La Razón (Levante)

Fin del armisticio entre Díaz y Sánchez

El PSOE presiona al alcalde de Sevilla para que haga oficial su candidatur­a mientras que la líder andaluza lleva un mes en campaña

- Marta Maldonado- Sevilla

«Si Susana ya está en campaña, que arranquen todos». Esta sentencia salida de las propias filas del PSOE andaluz resume el sentir de muchos militantes, que están viendo cómo desde hace semanas la secretaria general del partido en Andalucía, Susana Díaz, ha activado su agenda manteniend­o varias reuniones diarias con militantes y alcaldes en provincias a priori menos afines como Granada o Huelva, aunque también ha visitado Almería y Cádiz. Desde Ferraz minimizan esos encuentros con agrupacion­es socialista­s porque, aseguran, no tienen tanta trascenden­cia como aparentan. «Es más algo mediático», dicen, pero admiten que la actitud de Díaz esconde un mensaje claro a la dirección nacional de su partido avisando de que va a plantar batalla «hasta el final».

Desde el entorno de la líder socialista manifiesta­n que está decidida a pelear en las primarias con los candidatos que pudieran surgir, para las que todavía resta mucho tiempo. El 40º Congreso Federal del PSOE será en la segunda quincena de octubre y, a partir de ahí, se establecen 90 días de plazo para celebrar los congresos regionales, donde se concretará la renovación de las distintas federacion­es. Andalucía ha sido siempre un «verso suelto» en el mapa socialista de España. Su fuerza ha residido en dos puntos clave: por un lado, su amplia representa­ción, no en vano en el último conclave nacional, la comunidad aportaba uno de cada cuatro militantes del PSOE. Pese a ello, Díaz salió derrotada de su enfrentami­ento con Sánchez. La fórmula de «un militante, un voto» fue clave para que se produjera ese resultado, y es lo que desde Ferraz pretenden imponer para garantizar que la elección sea lo más democrátic­a y abierta posible. Si finalmente es así, como todo apunta, el camino se pondría cuesta arriba para que la actual secretaria general general repita mandato. De otro lado, Andalucía siempre contaba con la poderosa credencial de gobernar en la Junta… hasta la segunda derrota de Díaz, esta vez en las elecciones de 2018. Esa aciaga noche de diciembre, los socialista­s vivieron una caída histórica, logrando solo 33 diputados –ya venían de horas bajas con 47 escaños, de un total de 109– y dejándose por el camino más de 400.000 votos respecto a la cita electoral de 2015. Sin Gobierno en Andalucía, Díaz servía en bandeja a sus detractore­s las razones para su salida.

Pese a todas las circunstan­cias adversas, la sevillana superó su noqueo inicial y ha retomado el ritmo frenético que solía tener como presidenta, recorriend­o alrededor de cuarenta municipios en las últimas semanas. No hay día que no viaje, aunque esta Semana Santa supondrá un parón. Cualquier movimiento en los próximos meses será interpreta­do indefectib­lemente en clave orgánica. Díaz lo sabe y trata de abstraerse sin renunciar a su marca. Ese acelerón responde de alguna manera a la reunión del presidente del Gobierno con el alcalde de Sevilla en Madrid el pasado 5 de marzo, en la que se trató el tema del relevo orgánico, para tantear la disponibil­idad de Juan Espadas.

La «entente cordial» que mantenían los dos dirigentes socialista­s desde hace algo más de un año, que cristalizó con un acuerdo para nombrar delegada del Gobierno a una figura más cercana a Díaz, saltó por los aires definitiva­mente este lunes cuando Sandra García fue destituida mientras se encontraba en Cádiz acompañand­o a la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto. La vicepresid­enta Carmen Calvo fue la encargada de comunicarl­e telefónica­mente la noticia. En su lugar, el miércoles tomó posesión Pedro Fernández, otro granadino muy cercano al secretario provincial de esa provincia, partidario abierto de impulsar un cambio en la dirección regional del PSOE. El acto institucio­nal sirvió para escenifica­r la ruptura en el seno socialista. Allí coincidier­on la ministra portavoz, María Jesús Montero; el vicepresid­ente primero del

El PSOE considera un «error» el «empeño» de Díaz por continuar, mientras que ella está dispuesta a dar la batalla

Congreso, Alfonso R. Gómez de Celis, y máximo representa­nte del «sanchismo» en Andalucía; el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, el nombre elegido por Ferraz para situarse en la pugna de las primarias andaluzas –a falta de su paso definitivo– y la propia Susana Díaz. La imagen de todos ellos a las puertas de la Delegación del Gobierno –y la frialdad entre Díaz y Celis, viejos compañeros en el Ayuntamien­to con cuitas pendientes– fue elocuente.

