Ayuso podría fichar al robot «Sophia» como portavoz de su gobierno

Escribo estas líneas y no sé si Ayuso ha barrido o se ha quedado petrificada agarrada al palo de la escoba. De momento, la gran novedad del día ha sido «Sophia», el robot que han colocado en Ifema para ofrecer datos a los periodistas. Una especie de portavoz oficial nada parecido a Tezanos. Además de informar, cuentan que incluso podrá aclarar dudas a los medios. En la visita de Ayuso a Ifema, «Sophia» la saludó con un «ha venido muy guapa». Es sorprendente que nada más conocerse el piropo, la izquierda no haya solicitado enérgicamente la dimisión del robot, robota o robote (aún no se ha pronunciado al respecto Irene Montero) por considerarlo parcial, tendencioso, heteropatriarcal y fascista, además de muy pelota. Quizá el rojerío estaba distraído meditando sobre la profética reflexión de Él en su último mitin: «El triunfo de PP y Vox puede constituir el principio del fin de una democracia democracia vigorosa». Pero ¿no había dicho su socio que no éramos una democracia plena? De cualquier manera, Sánchez le ha tomado el gusto al estribillo «el principio del fin» para ponerse épico y heroico en sus homilías. «Estamos en el principio del fin de la pandemia», «estamos en el principio del fin de la crisis económica gracias a los fondos europeos», «estamos en el principio del fin de la emergencia sanitaria», etc. Eso sí: nunca verá, ni en el más grande de sus espejos, el principio del fin de su flor en el culo. A Echenique le place más anunciar el principio del fin de la derechona: «Vamos a impedir que los fascistas, homófobos y racistas entren en la Comunidad de Madrid». Más que un cordón o un condón sanitario, parece que su prodigioso cerebro estuviera planificando un gulag o un muro trumpista. Seguirá gritando «no pasarán» hasta cuando hayan pasado, como cantaba Celia Gámez. Es lo que da el fanatismo leninista y de las JONS. En cuanto a «Sophia», si es cierto que puede resolver las dudas de los medios, supondría una novedad extraordinaria en el ámbito de las portavoces humanas, que jamás han resuelto ninguna, y haría bien Ayuso en ficharla de portavoz. Además de llevarle el café con churros al despacho, le alegraría la mañana con un «está hoy muy guapa, presidenta». Impagable.