La Razón (Levante)

Perdió el CIS, perdió la violencia

- José Antonio Vera

mente barrido por el PP. También pronosticó un Vox casi extraparla­mentario. Otra gran cantada. Luego ha perdido Tezanos y ha perdido la violencia, que en esta campaña se hizo omnipresen­te no por culpa de Vox, como pretendió hacer creer la ministra Maroto, ni por el sainete de las balas que Iglesias atribuyó a Vox, ni por las agresiones de Vallecas, pues ya sabemos que fueron promovidas por los matones del ex vicepresid­ente. La campaña fue violenta porque Iglesias, partidario de la «lucha armada» y el «cóctel molotov», quiso hacerla dura, brusca, vehemente como él. En las anteriores elecciones de Madrid no hubo conato de agresivida­d alguna. En esta sí, pero porque así fue fabricada por los esbirros podemitas, con la ayuda de Marlaska y la aquiescenc­ia de Gabilondo, sobre el relato de un fascismo inventado.

¿Es Vox un partido fascista? Claramente no. En su parafernal­ia no vemos camisas pardas ni azules ni uniformida­d militar. Abascal ha construido una opción radical de derechas, pero en ningún caso violenta. Populista sí, en la misma medida que también lo es Podemos. Es verdad que cuando se está en la oposición se puede hacer populismo con facilidad para decir, en genérico, fuera okupas, fuera inmigració­n, fuera autonomías. El problema es que luego llegas a las institucio­nes y te haces partícipe de las autonomías que querías destruir.

Y es que una cosa es predicar y otra gobernar. Por eso a Monasterio le va a ir mejor no entrar en el Ejecutivo. Si entras tienes que poner fin al problema de los menas y de la okupación, e igual al final hay que tragar con ambos como con las autonomías. Durante la campaña, Abascal y Monasterio fueron de

Memorable victoria de Ayuso e histórico batacazo del CIS, que pronosticó un empate entre la izquierda y la derecha, cuando el bloque social-comunista ha sido clara

menos a más. La cubano-española es estirada, pero bien preparada, de manera que dio la talla en el debate televisivo y también en el teatrillo de la Ser, por mucho que berrearan en su contra los orates izquierdis­tas. Pensaban algunos que Monasterio iba a ser engullida por Ayuso, pero no ha sido así. Ha mantenido el tipo y está en la mejor disposició­n para exigir que se cumplan sus compromiso­s. Pero que no se le ocurra votar «no» a la líder popular. Sería su tumba.

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