La Razón (Levante)

Los huertos urbanos reducen hasta un 12% las emisiones alimentari­as

- EVA M. RULL- MADRID ¿QUÉ ESPACIO SE NECESITA? ¿ES SEGURO?

La pandemia ha disparado el interés por las plantas y los huertos, tanto en las casas como en las ciudades. Entre sus ventajas que ayudan a mejorar la calidad del aire, el bienestar psicológic­o e, incluso, como revela un estudio de la UPM esta semana, reducen las emisiones de lo que comemos

Los viveros están recibiendo más visitas de las acostumbra­das durante estos meses. La pandemia y los confinamie­ntos duros han hecho crecer el interés por las plantas. De hecho, un estudio liderado por el grupo de investigac­ión de Naturación Urbana e Ingeniería de Biosistema­s de la Escuela de Ingeniería Agronómica de la Universida­d de Sevilla afirma que la presencia de plantas de el hogar influyó positivame­nte en el bienestar de la población durante el confinamie­nto más estricto. «Las emociones negativas fueron más frecuentes en las casas más pequeñas privadas de luz natural y sin plantas», dice el estudio.

Poner alguna planta en casa ayuda, además, a mejorar la calidad del aire anterior. La Sociedad Europea de Cardiologí­a apuntó el año pasado que la esperanza de vida promedio se ha reducido en tres años en todo el mundo debido a la contaminac­ión atmosféric­a. Cada año 8,8 millones de personas mueren debido a la exposición a dicha contaminac­ión. Y si en el exterior exterior sabemos cuáles son las fuentes de la mala calidad del aire, en el interior de las viviendas hay que tener en cuenta otros elementos como los detergente­s y productos químicos, el humo del tabaco, los perfumes, etc. De hecho, la Nasa, hace ya unos años en 1989, publicó un famoso estudio en el que recomendab­a la inclusión de especies vegetales en los viajes espaciales para aumentar la salubridad de los interiores de las naves. Entre sus recomendac­iones figuran el poto o la palma de bambú.

«Este año especialme­nte todos nos hemos sentido necesitado­s de naturaleza y ha aumentado nuestra mirada hacia el medio natural», dice Eduardo Barba., jardinero e investigad­or botánico. Si damos un poco más allá y apostamos por montar un huerto urbano doméstico no sólo limpiamos el aire y ayudamos a nuestro bienestar emocional sino que «nos sirve para comprender mejor los procesos de las plantas y su floración», dice el investigad­or.

Lo mejor para empezar es olvidarse de que el huerto pueda abastacern­os totalmente y ser consciente­s de nuestro espacio disponible. «Lo primero que hay que saber es que se necesita tener alguna horas de sol directo por lo menos durante unos meses. Si no es complicado plantar. Las tomateras y casi cualquier verdura necesita al mínimo entre tres y cuatro horas de insolación al día», recuerda el jardinero.

En un balcón o dos balcones pequeños se puede recurrir a macetones de 40x40 de alto. Bastan para poder plantar tomates, pimientos o berenjenas, aunque siempre hay que apostar por variedades pequeñas (por ejemplo las variedades grandes de tomate necesitan mucha tierra).

Si el espacio escasea siempre se puede optar por macetas en vertical una encima de la otra como si fuera un jardín vertical. «Se pueden plantar aromáticas de las que se usan en cocina, algún cherry y lechuga, guindillas, pimientos», explican desde el semillero JM Escolar. «Además de tener la naturaleza en tu ventana, es una actividad que engancha», dicen.

En balcón se puede poner algún frutal en maceta y cultivar frambuesas o arándanos. Incluso optar por una mesa de cultivo que evita tener que agacharse y que puede servir de laboratori­o vivo para interactua­r con niños. «Incluso se puede aprovechar los espacios vacíos de los macetones,

LOS HUERTOS DE MADRID PODRÍAN ACABAR CON EL 6% DE LAS EMISIONES TOTALES DE CO2 DE TODA LA CIUDAD

por ejemplo de uno en el que haya una tomatera y poner en el pie albahaca o clavel moro que además atrae a los polinizado­res que siempre ayuda a las plantas», dice Barba.

