Estado de Bienestar con más libertad
Una de las ventajas del estado de las autonomías es que permite experimentar en distintos territorios con diferentes modelos de política económica. Y, en los últimos 20 años, uno de los modelos que se han puesto a prueba ha sido el aplicado por la Comunidad de Madrid desde los tiempos de Esperanza Aguirre: impuestos más bajos que en el resto del país, mayor flexibilidad regulatoria y un modelo de Estado de Bienestar basado en la mayor libertad de elección de los ciudadanos (tanto entre los distintos centros públicos como entre los público y privados). Gracias en parte a este modelo económico propio, la Comunidad de Madrid ha crecido en las últimas dos décadas por encima de la media nacional y, también, por encima de otras comunidades ricas como Cataluña: de este modo, Madrid es ahora mismo la región con mayor renta per cápita de todo el país (en 2019, antes de la pandemia y últimos datos comparables disponibles, equivalía al 136% de la renta media de España, frente al 129% del País Vasco o al 118% de Cataluña). ¿En qué consiste exactamente este modelo económico propio? Primero, en mantener la escala del IRPF más baja del país; segundo, en bonificar al 100% el Impuesto sobre el
Patrimonio; tercero, en incluir bonificaciones del 99% para los familiares directos; cuarto, en facilitar la libertad de elección de centro médico y de centro docente; y quinto, en normativas amigables para las empresas como la libertad de horarios comerciales. No constituye ninguna sorpresa que la izquierda, tanto la nacional como la autonómica, lleve años tratando de enterrar y de revertir este modelo facilitador de la actividad privada puesto que, en cierto modo, pone de manifiesto las carencias de la alternativa que ella misma propone: a saber, impuestos más altos que ahoguen al ahorrador y al inversor, regulaciones más agresivas que asfixien al empresarios y menor autonomía en la elección de servicios públicos que maniaten al ciudadano. Frente al reaccionarismo antiliberal de la izquierda, los gobiernos de la Comunidad de Madrid posteriores a Aguirre, tanto los de los malogrados González y Cifuentes como el de
Ayuso, se han limitado a preservar este modelo económico legado en su momento por Aguirre, pero ninguno de ellos ha dado desde entonces un paso decisivo para renovarlo y mejorarlo. En cierto modo, el impulso liberalizador en Madrid lleva casi una década en punto muerto, de modo que resulta urgente proceder a actualizarlo.
Su programa busca, en apariencia, ahondar en planteamientos liberalizadores durante los próximos dos años
Los gobiernos de Madrid anteriores se han limitado a preservar el modelo económico legado por Aguirre
El programa económico presentado por Ayuso busca, en apariencia, ahondar en eso planteamientos liberalizadores durante los próximos dos años: reducir en medio punto todos los tramos del IRPF, aprobar la Ley de Mercado Abierto (con el objetivo de que cualquier empresa española pueda operar en Madrid sin necesidad de permisos adicionales) y desregular ámbitos como el urbanístico (para facilitar la construcción de nuevas viviendas que abarate el precio de acceder a un inmueble). Todas ellas son medidas positivas que redundarán en una mayor libertad y prosperidad de los madrileños pero que se quedan cortas: por un lado, la Comunidad debe proceder a liberalizar todos los ámbitos industriales y comerciales que caigan bajo su competencia (la liberalización no puede quedar circunscrita, y sólo en parte, a la construcción, sino que debe extenderse al conjunto de la economía); por otro, hay que dar pasos mucho más decididos a la hora de incrementar la libertad de elección de los ciudadanos sobre los servicios públicos (por ejemplo, cheque escolar, chequesanitariooregulaciónelhomeschooling). Si Ayuso quiere representar las ideas de la libertad frente al «socialismo», tendrá que demostrarlo con hechos palpables.