La Razón (Levante)

Las madrileñas en guerra

- José María Marco

LlamaLlama la atención que Madrid sea una capital de derechas, mientas que muchas de las capitales de los países desarrolla­dos se inclinan a la izquierda. Desde hace ya varios años, la izquierda capitaliza el voto de las elites económicas e intelectua­les, aquellos que se han beneficiad­o de la globalizac­ión y que andan convencido­s de que están en la cresta de la ola de la Historia: la irremediab­le desaparici­ón de las naciones, el necesario desdibujam­iento de las identidade­s, una forma de cosmopolit­ismo feliz y narcisista que emancipa a los individuos del exceso de compromiso con lo que les rodea –salvo las buenas causas, se entiende, que van siempre en la misma dirección postmodern­a o, por mejor decir, post todo–.

Madrid no es así, a pesar de que la extraordin­aria modernizac­ión de la ciudad y la región le llevaba a seguir el mismo camino. Yo mismo he expuesto alguna de las razones que probableme­nte están en el fondo de esta excepción, como es que estos años han apuntalado como nunca la capitalida­d de Madrid y han hecho consciente­s a los madrileños de que la ciudad y la Comunidad representa­n aquello que es común a todos los españoles. Enfrente está el proyecto de desmantela­miento de la nación por parte de la izquierda, que traería aparejada una cada menor relevancia de Madrid. Otra posible causa es que la derecha ha comprendid­o bien la tradición y el carácter madrileños, con su gusto por la libertad personal. La derecha ha ofrecido a la sociedad madrileña la capacidad de elegir en cuestión de sanidad, de educación, también de ahorro, con una fiscalidad más baja… sin por ello reducir el compromiso con el servicio público, como se demuestra en las infraestru­cturas, la educación y –también– la sanidad, por muchos bulos y fake news que se empeñen en propagar sus adversario­s.

Gracias a que la sociedad madrileña y las organizaci­ones políticas –hasta hace muy poco tiempo, el PP– compartían objetivos e intereses, han surgido líderes de gran categoría, cada uno con personalid­ad propia, pero excelentes representa­ntes de la ciudad y la región: Ruiz Gallardón en su momento, luego Esperanza Aguirre, por fin José Luis Martínez-Almeida e Isabel Díaz Ayuso. Conviene resaltar la presencia de dos mujeres, las dos víctimas de ataques brutales, de un machismo feroz, y ambas dotadas del arte de transforma­r esos mismos ataques en apelacione­s al orgullo y a la dignidad de los madrileños. En otras palabras, Aguirre en su momento y ahora Díaz Ayuso se las arreglan para reforzar la identidad de Madrid, su conciencia de ciudad y comunidad, enfrentánd­ose sin remilgos a quienes quieren acabar con ellas, subrayando además la dimensión nacional de la confrontac­ión. Como es natural, aumenta la ferocidad de la rabia y del ataque. Y aunque la embestida calará en una parte del electorado, también lleva a muchos madrileños a distanciar­se de actuacione­s tan groseras. Entre las muchas libertades que ofrece Madrid está también la de dejar atrás, por fin, la identidad izquierdis­ta, tan previsible, tan tediosa.

«La derecha ha comprendid­o bien el carácter madrileño, con su gusto por la libertad personal»

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