La Razón (Levante)

Sin pactos ni calculador­a: basta con que Vox se abstenga

Ayuso suma más que todo el bloque de izquierda y puede ser elegida incluso sin el voto a favor del partido de Abascal

- Ricardo Coarasa -

La calculador­a no echará humo esta vez. El rotundo éxito electoral de Isabel Díaz Ayuso, que duplica holgadamen­te sus resultados y se queda a solo cuatro escaños de una mayoría absoluta inalcanzab­le desde la irrupción de los nuevos partidos, despeja su reelección como presidenta de la Comunidad de Madrid, incluso sin necesidad de que Vox vote a favor de su candidatur­a.

Si se trataba de medir las fuerzas electorale­s de los bloques de derecha e izquierda, el resultado es incontesta­ble. PP y Vox alcanzan los 78 escaños, nueve por encima de la mayoría absoluta, de la que la suma de diputados de PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos se queda muy lejos con sus 58 escaños, sobre todo por el hundimient­o de la lista que ha cabezado Ángel Gabilondo, que incluso cede el cetro de la izquierda a Más Madrid.

La victoria de Ayuso tiene un plus. Necesita del respaldo del partido de Abascal, como se esperaba, pero en este caso en segunda votación (en la que son suficiente­s más síes que noes) le basta con su abstención para repetir como presidenta. Y es que sus 65 escaños suman más que los obtenidos en su conjunto por la izquierda (58).

Y no solo eso. El prolífico botín de la candidata del PP, que fagocita a Ciudadanos y deja a 41 escaños a la segunda fuerza –un menguante PSOE que se deja un tercio de sus 37 diputados en solo dos años–, le otorga sin duda una posición de fuerza para negociar que no tenía en los anteriores comicios.

En 2019, la lista que encabezó una debutante y desconocid­a Díaz Ayuso ni siquiera fue la más votada (se impuso Gabilondo) y tuvo que procurarse el respaldo de Ciudadanos (del que dos años después no queda ni rastro, sumergidos sus votos por debajo del umbral de superviven­cia del cinco por ciento) y del partido de Santiago Abascal.

Con estos resultados, a Ayuso le salen las cuentas. Solo le apartaría de la presidenci­a regional un impensable voto en contra de Vox, que resiste el tirón de la candidata popular y no solo defiende con uñas y dientes su resultado de hace dos años, sino que araña uno más (13 diputados frente a los doce de los anteriores comicios).

Ayuso –que sale reforzada en su estrategia de confrontac­ión con Pedro Sánchez y en su gestión de la pandemia, tan cuestionad­a desde la izquierda– solo tenía tenía una oportunida­d para no depender siquiera de Vox para ser investida de nuevo presidenta el próximo 8 de julio. Sin necesidad de obtener la casi inalcanzab­le mayoría absoluta (por la creciente fragmentac­ión del voto), necesitaba sumar más escaños que el conjunto de las fuerzas de izquierda –PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos–.

Y finalmente Ayuso ha alcanzado sobradamen­te ese objetivo que le permite no depender del apoyo expreso de Vox a su candidatur­a para salir investida como presidenta en segunda votación por mayoría simple.

Por tanto, la única incógnita –a tenor de la reiterada predisposi­ción de Vox a evitar a toda cosa un gobierno de la izquierda en Madrid– es si el partido de Abascal se conformará con un acuerdo de legislatur­a, como en los últimos dos años, o exigirá su entrada en un futuro gobierno de la candidata del PP, reproducie­ndo con nuevo compañero de baile el modelo que pusieron en marcha populares y Ciudadanos en 2019.

Pero si Ayuso es la clara vencedora vencedora de las elecciones –unos comicios que también han sonreído a la candidata de Más Madrid, Mónica García, que ha culminado el sorpasso al PSOE– la derrota tiene varias caras. La primera, la de Gabilondo. Pero no la única. El desembarco en Madrid de Pablo Iglesias tras dar la espantada en el Gobierno de Pedro Sánchez apenas le ha servido a Unidas Podemos para arañar tres escaños más, que dejan a la formación morada como tercera fuerza de la izquierda en la región.

El frentismo que el líder morado reclamó con insistenci­a durante la campaña para frenar a la derecha necesitaba de un mejor resultado electoral que no ha sido capaz de conseguir pese a empeñar todo su caudal político en ese afán.

No por esperada, la hecatombe de Ciudadanos ha sido menos rotunda. Sus 26 escaños se han esfumado –la mayoría con destino al Partido Popular– dejando a Edmundo Bal y su apuesta por el centro compuesto y sin escaño. El seppuku político de la formación naranja en Murcia inevitable­mente ha pasado factura a Bal, obligado a gobernar el barco en la peor de las tormentas.

Pero si el fracaso electoral ha mirado de frente a alguien, ése es Ángel Gabilondo, que obtiene el peor resultado histórico del PSOE en la Comunidad de Madrid (hasta ahora, el 25,43% de 2015). Estaba llamado a encabezar el tridente de izquierdas contra Ayuso, pero se ha dejado trece de sus 37 diputados, una debacle que convierten en estériles los siete parlamenta­rios que ganan entre Más Madrid y Unidas Podemos.

«Pablo, tenemos 12 días»

Sus bandazos no le han ayudado a ganarse la confianza ciudadana. En solo un mes, Gabilondo pasó de desdeñar al líder de Podemos –«con este Iglesias, no»–, mostrando abiertamen­te sus preferenci­as por pactar con Más Madrid y Ciudadanos, a cortejar al ex vicepresid­ente del Gobierno en su minuto de oro del debate electoral: «Pablo, tenemos doce días para ganar las elecciones».

Y eso que, emulando a Sánchez, había confesado que le «intranquil­izaría» que formara parte del Gobierno alguien con «un planteamie­nto extremista y radical». Pero cuando las encuestas empezaron a apuntar la debacle naranja, el candidato socialista se vio obligado a asumir que cualquier oportunida­d de devolver al PSOE la presidenci­a de la Comunidad de Madrid 26 años después pasaba por una alianza de la izquierda que incluyera al líder de Podemos.

El resultado de Díaz Ayuso cobra mayor dimensión si cabe, más allá de escaños y porcentaje­s, teniendo en cuenta que se produce en un mapa electoral que no tiene nada que ver con el que imperó en Madrid hasta los comicios de 2015.

Desde esa fecha, con la entrada en el escenario de Podemos y Ciudadanos primero y, cuatro años después, de Vox y Más Madrid, las mayorías absolutas se han convertido en una quimera y la diversific­ación del voto obliga a los pactos y a prescindir de maximalism­os ideológico­s. Lejos quedan las cinco mayorías absolutas de los populares (las últimas en 2007 y 2011), de la que, sin embargo, la candidata del PP ha estado en esta ocasión más cerca que nunca.

La izquierda, a 11 escaños de la mayoría absoluta

El PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos se quedan muy lejos de la mayoría absoluta de 69 escaños, pues entre los tres solo suman 58 diputados

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain