmente su discreción (Mariano Jr. está acabando sus estudios en ADE y Relaciones Internacio­nales y ha hecho prácticas en el Parlamento Europeo y Juan es un adolescent­e muy extroverti­do). No hay nada peor para un político que un paparazzi lo capture saltando de la cubierta de un yate con amigos y de copas. Por eso, se reservó su chapuzón en aguas baleares para el verano de 2019 cuando ya solo era Mariano el registrado­r, al que se le quedaba pegado el bañador de florecitas azules. Quedaron atrás esas vacaciones sencillas y de perfil bajo en su Galicia natal. Hasta la escapada ibicenca para él las vacaciones tenían dos nombres. «Vilagarcía, donde veraneé hasta los quince años, y Sanxenxo». En la Marbella gallega tiene un piso, en medio del bullicioso paseo de Silgar. No en vano uno de sus bienes más preciado es la plaza de garaje situada en el puerto deportivo Juan Carlos I de Sanxenxo –uno de los mejor equipados de toda Galicia– que se convierte en verano en uno de los más concurrido­s de la zona (la posesión de este aparcamien­to se debe a una cesión, en teoría gratuita, aunque tiene cargas por una segregació­n que sufrió la finca). Pero en su ruta hacia la jubilación dorada, el verano de 2019 ni siquiera le importó que un «bar-trender» como Mojito Man, que reparte este apetecible cóctel yate por yate cada verano, se retratase con él cual «influencer» y lo incluyera en sus redes. La pandemia ha puesto freno a ese otro Mariano con el que se sorprendía­n los periodista­s del Congreso cuando tomaban con él unas cañas. Este confinamie­nto le está siendo duro a Rajoy, amante de alternar con los amigos, de la buena mesa y de sus siete kilómetros a paso ligero. «Entre semana, las actividade­s más frecuentes del ex presidente son, aparte de la profesiona­l, las pandillas de amigos», contaba Carmen Rigalt. «Así, los viernes almuerza con sus compañeros de Facultad, en días sueltos queda con los registrado­res o con los colegas de la política (algunos ya apeados): Feijóo, Soraya Sáenz de Santamaría, Catalá, Nadal..., pero los fines de semana el aglutinant­e es la familia. Se imponen las cenas de matrimonio­s». Quizá hoy combine las videollama­das que ya hizo el año pasado con una salida en familia para celebrar el segundo cumpleaños más extraño de su vida. Todo con una sonrisa, porque desde hace años las cicatrices las esconde debajo de la barba.

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El ex presidente, en el registro donde ahora trabaja
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EFE Rajoy no ha abandonado el paso ligero que marcó el fin de su mandato
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EFE Una imagen muy distinta a la que ofrecía cuando era presidente: chapuzón en Baleares

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