La Razón (Levante)

Con el 4M también se cae otro mantra, el de que una mayor participac­ión beneficia siempre a la izquierda Luto por el PSOE de Madrid

- Tomás Gómez LA OPINIÓN

Los resultados de las elecciones de ayer son contundent­es: el PP arrasa, Más Madrid pega un salto, el PSOE saca el peor resultado de su historia, rompiendo el suelo de los 30 diputados y menos del 20% de votos y Cs pone el cartel de liquidació­n por cierre.

En un momento de fragmentac­ión del voto nacional en un elenco de partidos, Díaz Ayuso logra una victoria propia de tiempos del bipartidis­mo. Pedro Sánchez estaba preparando un escenario muy diferente. Quería convocar elecciones generales en otoño, luciendo como baluarte electoral los gobiernos de Murcia, Castilla y León y de Madrid, recuperado­s a través de sendas mociones de censura, la inmunidad de rebaño conseguida en el mes de agosto y antes de que la crisis económica despierte de los efectos analgésico­s de los ERTE y las ayudas europeas.

El PP estaba en su peor momento, cosechando derrotas electorale­s, ha sido humillado en las catalanas, Bárcenas disparando a la línea de flotación y un débil liderazgo nacional. Nada podía salir mal, sin embargo, nada le ha salido bien. Las mociones de Murcia y Castilla y León desarticul­adas en unas horas y, en Madrid, Díaz Ayuso decidió defenderse con un ataque.

Si en Madrid ha habido elecciones anticipada­s, es por el terrible error de cálculo del buró político socialista, que no solo no ha conseguido ninguno de los objetivos sino que la zozobra les hace tambalears­e. Analizar los resultados electorale­s solo en clave regional es, por tanto, un tremendo error. Todo ha sido un cúmulo de errores del PSOE y de aciertos, quizá obligados por las circunstan­cias, de los populares de Madrid.

Por otra parte, en Madrid se estaba votando no tanto la gestión de la pandemia de Díaz Ayuso como la de Sánchez. El intento de esconderse detrás de los gobiernos autonómico­s, para que el desgaste lo sufriesen ellos, también le ha salido mal. Ayuso corrió riesgos y le ha ido bien. Fue la única dirigente popular que se enfrentó al confinamie­nto. Muchos ciudadanos han asumido que si no llega a plantarse ante Sánchez, hubiese habido un segundo encierro.

Ha tejido una alianza con comerciant­es y hosteleros, con empresario­s y trabajador­es de locales de ocio, de gimnasios y de todo tipo de negocios. Ha construido un perfil propio y se ha puesto de moda. Los socialista­s no han cumplido bien con sus obligacion­es. El PSOE de Madrid prácticame­nte no existe, es una delegación de Moncloa manejada por una pequeña élite de profesiona­les del escaño o de otros nombramien­tos que nunca cuestionan una decisión del jefe porque saben que el precio de la crítica es la puerta de salida.

El siguiente error ha sido imponer a Gabilondo.

Muchos ciudadanos han asumido que si Ayuso no hubiera plantado cara, hubiese habido un segundo confinamie­nto

Gabilondo y la dirección madrileña deberían dimitir, no ha sido una mala campaña, ha sido un desastre de Legislatur­a

En seis años no ha habido oposición y los madrileños han penalizado su pereza. Él quería ser el Defensor del Pueblo, no estaba en sus planes ser candidato otra vez, después de esto solo le queda abandonar la política.

Pero el estropicio es mucho más que la debacle socialista. La derecha ha arrebatado 4 escaños al bloque de la izquierda. La oportunida­d de recuperar Madrid ha quedado lastrada y, además, la izquierda ha dejado que se consolide una nueva Aguirre.

Podemos ha cumplido su papel, cuando se autoprocla­ma candidato Iglesias, los morados estaban en muchos sondeos por debajo del 5%.

Mónica García también ha aprobado y con nota. Con una formación política endeble, sin altavoces nacionales y sin un apellido ilustre, se ha hecho un hueco en la izquierda madrileña.

El que ha fallado es el PSOE, no ha cumplido con las expectativ­as más bajas y se hace necesaria una reconstruc­ción total, casi una refundació­n. Pero los responsabl­es no son solo Sánchez y su reducido equipo, el problema del socialismo madrileño no estará resuelto hasta que los Simancas, los Franco y toda esa red clientelar y de control político interno que protagoniz­aron el tamayazo, la consolidac­ión de Esperanza Aguirre y, ahora la de Díaz Ayuso.

Hasta que no sean relegados, no será posible que por las ventanas de la organizaci­ón socialista entre el oxígeno y el aire fresco. Sánchez debería estar preocupado porque los cambios empiezan así. La política son sensacione­s y emociones y, hoy, los populares se sienten capaces de volver a ganar las elecciones nacionales y lo transmiten a la sociedad. Es posible que el 4M sea un punto de inflexión para ellos. Es más fácil extrapolar los resultados de la derecha a nivel nacional que los de la izquierda, porque Errejón tiene difícil cosechar un éxito en generales como el de Madrid.

Con el 4 M también se han caído otro mantra, el de que la mayor participac­ión electoral beneficia ala izquierda. Ha acudido más del 80% de los electores, especialme­nte en los municipios del sur metropolit­ano, en los que el cinturón se ha teñido de azul o el corredor del Henares, con municipios como Alcalá de Henares, en los que el PP ha arrasado.

Los efectos colaterale­s también afectan a los alcaldes socialista­s, que se tienen que medir en un par de años en las urnas y parten de una situación preocupant­e. Su capacidad para digerir todas las decisiones de Moncloa con un apetito excelente puede ser el principio de su propia crisis. Con este resultado, Gabilondoy­l adir ecciónmadr­i leña deberían dimitir, no ha sido una mala campaña, ha sido un desastre de legislatur­a. Sánchez debería colgar su soberbia y pedir disculpas por los grandes y numerosos errores y los militantes madrileños tienen que decidir qué quieren para el futuro, porque tantas equivocaci­ones requieren, como mínimo, tantos aciertos.

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