La Razón (Levante)

La lenta campaña de vacunación lastra la confianza en la UE

Reino Unido saca pecho tras el Brexit y los países del Este recurren a la Sputnik rusa mientras aumenta el euroescept­icismo en los 27

- Mirentxu Arroqui -

25 de marzo de 2020. Un contingent­e de militares rusos entran en Bérgamo (Italia) durante la primera ola de la pandemia con equipos móviles de desinfecci­ón y laboratori­os para detectar el virus. Mientras tanto, los socios del club europeo están enfangados en una guerra sin cuartel del sálvese quién pueda por acaparar material médico como mascarilla­s y test y varios países europeos han cerrado las fronteras de manera unilateral en un efecto dominó que pone en peligro el suministro de productos básicos (con retencione­s de más de 90 horas en ciertos enclaves).

22 de enero de 2021. Hungría rompe filas frente a los socios de la UE y se lanza a adquirir por su cuenta y riesgo la vacuna desarrolla­da por Rusia, a pesar de que este antídoto no está aprobado por la Agencia Europea del Medicament­o (EMA). El 16 de febrero, Budapest recibe también el primer cargamento de la vacuna china. Otros países como Eslovaquia y la República Checa también siguen sus pasos ante la lentitud en la campaña de vacunación europea. Una vez más, Este y Oeste del club comunitari­o no miran en la misma dirección.

Los números hablan por sí solos: los Veintisiet­e han administra­do hasta ahora 14 dosis por cada 100 habitantes frente a las 46 de Reino Unido y las 39 de Estados Unidos debido a los retrasos en las entregas. El mayor incumplimi­ento es el protagoniz­ado por la farmacéuti­ca anglo- sueca AstraZenec­a (30 millones frente a los 100 prometidos) que hasta el momento no está enviando la producción de sus dos plantas británicas, a pesar de que está obligada en el contrato suscrito con los 27.

Países como Austria han empezado a perder la paciencia. El canciller austriaco, el conservado­r Sebastian Kurz, informó de que la próxima semana espera cerrar la adquisició­n de un millón de dosis de la vacuna rusa. «Estamos en la recta final y probableme­nte se pueda realizar un pedido de Sputnik la próxima semana», declaró Kurz después de reunirse con el embajador ruso en Austria. El canciller destacó la promesa de una entrega rápida de las Sputnik, con una primera tanda de 300.000 dosis en abril, 500.000 en mayo y 200.000 en junio.

¿Es incapaz la UE de aprender de sus errores? Precisamen­te la presidenta del Ejecutivo comunitari­o, Ursula von der Leyen planteó este sistema de compra centraliza­da de vacunas con el objetivo de que no volvieran a repetirse las zancadilla­s de la primera ola y de que los pequeños países no se vieran discrimina­dos frente a los grandes, en lo que hubiese supuesto otro duro golpe para el proyecto de integració­n europeo. Además, la posibilida­d de negociar en nombre de los 450 millones de europeos daba al club comunitari­o mayor ventaja competitiv­a a la hora de fijar precios y conseguir una amplia cartera de vacunas, ante la de saber hace meses qué antídotos acabarían teniendo éxito. Pero una cosa es tener una buena idea y otra saber ejecutarla. Para la analista del «think tank» Centre for European Reform, Camino Mortera, los fallos en la campaña de vacunación europea «están teniendo un impacto bastante duradero en la imagen que los europeos tienen de Europa» ya que «en esta pandemia, la gente tiene una cierta tolerancia a las decisiones de urgencia e improvisad­as siempre y cuando se corrijan. La gestión debe hacerse a nivel europeo y gran parte del problema deriva del tipo de liderazgo de la UE, ya que los jefes de Estado y de Gobierno de la UE han decidido poner al frente de esta tarea un liderazgo débil». Según explica Mortera a LA RAZÓN, quizás no haya que hablar de «euroescept­icismo sino de eurocritic­ismo». Según el último Eurobaróme­tro de marzo, el 47% de los encuestado­s mantiene una imagen positiva de la UE, el 14% negativa y el 39% neutral. Antes de extraer conclusion­es, hay que mirar la letra pequeña ya que este sondeo se realizó entre el 22 de octubre y el 20 de noviembre de 2020, en un momento relativame­nte dulce de la gestión europea. Aún no habían comenzado los grandes problemas en la campaña de vacunación y en julio se había aprobado un ambicioso paquete de 750.000 millones de euros en el que por primera vez, la UE se endeudaba de manera conjunta para auxiliar a los países más castigados.

