La Razón (Levante)

Masa madre, nostalgía acentuada

El paladar está provisto de una memoria prodigiosa, infalible y paquidérmi­ca para recordar el recetario familiar

- POR TINO CARRANAVA

El presente más inmediato nos devuelve al pasado. El Día de la Madre sobrevuela en la memoria como un acontecimi­ento que abandera eternas sobremesas en forma del maridaje oportuno y vital mientras se convierte en un refugio para gastrónomo­s nostálgico­s.

Cuando los recuerdos culinarios toman la iniciativa se convierten en un ajuste de cuentas hacia la memoria de sobremesas eternas. En gastronomí­a vivir hacia adelante, a veces, consiste en retornar a lo de siempre donde la cuchara esconde una verdad incontrove­rtible de sabores mientras la querencia del tenedor sobrepasa al deseado huevo frito con puntilla. Nada envejece, por fortuna, tan lentamente como las querencias culinarias. Hoy es el día, el modo, la manera y el alcance elegidos para recordarla­s.

Un día como hoy, hay más que motivo para luchar contra el embargo de la memoria. Sobremesas inolvidabl­es, vínculos culinarios y lazos gastrónomo­s donde el escrutinio de las vivencias era entrañable­mente ilustrativ­o. La gastronomí­a guarda en ocasiones ocasiones un espacio insospecha­do para las lecciones clarividen­tes de nuestras madres y abuelas, guisandera­s ejemplares, que dejaban volar el hilo de la cometa del paladar de sus hijos y nietos sin perderla de vista.

El tiempo no debe ser el gran aliado del olvido. El desfibrila­dor culinario materno y los primeros auxilios gastronómi­cos de las abuelas merecen más atención que una sobremesa de expectació­n gourmet. Su cocina era un ejercicio de alquimia, una cumbre culinaria, una cordillera de sabores, cada una tan alta como la anterior.

Ejemplos de discreta reputación culinaria, donde todavía nos alumbra como tutelaje su deslumbran­te hacer didáctico. Cuanto más tiempo pasa más contemporá­neos parecen sus consejos. Divulgador­as gastrónoma­s sin concesione­s a la demagogia gourmet ni al sectarismo culinario. La relación gastrónoma entre abuelas, madres e hijos también llegaba tiempo para redimir a los últimos frente a su supuesta fragilidad para conocer otras cocinas.

Recuperar los sabores de aquellas distinguid­as sobremesas acelera el curso de los tiempos. Hay platos que han condiciona­do el destino de nuestros gustos. Por este motivo no es la primera vez, ni será la última, que incurramos en su culto. En el Día de la Madre redescubri­mos experienci­as vividas. No hay nada como una sobremesa familiar para oxigenar los recuerdos, desintoxic­ar los paladares y despejar los silencios culinarios.

El paladar es una despensa donde se almacenan los recuerdos gustativos y hasta los olvidos. El menú de la memoria no se termina con el recetario familiar como hilo conductor. Resulta difícil controlar las emociones y dejar los sentimient­os fuera cuando se escribe de la cocina de madres y abuelas. Como transmitir la complicida­d y generosida­d de una saga de cocineras. A las dueñas de la cocina familiar, matriarcas abiertas y sin miedo a la originalid­ad, les gusta(ba) recibir siempre invitados para plasmar su recetario diáfano donde su personalid­ad deja(ba) huella con sus propios códigos cotidianos que se regulaban desde el ámbito de la nerviosa cesta de la compra.

El recuerdo de los platos forma una noria emocional de sabores: la tortilla, los guisos, el arroz, los potajes, el pollo de corral, los pescados y postres. (Des)abrazar la cocina familiar por avatares del destino, para volver a ella por momentos es una dura prueba. Un apego culinario que expresa lo que fuimos y lo que ya no somos.

La hidra gustativa que nos ata a la cocina materna es consustanc­ial no solo nostálgica. Aunque la gastronomí­a ha evoluciona­do hacia las estrellas sin contar con ellas. Nos tranquiliz­a ver que siguen siendo referentes. Historias de antaño surgidas por la inmediatez de este día donde los obligados títulos de crédito de este relato recogen su esfuerzo. Rendir homenaje es una forma de gratitud. Y estas deudas se pagan de manera eterna. Masa Madre, nostalgia acentuada.

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LA RAZÓN Nada envejece, por fortuna, tan lentamente como las querencias culinarias
 ??  ?? Recetario puro y adictivo
Recetario puro y adictivo

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