Álex Palou, el último sueño americano
El catalán, que nació cerca de Montmeló, triunfa en la IndyCar, la Fórmula Uno estadounidense
LaLa Fórmula Uno es considerada la categoría reina del automovilismo. Es el campeonato con el que sueña todo aquel que quiere ser piloto, una fábrica de mitos, pero también de fracasos porque llegar es muy difícil, mantenerse resulta casi imposible y ganar títulos está en otra dimensión. Sólo los veinte mejores del mundo corren cada fin de semana y el círculo es muy cerrado. Pero no todo en el automovilismo se reduce a la F-1. Como ocurre con la NBA, con el béisbol, con el fútbol americano o con el hockey, Estados Unidos también cuenta con su particular Fórmula Uno, la IndyCar. Y en este mercado donde el show es tan o más importante que el deporte deporte hay un español llamado Álex Palou que está triunfando.
Palou sólo tiene 24 años y desde muy pequeño trató de seguir la senda de referencias como Fernando Alonso o Carlos Sainz. Talento no le falta y capacidad de trabajo tampoco. Se subió a un kart a los cinco años y desde entonces no se ha bajado del coche. Lo descubrió Adrián Campos, el mismo que un día fichó a Alonso con apenas 16 años. Eran otros tiempos. Palou nació en 1999 muy cerca del circuito de Cataluña, en la localidad de Sant Antoni de Vilamajor, próxima a Montmeló y más cerca todavía de Cardedeu, el pueblo de Pedro Martínez de la Rosa. Su familia, trabajadora con una pequeña empresa de construcción, le apoyó desde el principio, pero no son los millonarios que últimamente campan por la F-1.
Alex disputó la F3 española, la GP3 internacional en la que ganó carreras como la de Abu Dabi el mismo día que Esteban Ocon, hoy compañero de Alonso en Alpine, conquistaba el título. También alcanzó la F2, la puerta de entrada de la Fórmula Uno, pero no pudo continuar corriendo en Europa. Fue entonces cuando decidió marcharse a Japón para correr un campeonato denominado SuperFórmula, un certamen de monoplazas muy seguido en Asia. Allí triunfó y pronto entró en la órbita de Honda, el fabricante fabricante de coches, que lo considera una estrella a la que ayudar.
Fue el gigante japonés el que le propuso correr en Estados Unidos la IndyCar, la F-1 de allí, aunque no tenga el mismo desarrollo tecnológico ni mueva los presupuestos irritantes que hay en la F-1 de verdad. Honda lo llevó a uno de sus equipos, el Dale Coyne Racing y allí maravilló a todos por su talento, su velocidad y su forma de conducir. Tanto que, en 2021, ya forma parte del mejor equipo de esta competición, el Chip Ganassi Racing, cuyos motores son precisamente suministrados por Honda.
El comienzo de temporada está siendo inmejorable: victoria y un séptimo puesto que ha desconcertado a todos los miembros que forman este campeonato. Palou vive en Charlotte, Carolina del Norte, y es toda una estrella que pronto disputará sus segundas 500 Millas de Indianápolis, y lo hará partiendo como uno de los grandes favoritos a la victoria.
Norteamérica es el destino que en su momento eligieron también otras grandes figuras del automovilismo. Es el caso de Antonio García, el otro talento innato que luchaba con Fernando Alonso desde el karting, pero no tuvo suerte en Europa, se quedó a las puertas de la Fórmula Uno y decidió ejercer su pasión y su profesión en Estados Unidos. Eso fue hace ya 20 años y todavía hoy es piloto oficial en carreras de resistencia, con todo lo que eso supone allí, de una marca icónica en USA: Corvette.
Puede que no alcance nunca la Fórmula Uno ni una fama como la de Fernando Alonso, pero es un «obrero» de las carreras que se gana la vida, y muy bien, en un país que valora sobremanera su talento como piloto.