La Razón (Levante)

De alcazaba árabe a vivienda de Jaume I: así es el Castillo de Peñíscola

Conocido como Castillo de Papa Luna por haber sido vivienda de Benedicto XIII, es una de las joyas históricas de la Comunitat

- POR

CULTURA

Es bien sabido que la Comunitat Valenciana fue uno de los rincones de la península en los que los árabes vivieron durante más siglos y son muchos los restos culturales, gastronómi­cos y arquitectó­nicos que nos lo recuerdan. Una de estas joyas es el Castillo de Peñíscola. Si bien los musulmanes no lo contruyero­n tal y como es ahora, fueron los primeros en levantar en el año 718 una alcazaba sobre el peñón de esta preciosa localidad costera de la provincia de Castellón, desde donde poder vigilar la llegada de posibles enemigos.

Con el tiempo, aquella alcazaba pasó a manos del rey Jaume I en el año 1233, quien posteriorm­ente, en 1294, llegó a un acuerdo con la Orden de los Caballeros Templarios para que ellos ocuparan la construcci­ón. Aquel año se inició la construcci­ón del castillo tal y como lo conocemos en la actualidad.

De estilo románico, el castillo ha llegado a nuestros días en perfecto estado de conservaci­ón, a pesar de que una parte del mismo fue destruída durante la Guerra de la Independen­cia. Destaca en todo el conjunto la sobriedad y solidez de su construcci­ón, tan caracterís­ticas de las obras templarias. Pero, tal vez, el mayor interés arquitectó­nico del castillo se encuentra en la solución abovedada del Cuerpo de Guardia y en la austeridad y severa proporción de la Basílica de los Templarios.

El legado templario

Conocidos por llevar una vida austera, con voto de pobreza, castidad y obediencia, los Caballeros Templarios repartían su tiempo entre la oración y la guerra. Durante años administra­ron los bienes de Papas, príncipes y reyes, pero además poseían enormes riquezas, feudos y castillos a lo largo y ancho del territorio cristiano.

Cuenta la leyenda que después de años de apogeo de los Templarios, el endeudado rey de Francia,

Felipe IV, quiso desmantela­r la Orden para apropiarse de sus riquezas e inmenso patrimonio. Así comenzó su declive y finalmente desaparici­ón no sin antes quedar algunos cabos sueltos.

Ante la amenaza del rey de Francia, los Templarios de París contactaro­n con el maestre de la Orden en Peñíscola para anunciarle que iban a realizar un envío con los tesoros guardados en el Temple de París hasta su castillo. Desde el Sena partió una embarcació­n con varios cofres, repletos de metales, piedras preciosas y un manuscrito de Salomón, capaz de cambiar el mundo.

Cuando Felipe IV ordenó incautar las riquezas de los Templarios de París no encontraro­n ni una moneda. No se sabe qué ocurrió con esta embarcació­n pero la leyenda dice que llegó a las costas de Peñíscola y que el tesoro sigue escondido en algún lugar de la Sierra de Irta.

Tras la desaparici­ón de la Orden Templaria, en el año 1411, fue el Papa Benedicto XIII de Aviñón (Pedro Martínez de Luna, conocido como Papa Luna), quien ocupó la majestuosa edificació­n hasta su muerte en el año 1423. De ahí, el nombre que a día de hoy recibe el edificio, Castillo de Papa Luna. Todavía hoy impacta esta fortaleza que se impone majestuosa frente al mar de la costa castellone­nse.

Cuenta la leyenda que en algún lugar de la Sierra de Irta sigue escondido un tesoro de los Templarios de París

 ?? LA RAZÓN ?? El Castillo de Papa Luna se alza majestuoso ante la hermosa localidad castellone­nse de Peñíscola
LA RAZÓN El Castillo de Papa Luna se alza majestuoso ante la hermosa localidad castellone­nse de Peñíscola

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain