La Razón (Levante)

El PSOE lleva a la Junta Electoral el fichaje de Toni Cantó

Argumenta que se empadronó fuera del plazo legal para el 4-M

- Andrés Bartolomé-Madrid

El efecto buscado con la incorporac­ión del ex dirigente de Ciudadanos a las listas del PP podría quedarse en nada si la Junta Electoral respalda los argumentos socialista­s. Según la denuncia presentada por el PSM, Toni Cantó no se empadronó a tiempo para aparecer en el quinto puesto de la papeleta de los populares a la cita con la urnas del 4-M.

La fecha de fundación oficial del Tercio de Extranjero­s –conocido después como la Legión– se fija el 20 de septiembre de 1920, cuando se produce el alistamien­to de su primer integrante. Esta fuerza de choque nacida por iniciativa del teniente coronel José Millán-Astray, tuvo pronto oportunida­d de demostrar su valía y la razón de ser de su creación: sustituir en primera línea como tropa profesiona­l a los soldados de reemplazo que eran enviados a África como carne de cañón. La especial preparació­n para la lucha y su ideario, un código de honor basado en el Bushido japonés, imprime al legionario un carácter que a día de hoy mantiene a la Legión como una de las mejores unidades de combate de todo el mundo.

Para poner en marcha el Tercio, Millán Astray elige como lugartenie­nte al joven comandante Francisco Franco Bahamonde, que va a protagoniz­ar la primera gesta legionaria. Tras el desastre de Annual, en julio de 1921, se decide que es el momento de que la nueva unidad entre en escena. En la zona occidental del Protectora­do español en el Rif se despliega la III Bandera, mientras que la I y la II acuden a la zona oriental, donde protagoniz­an el episodio conocido como «Socorro a Melilla».

Es la culminació­n de la primera gran marcha rápida que hizo la Legión entre el 21 y el 22 de julio de 1921 para auxiliar a la ciudad del ataque de miles de kabileños al mando de Abdelkrim, el mismo que ha dejado miles de muertos españoles a sus espaldas solo días antes. Cien kilómetros en 30 horas hasta Ceuta es la marca de aquella jornada histórica a pie, sin apenas descanso, que se cerró el día 24 con el traslado en barco hasta Melilla y una arenga al llegar a destino a cargo de Millán Astray: «Melillense­s, os saludamos. Es la Legión, que viene a salvaros. Nada temáis, nuestras vidas lo garantizan. […] ¡Melillense­s!: los legionario­s, y todos, venimos dispuestos a morir por vosotros. Ya no hay peligro. ¡Viva

España! ¡Viva el Rey! ¡Viva Melilla!»

Sobre aquella agotadora expedición, Franco escribió: «¡No es posible! La gente no puede más y necesita descanso. […] A las tres y media se toca diana, hay que despertar uno por uno los soldados que, rendidos, permanecen sordos a la corneta» («Marruecos. Diario de una bandera»).

Hasta el pasado 23 de febrero, una estatua recordaba al comandante Franco en la Ciudad Autónoma, porque el Pleno de la Asamblea de Melilla aprobó un día antes que se procediera a su retirada de la vía pública. La Fundación Nacional Francisco Franco ha interpuest­o un recurso contencios­o-administra­tivo contra lo que califican como una «venganza histórica» –en palabras de Juan Chicharro, que está al frente de la FNFF– que culminó con la efigie dentro de una caja de madera en el almacén municipal. De allí quiere rescatarla la Plataforma Millán Astray, que anuncia también que emprenderá acciones legales y se ofrece a pagar para quedarse con ella «lo que pidan», según su secretario, el abogado Guillermo Rocafort. «Que la tasen, la pagamos y nos la llevamos. No queremos que ocurra lo mismo que sucedió con la de Millán Astray en La Coruña, ni que la vejen o profanen, como suelen hacer los radicales de izquierda», lamenta.

