Rocío Carrasco sentencia: «La jueza no me escuchó y mi hija está manipulada»
Explicó que cuando Rocío Flores la agredió, llamó a Antonio David y le dijo: «Papá, ya está hecho»
Rocío Carrasco se enfrentó a los que dudan de su verdad y la tachán de mentirosa pero también cargó contra el sistema judicial en el que, dice, confía, pero que, según ella, no supo escucharla y no tuvo en cuenta los informes psicológicos que presentó. Esto dio pie a los colaboradores para hacer extensible el caso Carrasco a «lo que sufren muchas mujeres». Explicó que su hija «está manipulada».
Cinco años habían pasado desde su última intervención mediática televisiva, un silencio roto por su interés en contestar a sus detractores, a los que llevan semanas desmintiendo algunos de los episodios familiares desvelados por la hija de «la más grande» en las distintas entregas del documental «Rocío. Contar la verdad para seguir viva».
La noche comenzó con el recuerdo de aquel 27 de julio del 2012, día en el que las dos Rocíos, madre e hija, se vieron por ultima vez, tras vivirse un episodio violento en el domicilio materno. El 4 de marzo de 2013, un juzgado condenaba a la menor de quince años por continuos maltratos a su progenitora. Finalmente, la adolescente cumplió sesenta días de libertad vigilada.
Vázquez aseguró que «Rocío Flores ha decidido entrar en la guerra contra su madre y a favor de su padre». Ro ya dejó claro que «mi madre puede decir lo que quiera, no tengo ningún miedo a lo que diga». Pero, al mismo tiempo, lanzó un nuevo mensaje a su progenitora, unas frases que hablan de reconciliación y reencuentro. El jueves anterior le llamó dos veces y no obtuvo respuesta. Nadie entiende que Carrasco se queje de haber perdido a sus hijos, cuando ni tan siquiera contesta cuando la telefonea. Una incongruencia a la que dio su respuesta. Para ella, su hija «fue verdugo porque antes fue víctima».
«Ya empiezo llorando», afirmó resignada. Y prosiguió: «Nunca hice esto con otra finalidad que no fuera que se me escuchara, que se supiera lo que he sufrido. Estoy orgullosa si he logrado de alguna manera dar voz a miles de mujeres que han pasado lo mismo que yo».
En julio de 2012, aclara, «mi hija me agrede y yo termino en un hospital. Es algo que se sabe públicamente. Y quiero pedir a los que la atacan que no lo hagan, porque el responsable de aquel episodio fue su padre. No la denuncié ni lo haría nunca. Mi hija es lo más maravilloso que me ha pasado en la vida. Siempre la he querido proteger. La paliza me la daba su padre no ella, que era una niña. Mi reacción fue sentir pánico, por lo que sabía que iba a suceder después. Me pegó, caí al suelo y perdí la conciencia. Ella tuvo miedo y se fue. Sacó su móvil después y habló con su padre… Le dijo, “papá ya está hecho”. No tuve más remedio que declarar ante la jueza, cuando ella y su padre me denunciaron por maltrato habitual, yo no quería denunciarla…. Tenía pánico de vivir con ella. En ningún momento mi hija se preocupó por mi estado, pero nuestro vinculo no se puede romper, está enterrado, solapado, pero no me lo quitará nadie, porque a Rocío la he parido yo. Me encantaría que en otro momento de la vida, porque ahora ni ella ni yo estamos preparadas, hubiera un reencuentro. No pierdo la esperanza…»
Continuó refiriéndose a las llamadas no contestadas a su hija: «No he tenido la tentación de contestarle, no estoy preparada para eso. Las condiciones no son idóneas para ello. Tiene que pasar tiempo… Me estoy preparando con terapia, con fármacos, tengo detrás un equipo que me recomienda que no conteste por el momento, porque volveríamos a la casilla de salida». «No quiero tener pánico cada vez que suene el teléfono. Y si cuento este episodio es para demostrar la magnitud del monstruo que es su padre. Es su obra maestra».