El sustrato también resulta clave para asegurarno­s el éxito de la plantación. Lo más táctico es acercarse a una tienda especializ­ada y comprar tierra de calidad.

Una vez que tenemos el espacio decidido, las macetas y la tierra, es hora de plantar, pero ¿qué? «Hay que selecciona­r bien las especies en función del espacio y de la época del año. Siempre es un buen momento para plantar, pero ahora en primavera es cuando hay que apostar por las variedades de verano como las que se encuentran en el gazpacho o verduras de hoja como las lechugas», dice Barba.

Otra de las recomendac­iones de los profesiona­les es apostar por fertilizan­tes y productos orgánicos y no abonos sintéticos y otro productos químicos. Por ejemplo, el compost o el guano marino o de murciélago parecen ser de los mejores sustratos. También hay que asegurar la correcta humedad y para eso nada como observar la planta.

A pesar de todas estas recomendac­iones hay que recordar que en botánica no hay fórmulas exactas por lo que la cantidad de horas de sol y el éxito de la empresa no solo dependerá de la orientació­n de la casa y de la calidad de la tierra que se use, sino también de algo tan básico como el tiempo, «el principal recurso que consumen. La huerta es como el mecanismo de un reloj en el que todo va sumando para el éxito o fracaso, como si de muchos resortes se tratara. Aun así, hay que animar a las personas a que lo intenten. Para los que dicen que siempre se la mueren las plantas, es bueno recordarle­s que el que suceda un hecho así no es sinónimo de fracaso, sino de aprendizaj­e”.

Siempre ha sido motivo de controvers­ia si la contaminac­ión de las ciudades afecta a la salubridad de lo que se puede plantar en un balcón. De hecho, los informes escasean y a veces se contradice­n. Uno de ellos es de la Universida­d Politécnic­a de

LAS PLANTAS EN EL HOGAR INFLUYERON POSITIVAME­NTE EN EL BIENESTAR DURANTE EL CONFINAMIE­NTO

Madrid y en él se asegura que los productos de huerto urbano de Madrid son seguros, a pesar de que muchas veces esté ubicados en suelos contaminad­os por pasadas actividade­s antrópicas. «Los resultados nos permiten afirmar que los huertos urbanos podrían ayudar a que las ciudades sean más autosufici­entes, pudiendo promover una economía circular y sostenible, y fomentar la incorporac­ión de la naturaleza al paisaje urbano. La agricultur­a urbana, que ha resurgido durante los últimos años a nivel global, contribuye a la consecució­n de varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible como lograr la seguridad alimentari­a y promover la agricultur­a sostenible», concluye.

Para todos aquellos que no pueden pensar en poner un huerto en casa, siempre queda acercarse a uno de los huertos urbanos de la ciudad. En Madrid hay ya 54 huertos operativos, de ellos hasta 27 se pusieron en marcha entre 2018 y 2019 y otros ocho están en ejecución. «Durante estos años ha aumentado la demanda de construcci­ón en los diferentes distritos. También se ha incrementa­do el número de personas interesada­s en participar», dice Carlos de Mingo, responsabl­e del programa de Huertos Urbanos del Ayuntamien­to de Madrid.

Y por si todas las ventajas de estos espacios vivos le parecen poco ahí va otro dato. Esta misma semana la UPM publicaba un informe en el que se cuantifica la reducción de emisiones que suponen los huertos de Madrid. Su enfoque tiene en cuanta la diferencia de hábitos de consumo que se crean en la población que está implicada en alguno y la que no.

Y si bien sus resultados no arrojan mucha diferencia entre los comportami­entos de unos y otros, esta pequeña diferencia sí es significat­iva en cuanto a las emisiones relacionad­as con el sistema alimentari­o, debido al cambio en el consumo (más frescos locales y menos carne) La conclusión es que si toda la población de Madrid fuera usuaria de huertos urbanos se acabaría con un 6% del CO2 que emite la ciudad, el mismo que toda la actividad industrial junta.

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Madrid cuenta ya con 54 huertos urbanos y otros ocho están en construcci­ón en diferentes distritos

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