Aún es pronto para conocer si los errores europeos darán munición a los partidos más euroescépt­icos en las elecciones nacionales. De momento, la popularida­d de la canciller Angela Merkel se encuentra seriamente dañada por la gestión del coronaviru­s, aunque no se presenta a la re-elección en septiembre, su partido podría verse afectado. En estos meses hemos visto dos tendencias: el repliegue en el Estado nación y la mirada hacia otras potencias fuera del bloque como China y Rusia que han utilizado la vacunación con fines propagandí­sticos y arma geopolític­a. Es más, esta misma semana, el Gobierno de Eslovaquia ha saltado por los aires y su primer ministro, el populista Igor Matovic, se vio forzado a dimitir tras adquirir dos millones de la dosis de la vacuna rusa sin consultar a sus socios de coalición ni a las autoridade­s sanitarias.

Además, el éxito en la campaña de vacunación al otro lado del Canal de la Mancha, pocos meses después de la consumació­n del Brexit, ha alimentado el mito del club europeo como un pesado endificult­ad granaje burocrátic­o incapaz de lidiar con las crisis, frente a la mayor agilidad de las autoridade­s nacionales. «La inexperien­cia desempeña un papel, pero el mayor problema en los retrasos de las licitacion­es es la constante necesidad en la UE de coordinaci­ón entre todos los Estados miembros. La coordinaci­ón de las políticas funciona en situacione­s puramente simétricas, de las que no hay demasiadas. La vacunación no entra en esta categoría», escribe el analista Wolfgang Münchau

para Eurointell­igence. ¿Pero qué se ha hecho mal? Es difícil de explicar. En estos meses se ha acusado a la UE de falta de pericia a la hora de negociar las cláusulas de contratos con los laboratori­os; lentitud en el proceso de validación de las vacunas por parte de la EMA e incluso racanería, lo que ha llevado a que los países dispuestos a pagar más dinero por dosis hayan recibido las entregas de manera prioritari­a.

Otros señalan que la UE es prisionera de unas reglas que no funcionan para el resto del mundo. Según los datos presentado­s por la Comisión Europea en la pasada cumbre de jefes de Estado y de Gobierno, los 27 han exportado más vacunas que las que han administra­do a su población (62 millones frente a 77 millones rumbo a 33 países). Además, Reino Unido ha recibido 21 millones de vacunas de las plantas situadas en territorio comunitari­o mientras las islas no han dirigido ni un solo vial a Europa, lo mismo que EE UU. En términos coloquiale­s, la UE de tan buena, es tonta. Según una filtración de una charla privada, el propio «premier»Boris Johnson cree que el éxito de la campaña de vacunación (30 millones ya) en su país se debe a «la avaricia y el capitalism­o».

Para Mortera, «hay que sacudirse la inocencia y salir con la bandera del ‘free trade’, pero también con conocimien­to de que los mercados son brutales y salvajes». La Comisión ha ideado un mecanismo para bloquear exportacio­nes, pero hay dudas sobre si los países europeos se atreverán a ponerlo en práctica. En todo caso, el Ejecutivo comunitari­o cree que la luz al final del túnel está cerca y que a partir de este mes se incrementa­rá el ritmo de vacunacion­es. Bruselas confía en que, una vez más, se cumpla el mantra de que «Europa sólo avanza con las crisis».

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AP Dos ciclistas descansan en el Velódromo Nacional transforma­do en un centro de vacunación en París

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