PATRICIO PRON Escritor «Los libros nos han permitido ver este mundo con más lucidez»
Reúne sus cuentos en el libro «Trayéndolo todo de regreso a casa»
VolverVolver a casa significa para algunos el abrazo de sus padres. Para otros, quitarse los zapatos tras un día de trabajo. También puede ser un paseo en la naturaleza o una comida con amigos. «Los conceptos “regreso” y “casa” son difíciles de definir, se ven condicionados por los cambios que se producen en la sociedad», confiesa Patricio Pron. El argentino, Premio Alfaguara de Novela 2019, ha publicado «Trayéndolo todo de regreso a casa» (Alfaguara), libro en el que recopila prácticamente su vida literaria: «He reunido los relatos más importantes de mi trabajo como escritor –entre 1990 y 2020– para llevarlos de regreso al sitio donde alguna vez los escribí, que es América Latina, España o Alemania».
–Asegura que sus relatos encuentran «mejor acomodo» en el «ámbito de lo incierto» que en «el de lo definitivo».
–Cuando comenzamos a leer tenemos la impresión de que aquello que hemos leído está escrito en piedra, como si fuese inamovible, una verdad absoluta que no puede ser puesta en cuestión. Tendemos a olvidarlo o a recordarlo como un libro que nos provocó placer. Pero, al releer, he sacado la conclusión de que puede haber nuevas interpretaciones, condicionadas por las personas en las que nos hemos convertido. Es una incertidumbre que se puede plasmar en esa expresión de que nunca acabamos de leer del todo un libro.
–¿Es una especie de reivindicación literaria?
–Hemos descubierto durante la pandemia que la literatura tenía funciones que habíamos olvidado. Buena parte de los relatos de mi obra son una celebración de la literatura, pero yo no haría ninguna defensa del libro, no la necesita en absoluto. Se ha hecho más evidente estos meses su capacidad de transformarnos, de permitirnos ver el mundo que nos rodea con una lucidez de la que carecíamos antes de leerlos.
–El relato es, en Latinoamérica, un género querido y en España, no tanto. ¿Qué ofrece un libro de relatos que no ofrece una novela?
–Esa distinción está cambiando. Pero, efectivamente, los lectores españoles tenéis algo más de pereza a la hora de asomaros a un libro que es de relatos, aunque tantos los autores como los editores ponen de manifiesto que eso ya no es así. Hay quienes sostienen que el cuento es la prueba de algodón de un escritor y otros que escribir un cuento es más difícil que crear novelas. Ambos géneros tienen grandes dificultades y, en ambos casos, las recompensas son diferentes.
–¿Esta antología ha supuesto una especie de liberación personal?
–Sí, es una especie de desnudo de mí mismo. Los lectores van a ver unos relatos que han sido reconocidos por la crítica, pero también algunos otros que son primerizos, de mis inicios. Intento compartirme como escritor y también homenajear a los que considero mis maestros. Es un acto de generosidad. Quería que el lector tuviese una visión integral de estos 30 años de escritura. Como cuando vas a ver el «Guernica» y ves muchos bocetos: igual no son lo más interesante, pero iluminan el cuadro de una manera muy especial.
–¿Qué preocupaciones ha intentado reflejar a través de los cuentos?
–Al hacer este libro, fue bastante asombroso encontrarme con que determinados temas que ahora son los centrales en gran parte de las discusiones literarias o sociales estaban ya presentes en mis primeros cuentos. Son cuestiones relacionadas con la identidad personal y cómo nos conecta con determinados colectivos, que a veces están perseguidos; las preguntas acerca de qué hacemos con la naturaleza y qué hace ella con nosotros; sobre los límites de lo que podemos llamar humano y lo que no, que justo ahora se multiplica con esta vida digital o virtual; los problemas de los nuevos materialismos vinculados con los cambios de perspectiva que han introducido, por ejemplo, los feminismos...
–¿Y a lo largo de sus historias llegar a responder a todas estas cuestiones que plantea?
–Me interesa más el diálogo, que se produzca una reflexión alrededor de ellos. Que no sea el libro el que diga a las personas qué deben creer o hacer. Creo absolutamente en la inteligencia colectiva, que es muy superior a la de quienes escriben los libros. Considero que para que estas obras participen en los debates contemporáneos que atraen nuestra atención ahora se tiene que producir una interacción.