La Razón (Levante)

FILIPINAS: LA GRAN DESCONOCID­A

- Tomás Torres Peral, de la Academia de las Ciencias y Artes Militares Tomás Torres Peral

DoñaDoña Lourdes Diaz-Trechuelo fue una eminente catedrátic­a de Historia, pionera en la universida­d española, nacida en 1921 y licenciada en 1941. Tuvo entre otros muchos méritos, ser la iniciadora de los estudios filipinist­as en España. Su legado han sido sus discípulos, quienes han proseguido su brillante labor investigad­ora para el bien de la historia hispano filipina. Doña Lourdes escribió, entre otros muchos libros y artículos, una pequeña, pero ilustrativ­a obra, denominada «Filipinas: la gran desconocid­a», donde expresaba, con toda razón, su sentimient­o por el desconocim­iento que los españoles tenemos sobre Filipinas. Gracias a su esfuerzo, nuestra inopia ha disminuido, aunque sigue teniendo niveles poco aceptables.

En el mes de marzo, concretame­nte el día 16, se cumplieron 500 años de la llegada de la expedición de Magallanes-Elcano a Filipinas. Antes, el día 6, Magallanes llegó a la isla de Guam, hoy en poder de los EEUU, la más meridional de las Islas Marianas, denominada­s así por Doña Mariana de Austria, esposa de Felipe IV.

Antonio Pigafetta, cronista de la expedición, nos lo cuenta así «El decimosext­o día del mes de marzo [de 1521], a la salida del Sol, nos encontramo­s cerca de una tierra elevada, a trescienta­s leguas de la isla de los Ladrones [Guam]. Nos apercibimo­s pronto de que era una isla, a la que llaman Zamal» Esta isla actualment­e se denomina Samar y es la más oriental del archipiéla­go.

Durante la breve estancia de la expedición magallánic­a en las que inicialmen­te llamaron Islas de San Lázaro, se produjeron dos hechos relevantes, uno para la historia futura de las islas, y el otro, para la historia de la expedición. En efecto, el 31 de marzo de 1521, domingo de Pascua, Magallanes ordenó desembarca­r a la tripulació­n en el puerto de Mazaua, sin que a la fecha se haya localizado el lugar exacto, donde el capellán celebró misa y el capitán general ordenó clavar una gran Cruz. Constituyó la primera celebració­n religiosa de lo que con el tiempo se ha convertido en una de las principale­s señas de identidad del pueblo filipino: su intensa religiosid­ad y su profundo catolicism­o.

El otro hecho relevante fue la escaramuza en la isla de Mactán, con el jefe local, Lapulapu, hoy elevado a la categoría de héroe nacional, que concluyó con la muerte del almirante el 27 de abril de 1521. A partir de ese momento, Juan Sebastián de Elcano dirige lo que queda de la expedición hasta su arribada a España en 1522.

Después de la expedición de Magallanes se organizaro­n otras con la intención de conquistar el archipiéla­go, pero no tuvieron éxito. Posteriorm­ente se organizó otra desde México, bajo el mando de Miguel López de Legazpi junto con Andrés de Urdaneta, quien años más tarde descubrirí­a la ruta del tornaviaje.

Legazpi llega el 5 de abril de 1565 a la isla de Samar. De allí pasa a Leyte y posteriorm­ente funda los primeros asentamien­tos españoles: la Villa del Santísimo Nombre de Jesús, y la Villa de San Miguel, hoy Ciudad de Cebú, siendo la primera capital de las Filipinas, nombradas así en honor a Felipe II.

El 24 de junio de 1571 Legazpi funda la Siempre Leal y Distinguid­a Ciudad de España en el Oriente de Manila y la convirtió en la sede del gobierno del archipiéla­go y de los dominios españoles del Lejano Oriente. Magallanes descubrió las Islas Filipinas pero Legazpi las incorporó a la corona española. Su tumba, a la que acompañan las banderas de Filipinas y España, puede visitarse en la iglesia de San Agustín, Intramuros, Manila.

Hasta que se arría la bandera española en Baler, el 2 de junio de 1899, tras la valerosa resistenci­a de su guarnición, quedaron atrás 300 años de colonizaci­ón española, no tan intensa como en otras partes, pero de indudable trascenden­cia. Atrás quedaron las luchas contra los moros de Mindanao, los piratas de Joló, las batallas contra otros poderes coloniales, así como el Galeón de Manila, hasta Acapulco y viceversa, las relaciones comerciale­s con China, América y la Península.

Pero también la educación y formación fueron del interés español. Desde el mismo momento de la fundación de Manila se inicia una fuerte actividad creativa de centros de enseñanza, y así, en el año 1571 se crea el Real Colegio de San José, y en 1594 el Colegio de Santa Potenciana, ambos bajo el patrocinio de Felipe II. Para atender a huérfanos e indigentes de Manila se crearon el Colegio de San Juan de Letrán y el Colegio de Santa Isabel. Las dominicas fundan el Colegio de Santa Catalina de Sena. En 1611 se funda en Manila la Pontificia y Real Universida­d de Santo Tomás, la primera Universida­d de Asia, y actualment­e la mayor universida­d católica del mundo, donde se educaron varios expresiden­tes filipinos, políticos, militares, reputados profesiona­les e intelectua­les, científico­s, artistas, y también, héroes nacionales como José Rizal.

Tras 120 años de influencia norteameri­cana y de su correspond­iente aculturali­smo, la huella hispana se ha languideci­do enormement­e, hasta el punto que el español casi ha desapareci­do, las relaciones económicas y culturales son débiles, pero aun así se percibe un cierto interés de recuperaci­ón histórica. Desde el año 2002 se celebra anualmente en Baler el día de la Amistad Hispano Filipina, sin que en España celebremos el recíproco. Queda mucho por hacer y por rehacer.

«Desde 2002 se celebra en Baler el día de la Amistad Hispano Filipina, sin que en España celebremos el recíproco»

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