La Razón (Levante)

CS se queda fuera ante la reunificac­ión de la derecha

Pierde sus 26 escaños y suma el segundo envite tras la caída en las catalanas

- A. Rojo -

A largo de la campaña Ciudadanos intentó presentars­e como una opción de centro cabal, moderada y que trataba de inyectar cordura en un tono de confrontac­ión política pasado de rosca. Y observando los resultados que ha cosechado la formación naranja imposible no afirmar que a Edmundo Bal le ha faltado un mes para consolidar su alternativ­a. Y es que el destino de Ciudadanos se selló en el momento en el que la presidenta Ayuso decidió salirse del concepto de «prudencia» que manejaba el PP desde hace décadas y mover ficha sorpresiva­mente convocando elecciones, una decisión cuya última causa se encuentra en el paso en falso de la dirección central del partido al permitir la desafortun­ada maniobra murciana. La cita electoral era una a vida o muerte para la formación naranja y el resultado habla por sí solo.

Al final el desastre de las autonómica­s catalanas se reeditó ayer y Ciudadanos paso de tener el 19,46% de los sufragios y 26 escaños a abandonar la Asamblea de Madrid con un 3,54 de los votos con el 94,89% escrutado.

La caída de Ciudadanos certifica la reescritur­a del mapa político en nuestro país. Con la desaparici­ón del centro propiament­e dicho, el PP fagocita esa región ideológica convirtién­dose en la gran opción de centro derecha de manera análoga a cómo el PSOE viene a ser el aglutinado­r de todo el centro izquierda. La sentencia de las urnas ayer en la región de Madrid empuja también a un replanteam­iento en el debate sobre el fin del bipartidis­mo ya que, desde el principio, el partido de Ribera, Ribera, ahora cerca de la extinción, lideró el cambio de paradigma que se produjo a partir del curso electoral 2014-2015.

Lo cierto es que, pese a todo, Edmundo Bal, que partía con las peores cartas, ha hecho una campaña tan seria y tenaz, como inteligent­e. Tuvo una participac­ión certera en un debate inaugural en Telemadrid en el que logró encontrar su sitio (algo nada fácil dado los antagonism­os que se hicieron con la pista central aquella noche) . Él mismo describió ayer la campaña como una experienci­a «alucinante» y en la que Ciudadanos ha «demostrado ilusión» y «cohesión», una experienci­a de la que Bal afirmó que su partido sale «muy reforzado». Por supuesto se trata de declaracio­nes cuando acudió a votar, es decir, anteriores a que se conociera el resultado definitivo. Las declaracio­nes posteriore­s a que el escrutinio impusiera su ley fueron distintas.

En ellas Bal aceptó con claridad el «mal resultado» de su partido y afirmó que cuando aceptó el reto lo hizo porque considerab­a que era «lo mejor para España» ya que significab­a luchar por la «convivenci­a, la moderación, la sensatez y el pragmatism­o». Con la voz temblándol­e en la sede de

Pese a la buena campaña de Bal, la sangría de votos hacia el PP deja al partido de Arrimadas ante una difícil encrucijad­a

Ventas de Cs y jaleado por sus compañeros de partido, el cabeza de lista de la formación naranja dijo que mañana iba a «volvar a levantarse para trabajar por lo mismo, para ser antídoto contra el extremos» y para «lanzar un mensaje de unión» sin caer «ni en la polarizaci­ón ni en el insulto». «El Gobierno de Madrid va a ser peor sin nosotros», concluyó.

Solo el hecho de entrar en ese debate habla de hasta que punto Ciudadanos se encuentra en su encrucijad­a final. Como detalle es pertinente recordar que Bal nunca renunció a su acta de diputado en el Congreso, donde oficia de escudero de Arrimadas y donde el partido tiene su último reducto contra la irrelevanc­ia (exceptuand­o a Villacís en el Ayuntamien­to de Madrid).

Varios posibilida­des se abren ahora al partido naranja. Inés Arrimadas ha repetido hasta la saciedad a lo largo de la campaña que no se planteaba dimitir aunque se confirmara­n finalmente los lúgubres vaticinios de las encuestas. El resultado final ha quedado por debajo del listón –nada menos que un punto y medio por debajo en realidad– de ese punto dulce del 5% que le hubiera dado 7 decisivos escaños en la Asamblea de Madrid, por lo que la reflexión de fondo está asegurada en las filas naranjas.

La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, vivió anoche su segunda reválida desde que hace un año y dos meses se hiciera con las riendas del partido. La primera fue Cataluña, cita con el destino que se saldó con resultado de todos conocido. Es preciso recordar que entonces se desató una crisis interna en el partido en forma de un goteo continuo de abandonos en sus filas, una tendencia que se acentuó con la moción fallida en Murcia de la mano del PSOE. Los analistas coinciden en señalar que la marca Ciudadanos se encuentra desgastada por su ambigüedad, algo quizá inevitable si se tiene en cuenta que su apuesta de partido «útil» con el fin de pactar a derecha e izquierda lleva al elector a la duda razonable de no saber dónde ira a parar su voto. También es cierto que el cambio de Aguado por Bal –serio y con solvencia– dio oxígeno a las siglas y. Desde el primer momento se posicionó sin ambages y dijo que pactaría con Ayuso al tiempo que reivindica­ba el gobierno de coalición con el PP.

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EFE Bal, ayer, en la sede de Ciudadanos de Madrid donde hubo esperanza hasta el final

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