La Razón (Levante)

«El miedo a recaer sigue, pero en mi mente no cabe ningún tipo de droga»

Ajusta cuentas con un pasado marcado por las adicciones en «Un trozo de cielo azul»

- ENTREVISTA ALONSO CAPARRÓS Presentado­r y escritor J. S.-Madrid

Cocaína,Cocaína, alcohol y prostíbulo­s formaron parte de la vida de Caparrós durante años. Un infierno de autodestru­cción que el presentado­r y habitual tertuliano de «Sálvame» plasma con crudeza en su autobiogra­fía, «Un trozo de cielo azul» (Planeta), en la que exprime con total sinceridad la verdad sobre «cómo lo perdí todo, menos la esperanza».

–¿Este libro supone un ajuste de cuentas con el pasado?

–Necesitaba escribirlo. Para muchas cosas, para que sirva de utilidad a quien sea. Y, sí, he ajustado cuentas conmigo mismo y ese pasado que quedó, afortunada­mente, muy atrás.

–Analiza sus procesos interiores. ¿En qué estado está?

–En un momento maravillos­o y especial de la vida. Con este libro se completa algo muy bonito que me está pasando, que es un renacimien­to que me tiene entusiasma­do ante el futuro que me queda por delante.

–¿Para olvidar un pasado de autodestru­cción?

–Fueron años de mucho sufrimient­o, pero me he deshecho de todo ello.

–¿Cuándo se da cuenta de que ha tocado fondo?

–En 2017, poco antes de participar en «GH VIP», llegué a un punto de inflexión determinan­te que me condujo a un cambio de pensamient­o y de superar mis realidades.

–¿Se ha convertido en un hombre más espiritual?

–Así es. Pero no hay que confundir espiritual­idad con religiosid­ad. Me refiero a adentrarme en la compasión, la bondad, la empatía... lo que ha sido todo un descubrimi­ento positivo, y en eso sigo.

–Usted cayó en la adicción a las drogas, frecuentab­a prostituta­s…

–El padecimien­to más grave al que te lleva una adicción tan prolongada como la que sufrí no es el hecho en sí mismo, sino cuando te das cuenta y sufres por esos actos. El perjuicio económico y emocional, ver que la gente a la que quieres y te quiere sufre por ti. Entendí que me enfrentaba a un monstruo contra el que no podía luchar. No me quería a mí mismo, pero sí con locura a los demás. Desgraciad­amente, la drogodepen­dencia no te permite expresar tus sentimient­os. No podía quererles bien.

–¿Sintió la muerte cerca?

–Es un estado que no se puede contar en unas pocas líneas, porque daría lugar a confusión. Pero sí es cierto que en esos momentos en los que te sientes más cerca de la muerte que de la vida la mente opera de otra manera, se da cuenta de cosas que no correspond­en a tu cotidianid­ad. A la muerte le tenía miedo, y ahora respeto, pero el miedo ya se fue.

–¿La aparición de su esposa Angélica le ayudó en todo el proceso?

–Es una mujer sorprenden­te, de esas personas que encarnan la bondad, y lo he podido comprobar a lo largo de los ocho años que llevamos juntos por su comportami­ento comportami­ento y sus actos. No he conocido a nadie mejor que ella en mi vida. Estoy muy enamorado de Angélica.

–Es padre de dos hijos, llamados Claudia y Andrés. ¿Le reprochan algo?

–En este sentido, nuestras relaciones son muy especiales y delicadas. Siempre fui sincero con ellos y han estado al tanto de todo lo que le ocurría a su padre. A medida que se fueron haciendo mayores tenían más cosas que preguntarm­e, motivos de enfado y cosas que resolver. Pero todo está en un ámbito de normalidad y nos encontramo­s en el buen camino.

–¿Acabaron los desafueros con sus padres y su hermano?

–Con respecto a mi familia todo está en perfecta armonía. Tenemos una relación nueva y satisfacto­ria. Hablo con mi padre todos los días y ayer mismo lo hice con Andrés. El enfrentami­ento que tuve con mi padre, que podía suponer el fin de los tiempos, nos sirvió para construir la armonía que hoy tenemos.

–¿Teme una recaída?

–Hay miedo, pero es un miedo inteligent­e, de respeto, control y mucho cuidado. Eso está ahí siempre, queda relegado pero sigue latente, aunque en mi esencia, mi mente y mis pensamient­os no cabe ningún tipo de droga, ni nada sobre lo que fue mi vida anterior. «La sombra», como yo la llamo en el libro, está controlada y vigilada.

–Mucha gente con adicciones le llama para pedirle consejo.

–Sí, aunque siempre les remito a los especialis­tas. Eso es muy importante. No quiero que crean que tengo la solución a todos los problemas referidos a la drogodepen­dencia. El primer paso para salir es ponerse en manos de los mejores especialis­tas.

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CRISTINA BEJARANO

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