Antes de que fuera retirada la estatua –«haciéndolo coincidir» con la fecha del golpe de Estado, el 23-F, algo que Rocafort considera «buscado»– presentaro­n tres requerimie­ntos y uno posterior, alegando que recuerda un hecho previo a la Guerra Civil, y su instalació­n en un lugar declarado BIC y, por lo tanto, «protegido», como es la zona de Melilla La Vieja, donde aun así «tuvieron que meter la piqueta». «No nos han contestado», apunta el también veterano legionario. «El pleito lo tenemos ganado», según las fuentes jurídicas que ha consultado, pero «nos va a costar muchos años, como nos está costando recuperar la calle Millán Astray en Madrid, cuando tenemos sentencias a nuestro favor». La interpreta­ción de la ley deja espacio para este vacío de aquellas estatuas que se retiran o de los nombres de calles que se modifican.

La plataforma nace precisamen­te en septiembre de 2016 a raíz del anuncio de la entonces alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, de que va a eliminar del callejero la vía dedicada al fundador de la Legión. «Descubrimo­s que la calle era de 1924 y por eso ganamos el juicio, porque no cabe en el ámbito temporal de la Ley de Memoria Histórica, que abarca de 1936 a 1975». Y lograron evitar lo mismo en Cartagena.

Sobre la acción de 1921, Guillermo Rocafort considera que se trata de una «marcha épica que marca la historia de la Legión no solo por el perímetro defensivo que llevó a cabo sino porque ahí es cuando los mandos, Millán Astray y Franco, se dieron cuenta de que tenían en sus manos una fuerza militar sobrehuman­a. Porque aguantar una marcha de esa naturaleza, con todo el equipo, durante una treintena de horas, es algo sobrenatur­al».

Un empeño especial de la asociación –que forman 3.000 personas entre veteranos legionario­s y simpatizan­tes–, es «intentar recuperar los lazos afectivos, que son los primeros que se rompen». «Y eso que en Melilla» Franco ha sido considerad­o «casi un padre», porque «salvó a la ciudad», dice Rocafort. En La Coruña, ciudad natal de Millán Astray, atacaron al creador del Tercio con una campaña de «estigmatiz­ación», cuando la inauguraci­ón de su monumento en 1970 «fue un acon

tecimiento espectacul­ar en la ciudad, como se ve en las fotos de la época».

Para Rocafort, «estamos defendiend­o dos estatuas que van en paralelo». En el caso de José Millán Astray, considera que está «secuestrad­a» en La Coruña, donde hicieron una oferta al Ayuntamien­to, «dispuestos a pagar» en este caso «lo que costó: 400.000 pesetas», como certifican las facturas en su poder. «Es una obra de arte que tienen en un almacén escondida, y no nos quieren decir dónde, tememos que la hayan profanado o destruido», así que «probableme­nte en las próximas semanas» pongan «una denuncia por destrucció­n del patrimonio artístico».

En función de la Ley de Transparen­cia, desde la plataforma reclamaron la «ubicación y una foto como “prueba de vida”, como en un secuestro, pero por el momento, no nos quieren dar ni una cosa ni la otra», denuncia Guillermo Rocafort. Su destino «lo ocultan porque alegan que puede ser vandalizad­a, como si nosotros fuéramos a hacer algo, cuando han sido precisamen­te los que ahora están en el poder quienes

La efigie de Franco que recuerda un hecho previo a la Guerra Civil estaba en un lugar declarado BIC y, por lo tanto, «protegido»

no han perdido oportunida­d de pisar o de pintar obras parecidas».

Ataca Rocafort al BNG y el PSG que, apelando a la Ley de Memoria Histórica, «le quitaron» a Millán Astray su título de Hijo Predilecto de La Coruña y su estatua, cuando esta figura en la Guerra Civil «no tuvo un papel estelar». Dice el letrado que «como veterano legionario» lo único que quiere «saber dónde está mi fundador, pero también como español, quiero saber dónde está una obra de arte que le costó al erario público un dineral». En el caso del que fuera jefe de Estado y su efigie en Melilla, apunta que «como veteranos legionario­s defendemos al Franco legionario, no nos metemos en política». En este sentido, su auxilio a la ciudad en la guerra de África ha servido de inspiració­n a la realizació­n de cuatro pruebas legionaria­s de ultrafondo: 101 de Ronda -«una de las más fuertes del mundo», según Rocafort, «una locura»–, La Desértica, la Cuna de La Legión de Ceuta y la Africana de Melilla.

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EFE Retirada de la estatua de Franco en Melilla el 23 de febrero, frente a la muralla de Melilla La Vieja

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