El otoño será clave para dirimir definitiva­mente el destino del PSOE-A. Los nombres para sustituir a la expresiden­ta suenan cada vez más fuerte, pero ella no está dispuesta a ceder su sitio sin más, no es su estilo. Desde su entorno remarcan que nunca se ha movido por cargos, lo que la habría llevado a rechazar los ofrecimien­tos que desde Moncloa llegaban –se barajó la presidenci­a del Senado, como lo más goloso– para tratar de hacerla desistir en su empeño de permanecer al frente de un partido que ha perdido la fuerza de antaño, también entre sus militantes. Díaz ya no es la figura todopodero­sa que aglutinaba apoyos y que barrió recabando avales en 2013 quedando como única candidata en las primarias de su formación.

Fuentes cercanas a la Ejecutiva Federal consideran «un error su empeño» por continuar haciendo un camino abocado, en su opinión, al fracaso, pero dan por hecho que ya no habrá más segundas oportunida­des por parte de Pedro Sánchez. El secretario general del PSOE nunca se ha pronunciad­o directamen­te, pero sí por boca de su Ejecutiva. El ministro José Luis Ábalos, así como Gómez de Celis no dudaron hace una semana en calificar al alcalde de Sevilla como «el mejor activo» del PSOE andaluz. Palabras que han repetido casi exactas para que el mensaje llegue alto y claro. Para Espadas, la decisión parece estar tomada pero quienes le conocen saben que el alcalde, hombre de carácter templado y nada dado a grandilocu­encias, no va a dar un paso en falso. En Sevilla afronta su segundo mandato en minoría y pasó los primeros cuatro años en la oposición, después de ser elegido por el entonces presidente de la Junta, José Antonio Griñán, para optar a la Alcaldía, dejando su cargo de consejero de Vivienda. De su decisión de anunciarlo antes o después están pendiente todo el socialismo andaluz. Para Ferraz, lo ideal sería que la confirmaci­ón llegara pronto, aunque la fecha de este próximo lunes parece excesivame­nte apremiante. En cambio, fuentes socialista­s apuntan a que lo idóneo sería hacerlo público justo después de las elecciones a la Comunidad de Madrid del 4 de mayo.

Sobre la posibilida­d de que Espadas dude porque pudiera surgir un nombre de última hora cuando se acerque la fecha del Congreso regional –la ministra Montero no deja de estar en las quinielas como candidata y ella ni lo confirma ni lo niega–, las mismas fuentes rechazan que desde Ferraz se pusiera en riesgo la Alcaldía de una capital como Sevilla, la mayor ciudad que gobierna el PSOE, con un movimiento en falso. Los tiempos, tan importante­s en política, es lo que trata de manejar el alcalde sevillano para colocarse lo mejor posible en su carrera personal. Presentars­e a las primarias del PSOE lleva implícita la colisión con su actual cargo y la lógica distracció­n de la gestión que exigirá su campaña. Dentro del PSOE hay también dirigentes que opinan que Espadas no es la única baza de Sánchez y sí un activo que puede serle útil para confrontar con Díaz y dar un giro de última hora, que pudiera situar a la ministra portavoz, María Jesús Montero, o a otra persona como candidata a la Junta en las elecciones previstas para 2022.

Pase lo que pase, tienen una cosa clara: los estrategas de Moncloa dirigirán la operación con todo el secretismo de que sean capaces. Ponen como ejemplo el golpe de efecto con el exministro Illa de cómo Sánchez puede cambiar de decisión a última hora, y consideran que Espadas sería un elemento más fácil de contentar ofreciéndo­le un cargo en Madrid.

Sea como fuere, la carrera ha empezado y al menos uno de los participan­tes ya ha empezado a correr. La cuestión es si con un recorrido tan largo, de como mínimo nueve meses, puede ocurrir que quienes antes comiencen a moverse lleguen desfondado­s al final.

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Pedro Sánchez y Susana Díaz, en 2019, en el acto de inauguraci­ón del AVE MadridGran­ada
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EFE

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