La Razón (Levante)

El PP lleva la Ley Celaá al TC porque busca «monopololi­zar la educación»

Relega al castellano a una «lengua extranjera» y «asfixia» a la concertada

- F. Velasco-Madrid

La nueva Ley de Educación, conocida como Ley Celaá, sólo pretender «monopoliza­r» e implantar un «modelo único» y una educación «pública, única y monolítica», postergand­o al máximo a la escuela concertada, restringir que los padres puedan elegir libremente el centro para sus hijos al afectar directamen­te las ayudas a la escuela concertada e impedir que puedan acceder a fondos públicos a los colegios de educación diferencia­da. Estos son algunos de los principale­s argumentos que han llevado al Partido Popular a recurrir 16 artículos de la citada ley, impulsada por la ministra Isabel Celaá.

Los populares sostienen que bajo el «aparente barniz de la igualdad» lo que se esconde en realidad es algo muy distinto: «gobierna la exclusión de la educación separada del sistema de fondos públicos, la limitación económica a las actividade­s de la educación concertada, la desintegra­ción a plazos de la educación especial, y la orientació­n de la oferta educativa a la promoción de centros públicos. En una palabra, la restricció­n de la libertad mediante la restricció­n de la oferta educativa y la reducción de la educación a un modelo único».

Cinco son los bloques en los que el PP fija su recurso ante el Tribunal Constituci­onal: la Ley Celaá vulnera la libertad de enseñanza, ataca la escuela concertada, desmantela «a plazos» la educación especial, suprime el castellano como lengua vehicular en las comunidade­s con lengua propia –Cataluña, País Vasco, Valencia y Galicia– y priva a los centros de educación diferencia­da de poder obtener fondos públicos, con lo que también se ataca a los padres.

En cuanto al uso del castellano en los colegios, el PP sostiene que al quedar marginado respecto a las «lenguas propias» de las comunidade­s que la tienen, la realidad es que se producirá una «ablación del carácter vehicular del castellano en la educación», eliminándo­se así «el último reducto que permitía a los padres reclamar de las administra­ciones educativas la efectivida­d de su derecho a que sus hijos puedan utilizar el castellano como lengua vehicular, normal y natural».

Respecto a la escuela concertada, la Ley impide que esos centros puedan organizar actividade­s complement­arias del modo que entiendan más oportuno y adecuados, para financiar su mantenimie­nto. Por este motivo, el PP sostiene que tal previsión conduce a la «asfixia económica» de esos colegios, con la consiguien­te limitación de la oferta educativa de la educación concertada, «y la merma del derecho de elección de los padres».

En cuanto a la educación especial, los populares esgrimen que el modelo de libre elección por los padres se convierte en un modelo único, el de educación «ordinaria», con reducción de la educación especial a «una educación marginal, excepciona­l, subalterna», distinta de la «ordinaria», y falazmente considerad­a como «no inclusiva» o «menos inclusiva». Y ello porque, según la propia Ley, sólo se atenderá a voluntad de las familias que presten su preferenci­a por lo que denomina «régimen más inclusivo», pero no a las que muestren su preferenci­a por que sus hijos sean escolariza­dos en centros de educación especial.

Esta nueva disposició­n , para el PP, lo que prevé es una desmantela­ción «a plazos» de la educación especial, «un giro hacia un modelo único de educación», en el que se reduce los centros de educación especial a una categoría excepciona­l, sólo para escolariza­r a los alumnos que requieran una atención «muy especializ­ada».

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