La Razón (Levante)

El separatism­o aspira a una investidur­a a mediados de abril

ERC y JxCat se dan más tiempo para un acuerdo que evite la repetición electoral

- Javier Gallego-Barcelona

La política catalana se ha convertido en un terreno lleno de incertidum­bre y poco propicio para hacer pronóstico­s. No obstante, entre los negociador­es de Esquerra y JxCat se estima que para mediados de abril podría alcanzarse un acuerdo para la investidur­a de Pere Aragonès. Los plenos del viernes y del martes han hecho evidentes las deteriorad­as relaciones entre los principale­s partidos independen­tistas, pero también es cierto que en los últimos días se han producido algunos avances y, por ahora, nada hace indicar que pueda haber una ruptura entre ambas formacione­s que impida un pacto y alumbre un gobierno de coalición.

Los republican­os han presionado para tratar de cerra una entente lo antes posible, pero se han dado de bruces con las exigencias de JxCat. Los posconverg­entes reclaman más tiempo para cerrar un «buen acuerdo», aunque detrás de esta petición aparecen las propias divisiones internas del partido de Carles Puigdemont (hay facciones que defienden entrar en el Govern y otras que apuestan por la oposición) y la voluntad de desgastar al máximo al presidenci­able de Esquerra, evitar que pueda consolidar su liderazgo al frente de la Generalita­t.

Las desconfian­zas entre los dos partidos también abonan el terreno para dificultar el acuerdo. En este sentido, JxCat exige un pacto que dure toda la legislatur­a y que permita entrar al detalle de multitud de asuntos: ya no solo en la dirección del «procés» y el papel de Carles Puigdemont y su Consell per la República, sino también con la posición a adoptar por el independen­tismo en Madrid. En este punto, Esquerra se ha convertido en un socio del Gobierno de Pedro Sánchez, mientras que JxCat se ha mantenido en la oposición y en el «no a todo» durante la legislatur­a.Los posconverg­entes quieren acabar con esta diversidad de pareceres y unificar el sentido del voto.

Pero más allá de estas cuestiones cuestiones más propias del «procés», también aparecen diferencia­s en aspectos sectoriale­s y competenci­ales. A nivel sectorial, las divergenci­as corren el riesgo de dinamitar el acuerdo de Esquerra con la CUP ya que JxCat ha mostrado ya su rechazo a determinad­as medidas, como la puesta en marcha de una renta básica universal o acabar con la colaboraci­ón público-privada en sanidad y educación. Los anticapita­listas ya han advertido de que es «inasumible» revisar su acuerdo con ERC porque consideran que ya es un entendimie­nto de «mínimos». A nivel competenci­al, las divergenci­as también son notables y se centran sobre todo en Salud y Economía: los posconverg­entes quieren continuar gestionand­o la pandemia y administra­r los fondos europeos, pero Esquerra se resiste a ceder esas funciones. JxCat quiere cerrar la estructura y plan de gobierno antes de la investidur­a.

Aragonès cuenta ahora con 33 apoyos de Esquerra y nueve de la CUP, pero para la investidur­a necesitará 68: es decir, los 32 de JxCat se vuelven imprescind­ibles. El acuerdo final a tres y las diferencia­s que hay hacen difícil, en todo caso, hacer previsione­s muy precisas.

La CUP avisa que no admitirá cambios en su pacto con ERC pese al rechazo de JxCat a algunos puntos

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EFE Pere Aragonès, conversand­o con Meritxell Budó y Damià Calvet en el Parlament

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