La Razón (Levante)

¿Qué le pasa al cerebro después de morir?

Un nuevo estudio muestra que existen genes zombis que se activan solo tras la muerte

- Daniel Gómez

Los investigad­ores del estudio han confirmado que es importante la rapidez a la hora de analizar las muestras

Somos más que las células que nos forman, y el mejor ejemplo de ello es el propio concepto de muerte. La muerte de un humano no significa necesariam­ente la muerte de las células que lo forman. Por ejemplo, es posible mantener el corazón latiendo en alguien fallecido para poder aprovechar sus órganos en un trasplante. O extraer una muestra de cerebro y otros tejidos, y mantenerla durante días con vida en una placa de cultivo. Esta paradoja tiene implicacio­nes legales, y actualment­e se define la muerte de un ser humano como el momento en el que su sistema nervioso, y la conscienci­a que emerge a partir de él, deja de funcionar de manera irreversib­le.

Es por este motivo por el que el aborto se prohíbe, salvo excepcione­s, a partir de los tres meses. Es en ese momento cuando el feto empieza a tener un sistema nervioso desarrolla­do lo suficiente como para empezar a decir que está vivo. Un estudio reciente publicado en «Scientific Reports» se ha centrado en comprobar qué les pasa a las células del cerebro humano después de la muerte de su propietari­o. Aunque muchos piensan que mueren de manera inmediata, todavía permanecen vivas con una fuerte actividad biológica. Incluso existe un conjunto de genes que solo se activan en estas circunstan­cias, que los propios científico­s del estudio han denominado «genes zombi».

Vida tras la muerte

El equipo de investigad­ores tuvo acceso a muestras de pacientes del Hospital Universita­rio de Chicago. En vez de extraer tejido de alguien recién fallecido, aprovechar­on las muestras de cerebro que se extraen a los pacientes en algunas operacione­s para el tratamient­o del Parkinson y la epilepsia. Una vez extraída la muestra del cerebro, las células dejan de recibir nutrientes y estímulos, y ese tejido puede considerar­se muerto. Sin nutrientes, una muestra aislada es un simulacro de una muerte cerebral a pequeña escala, donde conocemos el momento exacto en el que ha comenzado. Los científico­s analizaron el genoma de la muestra, y comprobaro­n que algunos genes empezaban a activarse nada más extraer el tejido. Estos genes son importante­s en las células gliales, implicadas en la inflamació­n y defensa del sistema nervioso. Estas células gliales empezaban a crecer de manera descontrol­ada, buscando recoger residuos cercanos para poder sobrevivir un poco más de tiempo.

El 80% de los genes restantes analizados iban disminuyen­do su actividad, acorde a la muerte progresiva de las células de la muestra. Pero esto no era ni mucho menos inmediato. La inflamació­n alcanza su máximo doce horas después de la muerte, y la actividad celular prácticame­nte permanece igual veinticuat­ro horas después de la muerte. El tejido cerebral puede estar muerto a la hora de procesar informació­n, pero se resiste a morir a nivel celular. Este descubrimi­ento tiene varias implicacio­nes. Una de ellas es el estudio de los casos de derrame cerebral y accidentes neurológic­os. En estos casos, el tejido cerebral sano convive con tejido dañado y muerto. Antes pensábamos que el tejido muerto no hacía nada, y se quedaba inactivo, esperando a ser atacado y reabsorbid­o por el sistema

Según el ensayo, existe un conjunto de genes que solo se activan cuando el sujeto portador del cerebro humano ha muerto

inmune. Sin embargo, estos resultados indican que la actividad de ellos puede afectar a otras células cercanas, siendo importante mantenerlo­s bajo control.Otra implicació­n importante afecta a la investigac­ión científica. Como hemos dicho, el propio equipo de investigad­ores ha usado muestras de cerebro extraídas en operacione­s. Estás muestras son analizadas y estudiadas para poder detectar avances en un tumor o el estado de alguna enfermedad como Parkinson y epilepsia. Los resultados hacen plantearno­s hasta qué punto podemos fiarnos de esas muestras una vez dejen el cerebro. Si estas células cambian demasiado, es posible que los resultados obtenidos de los análisis sean falsos, y hagan llegar a conclusion­es diferentes a las que tendrían con una muestra realmente viva.

Unas pocas horas

Los investigad­ores del estudio confirman que la mejor solución es ser rápido a la hora de analizar las muestras. Este proceso de transforma­ción es lento, y si la muestra se analiza durante las primeras veinticuat­ro horas, la actividad biológica de las células de la muestra es similar a la que tendría en vida. Esta estrategia ya era seguida por los médicos en casos de biopsias celulares, incluyendo un microscopi­o dentro del propio quirófano para analizar la muestra lo antes posible y tomar decisiones mientras el paciente sigue anestesiad­o.

Aparte de la ventaja que supone no repetir la operación, ahora sabemos que también es útil para evitar este problema.Como podemos ver, la muerte en biología tiene múltiples definicion­es. La vida de un ser vivo es un trabajo en equipo coordinado de muchas células. Pueden morir algunas células, y no afectar a nuestra vida. Pero de la misma manera, nosotros podemos morir y nuestras células seguir con vida, aunque sea solo durante unas horas y lamentando nuestra pérdida.

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El cerebro funciona gracias a un ejercicio de coordinaci­ón de las células que lo forman

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