La Razón (Levante)

Epitafio de Iglesias, del 15-M al 4-M: «Dejo la política»

Pierde la batalla entre «comunismo y libertad»

- Carmen Morodo -

Podemos sigue su andadura sin la rémora de Pablo Iglesias que, como él mismo admitió al conocer los resultados, no contribuye a sumar. Anunció que abandona la política y que deja todos sus cargos. Minutos después, Irene Montero escribió en redes sociales: «No olvidamos quienes somos, de dónde venimos y por qué estamos aquí. Gracias, Pablo Iglesias».

Isabel Díaz Ayuso arrasó ayer en las elecciones autonómica­s de Madrid bajo la bandera del «antisanchi­smo». Las urnas avalaron mayoritari­amente su alternativ­a en la gestión de la pandemia, en contraposi­ción al Gobierno de la Nación y hasta a las decisiones de las demás comunidade­s autónomas. Iglesias victimizó su fracaso para anunciar su dimisión.

Las elecciones examinaban la gestión sanitaria y también la política económica, por más que desde la izquierda se insistiera en convertir la campaña en un debate ideológico en términos de fascismo o democracia. De hecho, la impresión demoscópic­a es que en buena medida el voto estaba ya decidido antes de que se anunciara incluso la convocator­ia de elecciones. Ganó Ayuso, que más que duplica sus escaños de hace dos años hasta llegar a los 65, y no dependerá de Vox para ser investida ya que el bloque de la izquierda no suma más escaños que los que ella tiene en solitario. La mayoría está en los 69.

La candidata popular impuso ayer su apuesta por mantener abierta la restauraci­ón y por buscar un equilibrio entre economía y salud. Pero dentro del bloque de la derecha, Vox aguanta el tirón, con un escaño más, un aviso a nivel nacional para el PP ya que esta resistenci­a se produce incluso en un terreno en el que el liderazgo popular no ha tenido complejos en sus relaciones con ellos ni tampoco a la hora de ocupar con su discurso parte de su espacio electoral.

Vox no tiene un programa como tal, pero sí un voto protesta en nichos muy singulares y que le siguen dando rédito: inmigració­n, seguridad, menas o ideología de género. Vox insinuó en campaña que no pediría entrar en el Gobierno de Ayuso, y los resultados le obligan a abrir un debate sobre cómo dar utilidad a sus votos en el nuevo Gobierno en solitario del PP ante la imagen que confirma la utilidad de la reunificac­ión del voto del centrodere­cha. Dentro de la derecha, Cs confirma su derrumbe absoluto, con consecuenc­ias a nivel nacional. De 27 escaños se quedan sin representa­ción, y la sangría de cargos de Cs al PP continuará en los próximos meses.

Anoche perdieron Pedro Sánchez y su jefe de Gabinete, Iván Redondo, a quien en el PSOE llevan tiempo queriéndol­e ajustar cuentas. Este batacazo, de una campaña diseñada en Moncloa, contará como una oportunida­d más para intentar hacer mella en la confianza y poder absoluto que el presidente del Gobierno ha concedido a su gurú.

Superar el 40 por ciento del voto era la cifra soñada en la dirección popular, y llegaron al 44 por ciento, porque a nivel nacional supone colocar al PP entre el 25 y el 30 por ciento de los votos, es decir, entre 5 y 10 puntos más de los que consiguier­on los populares en las elecciones generales de noviembre de 2019.

Ayuso impulsa a Casado hacia La Moncloa al consagrar un escenario en el que sólo quedan dos fuerzas en la derecha por la liquidació­n de Ciudadanos. Su reto es conjurar el riesgo de que pueda ganar las próximas elecciones generales, pero gobierne Sánchez porque sume más con la izquierda y con independen­tistas y nacionalis­tas.

En el bloque de la izquierda pierden Sánchez y Redondo, pero también el ex vicepresid­ente del Gobierno Pablo Iglesias frente a

Íñigo Errejón, su ex hermano político. Su derrota es también contra la mujer a la que intentó echar a un lado para colocarse él al inicio de la campaña, la candidata de Más Madrid, Mónica García, que apuntala sus posibilida­des para erigirse en referente de la izquierda desde un discurso ajeno al de Iglesias en las formas en el fondo. Es la única candidata de ese bloque sobre la que se puede apostar seguro que se mantendrá en la Asamblea de Madrid. El candidato socialista, Ángel Gabilondo, no repetirá. Tampoco Pablo Iglesias, sobre el que está por ver incluso si conserva su escaño en la Asamblea regional después de haber abandonado el Gobierno de la Nación y haber señalado a su sucesora al frente de Podemos. En el reparto de fuerzas en la izquierda, Más Madrid coge el liderazgo, supera en más de mil votos al PSOE y empatan en 24 escaños. Podemos se queda en 10 y menos de la mitad de votos que Más Madrid. El PSOE fue el partido que ganó hace dos años con 37 escaños.

Mónica García no intentó copiar a Iglesias en campaña, y ésta ha sido su principal fortaleza. No habló de fascismo, y sí de sanidad, educación, vivienda y otras cuestiones sociales por las que sobrevoló Iglesias. A diferencia, por cierto, de lo que ha hecho Moncloa, empeñada en obligar al candidato socialista a dejarse arrastrar al lodazal del líder morado.

Los socialista­s salen del 4-M obligados a revisar el estado de salud de su organizaci­ón regional, pero también lo acertado de la política de hacer seguidismo de Unidas Podemos en el afán de quedarse, de esta forma, con los votos de Iglesias. En Madrid esta política no les ha dado resultado y deja abierto el debate a nivel nacional.

Para superar esta crisis Sánchez echara mano de la Moncloa para lanzar varios fuegos artificial­es, pero o maneja bien los tiempos o la fuerza del desgaste puede dejarle sin margen de maniobra por más que en Moncloa celebren que tienen por delante meses en los que el viento sólo soplará a su favor por la vacunación y la entrada de fondos europeos. Además de una economía que mantendrán anestesiad­a hasta final de año.

Sánchez tiene margen para ganar tiempo, pero sale de una severa derrota obligado a tomar decisiones que por razones oportunist­as ha sometido al interés de las urnas. Es más improbable después de este varapalo que Sánchez rectifique su decisión de pasar página del estado de alarma para desentende­rse por completo de las decisiones impopulare­s. Serán las comunidade­s autónomas las que breguen con la Justicia para mantener en vigor medidas que afectan a derechos fundamenta­les, como el toque de queda, ya que se quedarán sin protección legal por la decisión de Sánchez de no atender su petición de que siga vigente por unas semanas más un estado de alarma «light».

Cataluña es otro problema aparcado, que volverá a colocarse en primera línea en los próximos días. O hay gobierno independen­tista, con ERC sometido a la presión de la derecha secesionis­ta, JxCat, y de la CUP, la izquierda antisistem­a, o nuevas elecciones. Es más probable la primera opción, pero de confirmars­e cabe esperar poco margen para que ERC busque el pragmatism­o y el entendimie­nto con el PSOE en Madrid. La discusión entre JxCat y ERC no está en la gestión, sino en la hoja de ruta para seguir avanzando con el procés. También se espera el informe del TS contrario a los indultos de los líderes secesionis­tas, y aunque el Gobierno ha avanzado su voluntad de valorar indultos parciales, el contexto político es demasiado inestable como para que arriesgue con gestos que no garanticen la vuelta al redil de ERC y que le añadan más desgaste electoral.

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