La Razón (Levante)

EL ÚLTIMO REGALO DE BASILIO MARTÍN PATINO AL CINE ESPAÑOL

- Matías G. Rebolledo

HayHay derrotas que, por lo terrible de lo coyuntural, tienen en la historia un falso eco trascenden­tal, como si nuestra vista a corto plazo nos dejara solo ver los árboles y no el bosque. Cuando el régimen de Franco ensombreci­ó de facto la creación cultural española, o al menos su libre albedrío, fueron muchos los que vieron en ello el fin del cine con denominaci­ón de origen que con acierto se venía cultivando hasta la Guerra Civil. Asentada la polvareda del conflicto, en 1947, el ala más aperturist­a de la dictadura cedió por la vía propagandí­stica y decidió levantar en Madrid la Escuela Oficial de Cine (EOC), al más puro estilo del fascismo en 24 fotogramas que tan bien le había funcionado a Hitler y Mussolini.

La institució­n, condenada en primera instancia y con gatillo fácil por la obvia transgresi­ón que marcó la irrupción de la Democracia, poco a poco va recuperand­o el prestigio que nunca debió perder. Alma máter de ilustres como Luis García Berlanga, Carlos Saura o Juan Antonio Bardem, fue también cuna de una resistenci­a silente, como se ha demostrado a través de los ensayos y pruebas de cámara que viene recuperand­o la Academia de Cine y que dan testimonio histórico de una serie de películas que, al no tener que someterse a la censura obligatori­a para el estreno, podían manifestar su ira contra los juicios sumarios, la violencia y la represión.

Uno de sus alumnos más aventajado­s y padre luego de eso que el acerbo común concretó como «Nuevo Cine Español», ingresó en octubre de 1955, con 25 años, a formarse en la especialid­ad de Dirección Cinematogr­áfica. Basilio Martín Patino, realizador de «Madrid» o la incontesta­ble «Queridísim­os verdugos», y triunfador en festivales como el de Venecia o San Sebastián, forma parte ahora de la restauraci­ón del agravio histórico con la EOC gracias al acuerdo al que han llegado su familia, el Ministerio de Cultura y la Filmoteca Española. Según lo firmado en la tarde de ayer, la familia depositará en manos del organismo público un legado compuesto por hasta 72 cajas de documentac­ión, entre las que se incluyen la propia ficha de ingreso del director como estudiante, fotografía­s, manuscrito­s e incluso guiones inéditos y desconocid­os hasta la fecha. Quizá el documento más relevante, además de sus textos «Apócrifos» que se creían perdidos y que podrían dar pie hasta a siete proyectos fílmicos, es el hallazgo de «La agonía de los luceros». La novela, que hasta ahora se creía perdida, es el armazón inicial gracias al que escribió la película que le daría relevancia en todo el mundo: «Nueve cartas a Berta», rodada en 1966.

«Honrar a este director es homenajear también a la Escuela Oficial de Cine»

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Ficha de ingreso de Basilio Martín Patino en la Escuela Oficial de Cine, fechada en octubre de 1955

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