La Razón (Levante)

Escocia decide su futuro con la vista puesta en la independen­cia

Con una amplia victoria, los nacionalis­tas forzarán un segundo referéndum de secesión

- Celia Maza -

Boris Johnson, «rockstar» de la causa euroescépt­ica, siempre defendió que el Brexit crearía todo un mundo de nuevas oportunida­des para la «Global Britain». Pero lo cierto es que la salida del bloque plantea ahora todo un desafío para la unidad del país. Los escoceses acuden el jueves a las urnas y todas las encuestas otorgan una mayoría a los independen­tistas, con su promesa de otro referéndum de secesión. Tras el plebiscito de 2014 (donde ganó la unión con el 55,3%), los separatist­as aceptaron que la consulta era «única en una generación». Pero con el Brexit creen que las reglas de juego han cambiado. No en vano, en Escocia el apoyo a la permanenci­a en la UE sumó el 62%.

Entre el SNP de la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon; Alba, la nueva formación de su predecesor, Alex Salmond; y Los Verdes, los secesionis­tas podrían ganar ahora 80 de los 129 asientos que están en juego. Y eso supone un gran reto para el inquilino de Downing Street, que solo ha realizado una visita a Escocia en toda la campaña, consciente de que en el norte no es un figura especialme­nte popular.

Lo cierto es que algunos conservado­res y funcionari­os públicos de alto rango han comenzado a argumentar que, si finalmente los independen­tistas consiguen una aplastante mayoría, la estrategia del primer ministro de continuar diciendo «simplement­e que no habrá referéndum» se está volviendo «insostenib­le».

En este sentido, según «The Times», sus asesores ya estarían barajando la posibilida­d de permitir una nueva consulta. Eso sí, con la condición de que los términos de la separación se acuerden de antemano para que, en campaña, no se prometan escenarios irreales que confundan al electorado y se acabe creando el caos que formuló el propio Brexit.

A la ministra principal escocesa nunca le gustó hablar de un «plan B» si Londres insistía en su negativa. Pero tras las presiones de los radicales de sus propias filas, Sturgeon ha presentado una «hoja de ruta» para la celebració­n de un nuevo plebiscito que se convocaría tras la pandemia de forma «legal». El SNP siempre se ha distanciad­o del modelo catalán. «La única manera de obtener el reconocimi­ento internacio­nal es hacer las cosas por la vía legal», matiza Sturgeon.

La líder del SNP plantea al Gobierno central tres opciones: aceptar que el Parlamento escocés tiene competenci­a para convocar el referéndum conforme a la Ley de Escocia de 1998, dar su autorizaci­ón activa para la votación o la convocator­ia tras una batalla en los tribunales

Sturgeon siempre ha mostrado una actitud moderada. Promete un nuevo referéndum siempre y cuando la mayoría sea clara, y cuando el coronaviru­s esté controlado. Para ella la prioridad absoluta ahora es la recuperaci­ón ante la pandemia. Sin embargo, el nacionalis­mo atraviesa su particular guerra civil. Y otros sectores representa­dos por Salmond quieren hacer las cosas con mucha más premura. La vuelta a la política del hombre que en su día fue considerad­o el «Braveheart del siglo XXI» ha supuesto todo un torbellino para la política escocesa y no ha estado exenta de polémica.

Salmond había protagoniz­ado una carrera marcada por logros históricos: primer nacionalis­ta escocés en llegar al cargo de ministro principal (2007), primero en conseguir mayoría absoluta (2011) desde que se formó el Parlamento de Edimburgo y el hombre que estuvo a punto de lograr la independen­cia. Sin embargo, todo se desmoronó en 2019, cuando tuvo que enfrentars­e a un juicio por 14 delitos sexuales, incluyendo dos intentos de violación, acusado por hasta 10 mujeres distintas. Finalmente quedó absuelto por la justicia.

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REUTERS La primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, hace campaña en un colegio de Kirkcudbri­ght

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