La Razón (Levante)

Marlaska y frenesí

- Julio Valdeón

«Pérez de los Cobos, último hombre en pie, fue castigado con su despido y sin ascenso a general»

AlAl coronel Diego Pérez de los Cobos lo cesan como jefe de la Comandanci­a de Madrid por no saltarse la ley y, como tiene escrito un maestro, porque lo piden los nacionalis­tas vascos y catalanes. Su verdugo, el ministro Grande-Marlaska, no mentía cuando argumentó en el Congreso que el despido del Guardia Civil se debía a una pérdida de confianza. A Pérez de los Cobos lo tumban, según el juez, como castigo «por cumplir con lo que la ley y el mandato judicial ordenaban (...) de no informar sobre las investigac­iones y actuacione­s en curso; lo que, entre otras cosas, podría haber sido constituti­vo de un ilícito penal». Pérdida de confianza, yeah, pero por no incurrir en lo que tenía todo el aspecto de una prevaricac­ión como el sombrero de un picador en tarde de sol y moscas. Luego está el asunto, ya dijimos, de que al oficial los nacionalis­tas nunca le perdonaron haber coordinado el operativo policial en Cataluña durante los días del intento del golpe de Estado, cuando sonaron los tambores de la insurrecci­ón de los pijos, los xenófobos y los conjurados contra el Estado de Derecho. Fue la representa­ción del Estado, asaltado por la conjura de los enanos y, más allá, durante el juicio en el Tribunal Supremo. Sus intervenci­ones ante los jueces, lo tengo escrito, fueron prodigiosa­s. Aquel hombre de claridad láser aceptó defender la ley y la Constituci­ón mientras los mandos políticos, sus superiores, gateaban por las alfombras, incapaces de encarar el crimen y a los criminales con el rigor debido. A resultas de todo aquello los cabecillas de la organizaci­ón mafiosa fueron condenados por sedición, los políticos volvieron a sus quehaceres civiles, convencido­s de que regresará el tiempo de pactar y gozar a lomos del tigre nacionalis­ta, que tantas tardes de gloria repartió en un Madrid entregado a disfrutar los favores que regalaba a cambio de silencio. Pérez de los Cobos, último hombre en pie, fue castigado sucesivame­nte con su despido de la comandanci­a y más tarde le han denegado el ascenso a general, siendo como era/es número uno de todos los aspirantes. Que rematara una investigac­ión sobre el carnaval del 8 de marzo, cuando las autoridade­s sabían lo que llegaba pero antepusier­on las guerras culturales a la hipótesis de unos conciudada­nos asfixiados por las ucis de España, fue la paletada postrera con la que enterrar a quien, como Edmundo Bal, el abogado del Estado que llevó la causa del 1-O y fue liquidado por la entonces ministra de Justicia, Dolores Delgado, no se dejó amilanar o engatusar por las querencias e intereses de la piovra al mando. Ah, Grande-Marlaska también fulminó en agosto de 2018 al coronel Manuel Sánchez Corbí, entonces jefe de la UCO, la Unidad de Central Operativa. Recuerden de paso los sucesos del Desfile del Orgullo Gay y el linchamien­to de Ciudadanos, y la destitució­n de José Antonio Nieto González como responsabl­e del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales de la Policía Nacional a tres meses de jubilarse. Lo de Grande-Marlaska más que horror es puro, chungo frenesí.

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