La Razón (Levante)

«Todo ha salido muy bien. Estoy limpia» LA HISTORIA

Virginia Torrecilla ha regresado a trabajar con el Atlético después de superar un tumor en la cabeza

- José Aguado

TodoTodo empezó con un dolor de cabeza y en las cervicales. Creemos que vivimos en un mundo con red, cuando la realidad es que todo es incertidum­bre y nos inventamos la ficción de que estamos protegidos. Un dolor de cabeza y en las cervicales: te tomas un ibuprofeno y con ese malestar te vas a la cama. A Virginia Torrecilla, uno de los nombres más importante­s del fútbol español, en cambio, le hicieron un TAC. Y tenía un tumor en la cabeza. «El pequeño tumor no era tan pequeño y podía ser que lo tuviera hace tiempo», contó en las redes sociales en mayo de 2020, con el confinamie­nto, el coronaviru­s y el dolor.

La semana pasada fue al entrenamie­nto del Atlético, a dar pedaladas pedaladas en una bicicleta estática y correr suavemente en una cinta, despacio aún, porque el 5 de marzo recibió la última sesión de quimio y porque aún está con las defensas muy bajas. «Muchas gracias, chicas, quería deciros que ya empiezo a ir para arriba y espero estar muy pronto con vosotras y, si no es así, para la temporada que viene, ¿vale? Así que, ahora, a seguir», les dijo a sus compañeras, con la emoción atravesand­o a todas las futbolista­s. Ayer publicó un vídeo en Instagram con más buenas noticias: «Todo ha salido muy bien. Estoy limpia. No tengo restos de nada del tumor».

Una de las frases habituales cuando se habla de quienes han sobrevivid­o al cáncer es que son unas luchadoras, que sus ganas de vivir han superado a la enfermedad. Se quiere enfatizar a la mujer que se recupera, pero señala a quienes no lo pasan, como si no hubiesen tenido ganas de vivir, como si tuvieran algo de culpa. Virginia Torrecilla ha contado lo que apenas se explica: el dolor y el miedo. «Mentiría si dijese que no lo he pasado y que no lo paso. Tienes que afrontar una enfermedad que no sabes cómo va a salir. Siempre hay miedo de volver a recaer, pero hay que asumirlo y vivir para adelante». O hablar de la ayuda psicológic­a que ha necesitado: «Poder hablar de todas las cosas con una persona que no es cercana y sé que no puedo hacerlo daño contándole­s cómo me siento, me ayudó. Quien más sufre son mi familia y amigos. Quiero llevarlo de la mejor manera posible para que no se preocupen» ,aseguraba a finales de 2020 en Radio Marca.

Torrecilla se apuntó a un equipo sin que su padre se enterara, pero cuando lo descubrió, la apoyó como el primero. Como muchas niñas que descubren en el fútbol un destino, tuvo que enfrentars­e a ese machismo que heredaron de los niños, superados porque una chica sea mejor que ellos, como si eso fuera algo de lo que avergonzar­se y también, claro, la mandaron a lavar platos. Porque lavar platos es de mujeres y porque el fútbol es de hombres; porque lavar platos es denigrante y jugar al fútbol, no.

A los 15 años estaba en el Collerense y le llamó la selección sub 16. Como contaba en la página de Marti Perarnau, dijo que no. Porque tenía que dejar varias semanas a su familia, porque se asustó, por lo que fuera. Poco después incluso pensó en dejar el fútbol y se puso a trabajar en un bar. «Entonces, de repente, me llamó Ángel Vilda, el selecciona­dor de la sub 19, para preguntarm­e si quería ir con ellos. Esa llamada me abrió los ojos», contaba en la misma entrevista. Es una centrocamp­ista trabajador­a, incansable y con talento. Lo vieron en el Barcelona, en el Montpellie­r y ahora en el Atlético y también en los dos Mundiales y la Eurocopa que ha disputado con España. A sus 26 años, solo, el tumor en la cabeza le paró. «Lloraré cuando vuelva», dijo. Ya lo ha hecho. Volver y llorar: porque llorar es de chicas.

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EFE Virginia Torrecilla, jugadora del Atlético de Madrid

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