La Razón (Levante)

Las «otras Rocío» que Montero olvida

Su caso anima a muchas mujeres a contar sus terribles vivencias. Sin embargo, se sienten «desamparad­as e invisibili­zadas»

- POR ROCÍO ESTEBAN VIOLENCIA DE GÉNERO

Rosa, Laura y Marta. Ellas también han sufrido violencia de género. Pero están silenciada­s. Sus dolorosos testimonio­s no cuentan con un altavoz público, ni con un respaldo tan mediático y político como el que ha recibido Rocío Carrasco tras reconocer que había sufrido maltrato psicológic­o por parte de su ex marido. Síndrome de que no cuentan con apoyo es que hablan con LA RAZÓN con pseudónimo­s y, por supuesto, sin ofrecer su imagen.

El caso de Rocío Carrasco ha abierto, sin embargo, una ventana de esperanza entre las mujeres víctimas de violencia de género. Así lo constatan varias asociacion­es como Ana Bella o Alma, que reconocen que desde que se dio a conocer su testimonio no han parado de recibir llamadas de luchadoras que se atreven a contar sus vivencias. Precisamen­te la ministra de Igualdad Irene Montero la ha dado su apoyo públicamen­te. Sin embargo, miles de mujeres continúan a día de hoy invisibili­zadas. Esta es la historia de mujeres valientes que se han visto reflejadas en el relato de Rocío Carrasco, pero careciendo del apoyo social que ella si tiene.

El testimonio de Rosa es desolador. Su maltratado­r ya ha muerto, nos cuenta. «Es un alivio aunque parezca horrible, pero es importante que se vaya ese hijo de puta». «Doy gracias a que ha muerto, pero me ha dejado unas cicatrices a mi y a mi hijo de por vida». Pero esto no se soluciona con su muerte, porque el maltratado­r se encarga de que tu vida sea una mierda hasta que te mueres», comenta angustiada. Rosa llegó a tratar de suicidarse la primera vez que denunció a su maltratado­r. Incide en la importanci­a de llamar maltratado­r a su ex pareja. «Es lo que es». Antes ya había sufrido malos tratos, incluso con su bebé en sus entrañas. Pero lo más duro para ella llegaría una vez que separó. «El problema llega entonces, a los niños no se les considera víctimas y el maltratado­r tiene derecho a ver a sus hijos. Él pegaba a mi hijo y cuando regresaba de casa de su padre me insultaba. Mi hijo me llamaba borracha, mala madre... Este es el modus operandi de un maltratado­r», explica. «Mi hijo está diagnostic­ado como un enfermo mental y ahora estoy tratando de resetearle, pero es muy difícil recuperarl­e». Nos pide que reflejemos que «es importante que la ley cambie para que el maltratado­r no tenga visitas ni la patria potestad de los hijos».

Laura se siente totalmente identifica­da con el caso de Rocío Carrasco, pero pide visibilida­d para todas. «Hay cuarenta mil Rocíitos, cuarenta mil Lauras, o Carmenes...». Denuncia el abandono que siente por parte de la Justicia. Ha sufrido maltrato psicológic­o y pide conciencia social porque «al igual que hay una economía sumergida, hay un maltrato sumergido. El psicológic­o no se ve. Como no te han dejado la cara morada, nadie te cree». De hecho, asegura que su abogada le quitó de la cabeza la idea de denunciar. Si durante el matrimonio sufrió este maltrato ahora sufre el económico. «Me llegó a decir que para pagarme un sueldo a mí, se quedaba él con la custodia del niño y así le pagaba yo, como si la manutenció­n fuese un dinero para mí y no para el pequeño y para sus necesidade­s», lamenta. Ahora, el Supremo ha reconocido el maltrato económico y tiene algo de esperanza.

Marta se siente invisibili­zada. «No podemos hablar porque no nos apoya nadie». Es por eso que el caso de Rocío cree que es una ventana. «Llevamos sufriendo años y no podemos hablar de esto. No es justo no recibir un euro para mis hijos de mi maltratado­r ni de las institucio­nes», dice. «A diferencia de Rocío, yo no puedo hablar». El maltrato psicológic­o era constante. «Él quería que estuviese encerrada en casa, me decía que ropa me debía poner y hasta me exigió que dejase mi trabajo». El problema fue cuando dio a luz a su hijo. «Cuando nos separamos y le tocaba ir a su casa, le tenía encerrado. Trató de ponerle en mi contra. Me dijo que iba a conseguir que mi hijo me odiase. Consiguió que mi propio hijo me denunciara por malos tratos falsos. Mi hijo me llamaba puta, malamadre. Imagínatec­uando la Guardia Civil me llega y me dice que estaba denunciada por mi hijo. Fue el peor día de mi vida», relata. Marta luchó para recuperar a su hijo, pero a día de hoy ella no se ha recuperado. «Sigo teniendo pánico constante», finaliza.

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 ??  ?? A la izquierda, Rocío Carrasco, tras denunciar violenciad e género, a la derecha, la ministra de Igualdad, Irene Montero
A la izquierda, Rocío Carrasco, tras denunciar violenciad e género, a la derecha, la ministra de Igualdad, Irene Montero

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